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viernes, 13 de marzo de 2009

Otra mirada sobre la santidad (5).


Seguimos compartiendo parte del prólogo al libro "Todos los santos", de Robert Ellsberg. Ya casi terminamos, pero todavía creo hallarán algunos detalles interesantes que nos permiten comprender mejor lo que supone una vivencia más real de esta llamada, que recibimos los bautizados:


"Así, la procesión de figuras de este libro es una suerte de tripulación variada y heterogénea. Sin duda que san Agustín o santo Domingo se sentirían alarmados al encontrarse asociados a gente como Vincent van Gogh o León Tolstoy ( También lo opuesto sería posible). En una obra de estas características, la selección, de manera inevitable, está diciendo algo. ¿Cómo elegir? Me he guiado aquí por una intuición de Simone Weil: "No es suficiente, hoy en día, ser meramente santos, sino que debemos tener el tipo de santidad que nuestro tiempo requiere”. Creo que muchos de los santos tradicionales, justamente por esa razón, continúan siendo un recurso invalorable. Sin embargo

¿cuáles son las necesidades del mo­mento actual?
Los ejemplos previos de santidad tendían a enfatizar un ascetismo negador del mundo; hoy necesitamos ejemplos de disciplina y abnegación al servicio del mundo y solidarios con los sufrimientos humanos.

Hay incontables santos que exhibían la virtud de la caridad; necesitamos santos que combinen la caridad con una sed profética de justicia.

Gran parte de la historia cristiana ha sido escrita por manos masculinas; necesitamos recordar el ejemplo y los dones de las mujeres santas y proféticas.

La lista tradicional de los santos ha estado dominada por el clero y los religiosos; necesitamos prestar especial atención a los testimonios de los laicos, de aquellos cuya vocación es infundir el espíritu del evangelio en el mundo.

La historia de la Iglesia tiene tendencia a ser escrita en términos occiden­tales; en esta que Karl Rahner llama la "Iglesia del mundo", necesitamos recor­dar la lucha de los santos que tradujeron el evangelio al idioma de las culturas lo­cales, no occidentales; que abrazaron la sabiduría de otros caminos religiosos e intentaron comprender la fe en términos de nuevos horizontes intelectuales y cul­turales.

Necesitamos ejemplos de santidad más allá del claustro; santos inmersos en el universo del arte, de la literatura, en el mundo académico, en el de las lu­chas políticas, y en la vida cotidiana. Necesitamos profetas que presenten un de­safío tanto a la Iglesia como al mundo, para que reflejen mejor la justicia y la mi­sericordia de Dios. Debemos prestar atención a la visión de los místicos, que ven a través de la sombra de la cotidianeidad y nos recuerdan, así, al Dios que es siempre más grande que nuestras teologías o nuestra imaginación.
¿Existen santos que hablen a todas estas preocupaciones? Algunos, tal vez. Pero el desafío es recurrir, para nuestro camino, un camino que comienza en el punto en que se halla cada uno de nosotros, al testimonio parcial de muchos com­pañeros santos.
Estamos hechos de lo que admiramos. Pero en esto, como en cualquier otra búsqueda, es posible cultivar nuestro gusto. Resulta importante aprender a reco­nocer qué es bueno, a entrenar nuestros oídos a discernir la verdad, a honrar lo que es verdaderamente honorable, a elegir normas morales que estén más allá de nuestro fácil alcance".

1 comentario:

Anónimo dijo...

La entrega total...

MI CUERPO ES COMIDA
Mis manos, esas manos y tus manos
hacemos este gesto, compartida
la mesa y el destino, como hermanos.
Las vidas en tu muerte y en tu vida.

Unidos en el pan los muchos granos,
iremos aprendiendo a ser la unida
ciudad de Dios, ciudad de los humanos.
Comiéndote sabremos ser comida.

El vino de sus venas nos provoca.
El pan que ellos no tienen
nos convoca
a ser contigo el pan de cada día.

Llamados por la luz de tu memoria,
marchamos hacia el reino
haciendo historia,
fraterna y subversiva eucaristía
Pedro Casaldáliga.

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.