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lunes, 6 de abril de 2009

El monje y el mundo.


"La retirada monástica desde el mundo al desierto no es una mera negativa a saber nada del mundo, sino un rechazo total de todos los cánones de juicio que impliquen apego a una historia de engaño, egoísmo y pecado. No es, desde luego, una fútil negación de que el monje sea también un pecador (eso sería un engaño aun peor), sino un rechazo definitivo a participar en las actividades que no tienen más fruto que prolongar el reino de la falsedad, la codicia, la crueldad y la sobrebia en el mundo de los hombres.

El apartamiento monástico respecto al tiempo secular, entonces, no es una mera retirada a una eternidad abstracta, sino un salto desde la recurrencia cíclica del mal inexorable hacia el Reino de Dios escatológico, en Cristo, el Reino de la humildad y el perdón. El enemigo no es el tiempo ni la historia, sino la mala voluntad y la herencia acumulada de falsedades y pecados pasados. Este mal lo debe ver el monje. Incluso lo debe denunciar, si no lo hacen otros.

¿Qué significa esa "denuncia"? ¿Ha de considerarse en sentido de una determinación expresa de influir en la política? Quizá indirectamente, sí. Hablo no sólo como monje, sino también como ciudadano responsable... No tengo la intención de implicar que un estado, que es y debe ser secular, haya de ser guiado por las perspectivas de una Iglesia escatológica. Pero lo que sí pretendo es decir hasta qué punto yo, y los cristianos que piensan como yo, llegamos a sentirnos moralmente obligados a disentir".


Thomas Merton. "Semillas de Destrucción".

1 comentario:

Anónimo dijo...

Una verdadera "ilusión", un engaño, cuando un consagrado se cree al margen del mundo, sin responsabilidades, o con la autoridad para juzgar. El consagrado es un simple servidor, que no ha sido llamado por sus meritos, sino por gracia. Tal vez ese ha sido un fallo frecuente en la vida consagrada de la Iglesia: se ha creído superior a otros cristianos, y no ha sabido "ser con", sentirse parte, con una responsabilidad peculiar en la salvación de todos. No digo que esto corresponda a todos los consagrados, pero es una constante si revisamos la historia. Por eso creo es signo de la sabiduría de Merton el que lo tenga presente y lo comunique al hablar del lugar del monje en medio de la sociedad de su tiempo.

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.