“A la entrada de la residencia del Dalai Lama había algunos peregrinos, tal vez sadhakas, con caléndulas en sus sombreros o en el pelo. La mayor parte del tiempo de la audiencia lo dedicamos a hablar de problemas relacionados con la epistemología y a continuación del samadhi. En otras palabras, de “la mente”. La conversación derivó hacia lo teológico y lo filosófico, “de tipo escolástico”, así como temas más occidentales como la libertad, la gracia, el don, pero el Dalai Lama no comprendió con claridad los términos. Hablaron del conocimiento en la tradición cristiana y en la tibetana, para acabar una vez más en el tema de la meditación y el samadhi. “Yo dije, dice TM, que para los monjes era importante ser en el mundo ejemplos vivientes de libertad y la transformación de la conciencia que se puede producir en la meditación. El Dalai Lama habló después acerca del samadhi en el sentido de concentración controlada”. El Dalai Lama hablo de la postura sedente para la meditación, y luego compartieron más sobre “la mente”.
“Fue una conversación muy animada y, según pienso, todos disfrutamos con ella. Él ciertamente así lo daba a entender. Me gusta la solidez de las ideas del Dalai Lama. Es un pensador muy consecuente y avanza paso a paso. Sus ideas acerca de la vida interior se alzan sobre fundamentos muy sólidos y a partir de una toma de conciencia real de problemas prácticos. Insiste en la idea de distanciamiento de una “vida no mundana”, aunque por otra parte ve esta última como un camino para alcanzar la plena comprensión de los problemas de la vida y del mundo y para participar activamente en ellos. Pero la renuncia y el distanciamiento han de ser lo primero. Evidentemente el Dalai Lama echa de menos la vida monástica plena y desearía disponer de más tiempo para meditar y estudiar. Al final nos invitó a celebrar el viernes un nuevo encuentro para hablar de monaquismo occidental”.
Al despedirse, dice TM, que le dijo:
“Y mientras tanto, pensad más sobre la mente”.
(Continuará…)
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