Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.
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lunes, 5 de marzo de 2007
Thomas Merton, una mirada. Final.
Podría enumerar algunas razones que nacen de mi propia experiencia personal al respecto:
1- Fue un hombre de Dios intensamente humano. Buscó a Dios como podría hacerlo cualquiera de nosotros. La santidad que nos propone es una santidad posible, y además necesaria: fundada en la misericordia infinita de Dios, pero abierta a las necesidades y dolores del mundo presente. Para un mundo masificado y ruidoso, Merton muestra el valor de la soledad y el silencio. No el de una espiritualidad enajenada, desencarnada o escapista, sino verdadera, humana y divina al mismo tiempo.
2- Ser un autor espiritual, y a la vez un poeta; su calidad literaria y su profunda sensibilidad. Escribir de Dios, de las cosas de Dios, y escribir bien, sin manierismos, sin una dulzura excesiva, que empalague.
3- La implicación directamente personal en lo que escribe: diarios, cartas. Narra a partir de su propia experiencia, de sus propias búsquedas, y eso hace que el lector se identifique rápidamente con él.
4- La actualidad de su camino: conversión, búsqueda de la santidad, vida comunitaria, oración, ecumenismo, compromiso social. Los temas que preocupan y seguirán preocupando a la iglesia en el siglo XXI.
5- Finalmente, su lenguaje: claro, actual. Su sentido crítico, su constante humor, su amplia cultura.
Así, resumiendo un poco todo lo anterior, podríamos decir que los rasgos que identifican a este maestro espiritual católico son los siguientes: su solidaridad existencial con la humanidad, su talante contemplativo, su catolicidad ecuménica y su compromiso social, nacido de su consagración y su oración personal. De ahí que considere importante que sea más conocido entre nosotros, y en eso estoy trabajando desde hace varios años, casi como una especie de trasmisor que a la vez se siente enriquecido con el constante intercambio con su obra.
Ser parte de todo...
-Thomas Merton-
Santidad es descubrir quién soy...
“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).
LA DANZA GENERAL.
Thomas Merton.
ORACIÓN DE CONFIANZA...
“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros
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