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martes, 28 de abril de 2009

La Iglesia 2.

Traigo otros dos textos de Henri Nouwen sobre la Iglesia. Es uno de esos temas complejos, difíciles, pero necesarios a la hora de pensar en clave cristiana y de entender también nuestra espiritualidad. Se suele anteponer la iglesia /institución, a la Iglesia/misterio, que no son separables, pero tampoco se identifican plenamente. La segunda supera con creces a la primera, pero justo como en la primera intuimos y aprendemos del misterio, nos es necesaria para nacer a Cristo. Creo que el amor a la Iglesia es un don, y una tarea, como es también un desafío y una cruz para los seguidores del Maestro.

"Los pobres son el centro de la Iglesia. Pero ¿quiénes son los pobres? En un primer momento, podríamos pensar en personas que no son como nosotros: personas que viven en los barrios bajos, que acuden a los comedores sociales, que duermen en las calles, en las cárceles, en los hospitales psiquiátricos y en los asilos. Pero los pobres pueden estar muy cerca. Pueden estar en nuestra familia, Iglesias o lugares de trabajo. E incluso más cerca: los pobres podemos ser nosotros mismos, cuando no nos sentimos amados o nos sentimos rechazados, desestimados o maltratados.

Es precisamente cuando vemos y experimentamos la pobreza-esté lejos, cerca o e nuestro corazón- cuando necesitamos convertirnos en Iglesia, es decir, tomarnos de la mano como hermanos y hermanas, confesar nuestra condición rota y nuestra necesidad, perdonarnos mutuamente, curarnos unos a otros las heridas y reunirnos en torno a la mesa de Jesús para partir el pan. De esta forma, como pobres, reconocemos a Jesús, que se hizo pobre por nosotros" (Pan para el viaje)




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"Nuestra sociedad alienta el individualismo. Constantemente nos hacen creer que todo lo que pensamos, decimos o hacemos es un logro personal, que merece una atención individual. Pero, como ente que pertenece a la comunión de los santos, sabemos que todo lo que tiene valor espiritual no es el resultado de un logro personal, sino el fruto de la vida comunitaria.


Todo lo que sabemos de Dios y del amor de Dios, todo lo que sabemos de Jesús -su vida, muerte y resurrección- todo lo que sabemos de la Iglesia y su ministerio, no es una invención de nuestra mente que pide un premio. Es el conocimiento que hemos recibido a través de los siglos del pueblo de Israel y de los profetas, de Jesús y de los santos, y de todos los que han tenido un papel en la formación de nuestro corazón. El verdadero conocimiento espiritual pertenece a la comunión de los santos". (Pan para el viaje).

2 comentarios:

SAN dijo...

Palabras fuertes, las del profeta herido. Para profundizar.
Qué cierto es lo de que hay diferentes tipos de pobreza, como los hay de infiernos. Lo importante es que nuestra Iglesia acoja a todos ellos y les quiera dar respuesta.
Creo que el amor es la mayor riqueza, un paraíso que viste el alma. Por eso no hay hombre más pobre que el no amado. Una pobreza que arrastra a la miseria de vivir el vacio, invisibles, escondernos a la vida, y así se llega a ser nadie e invisibles hasta para uno mismo.
Pero también hay cielos. Al alcance de todos. Sólo nosotros elegimos.
La propuesta que García Montero nos hace en su poema me parece buena (especialmente, se la dedico a los pobres invisibles y escondidos, desnudos de amor…)
Disciplina secreta
" La casa como barco
en alta mar de junio.
Las calles como trenes
de noche sosegada.
Estas cosas no pasan en el mundo.
Estoy por afirmar
que ahora vivo en un libro de poemas.
Pero si tú me miras,
decidida a existir
desde el fondo templado de tus ojos,
también existe el mundo.
Y muy probablemente
yo acabaré por existir contigo. "
(Luis García Montero)

Inés García, aci dijo...

La comunión de los santos que vivimos por la liturgia en la Eucaristía hace que entremos en comunión con los sufrimientos y alegrías de todos los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Nowen tiene claridad al expresarse en este tema, y esto nos da una nueva luz para que la fe se afiance cada vez más en el encuentro sencillo con los demás, especialmente cuando nos reconocemos pobres entre los pobres.

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.