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martes, 24 de marzo de 2009

Madurez humana y espiritual.


Son muchos los libros publicados por Anselm Grün que intentan ayudar al lector a combinar el deseo de espiritualidad con el desarrollo personal, dos elementos que han de marchar siempre juntos. Cuando hablamos de madurez, hablamos de crecimiento, de frutos, de alcanzar una plenitud. Esa maduración por tanto tiene que ver conmigo, pero también con los otros, pues el fruto es pleno cuando alguien disfruta de él. Sin embargo, cuando hablamos de espiritualidad se ha pensado a menudo en "piedad", es decir, rezar muchas oraciones, cumplir muchos preceptos, pero esa piedad ha podido convivir con una gran inmadurez. Anselm Grün nos recuerda que los Padres del Desierto siempre relacionaron ambas cosas: madurez humana y madurez espiritual; por eso ha querido retomar este aspecto en su libro "SER EN PLENITUD. El poder de una fe madura", publicado por Sal Terrae, en el año 2007. En ese libro Grün apunta:


"Llegar a madurar en sentido espiritual significa que uno hace realidad la imagen única que Dios se ha formado de él. Este concepto espiritual de madurez se fundamenta en una imagen del ser humano muy precisa. Cada persona -afirma Romano Guardini- es una palabra única que Dios pronuncia únicamente sobre ella. Y nuestra tarea consiste en hacer posible que se escuche a través de nuestra vida en este mundo esa palabra singular que Dios nos ha dirigido a cada uno de nosotros personalmente. Cada ser humano puede expresar con su vida algo de Dios que sólo a través de él puede llegar a explicarse. Cuando entro en contacto con mi palabra originaria, estoy en armonía, entro en contacto con mi verdadero yo, con la imagen originaria y no falseada de Dios en mí.

Puedo expresar también esta unicidad del ser humano con otra imagen: cada persona, con su propia vida, imprime en este mundo una huella que sólo ella puede imprimir. Es madura la persona que imprime en este mundo la huella más personal de su vida, en lugar de limitarse a seguir las huellas de los demás".


Según señalan algunos capítulos de este libro, el desafío es vivir la propia vida, y la meta, llegar a ser una persona completa; sin embargo para ello encontramos algunos obstáculos:

1-El miedo al mundo y Dios como una droga.

2- Reprimir los impulsos y el deseo de ser perfecto.

3- Mantenernos presos de las imágenes.


Grün desarrolla algunas ideas que contribuyen a nuestra transformación, y en particular ofrece algunos recursos especificamente cristianos. Sobre alguno de estos temas seguimos comentando en otra ocasión.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

A veces pienso que muchas cosas se arreglarían en el mundo si nunca utilizáramos lo que no se debe utilizar (espiritualidad, personas, bienes…), para sacar un provecho propio o para enmascarar nuestra realidad humana vital. Cualquier de las dos actitudes me parecen deshonestas. Pero, sobre todo, creo que suponen una falta de madurez que conduce irremediablemente al fracaso y a la falta de sentido.
Tenemos que cambiar la mentalidad y la forma de vivir. La felicidad no depende de las “cosas” que se tienen, sino de las “personas” que nos acompañan, que nos respetan, que nos toleran, que nos quieren y entregan ternura.
La experiencia espiritual sana y auténtica es la que deja huella de plenitud en la experiencia humana del día a día, la que nos convierte en cauce de humanidad para los demás, la que provoca una forma de vivir y no una forma de soñar, la que produce acciones liberadoras para uno mismo y los demás y no doctrinas, la que se manifiesta en cualquier acto de amor.
A veces, necesitaríamos entrar en un espacio de paz, de quietud, de pausa. Estar sencillamente con Él ahí, sin más. Un rato de abandono, en el que no haya nada que mostrar, un rato de sinceridad sin juicio.
Hace falta un tiempo perdido, un tiempo de silencio, para el encuentro con uno mismo, con Dios y con los otros.

SILENCIO
Octavio Paz

Así como en el fondo de la música
brota una nota
que mientras vibra crece y se adelgaza
hasta que en otra música enmudece,
brota del fondo del silencio
otro silencio, aguda torre, espada,
y sube y crece y nos suspende
y mientras sube caen
recuerdos, esperanzas,
las pequeñas mentiras y las grandes,
y queremos gritar y en la garganta
se desvanece el grito:
desembocamos al silencio
en donde los silencios enmudecen

Anónimo dijo...

En este tema he meditado muchas veces. No es infrecuente encontrarse con personas que con una regular vida espiritual no han podido superar defectos personales muy evidentes; dan la impresión de que lo espiritual, lo moral, lo psicológico, son parcelas que no se tocan entre sí. Tal vez sea sólo una impresión, es difícil juzgar desde fuera, y en realidad hay un proceso en curso, por eso me parece interesante este tema y he leído la entrada con interés y buscaré el libro.

Anónimo dijo...

He conocido también personas o personajes que utilizan la "imadurez" como disculpa de su hipocresía. La vida les pasa factura siempre, porque no viven, sólo sobreviven en medio del vacio afectivo, la servidumbre y el fracaso.
Por altos que levanten muros para no ver su auténtica realidad, la oscura verdad auténtica de su vida siempre sabe saltarlos.

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.