En su viaje por Asia Thomas Merton tuvo la oportunidad de entrevistarse en tres ocasiones con el líder espiritual del budismo tibetano. En sus diarios recoge algunos elementos de esos encuentros. El primero, el 4 de noviembre de 1968, después del mediodía:
“Esta mañana me recibió en audiencia el Dalai Lama en su nueva residencia. Fue un día luminoso, soleado: el cielo azul, las montañas absolutamente despejadas. Tenzin Geshe envió un jeep a buscarnos. Recorrimos en sentido ascendente el largo camino que pasa por el puesto militar y al lado de la iglesia anglicana abandonada de San Juan en el Desierto. Todo en Mcleod Ganj está admirablemente situado: elevado sobre el valle, con montañas cubiertas de nieve detrás, abundancia de pinos, en los que viven algunos monos, y al sur una amplia panorámica sobre las llanuras. Un oficial indio inspeccionó nuestros pasaportes a la entrada de la residencia del Dalai Lama. Varios monjes merodeaban por allí –como merodean los monjes en cualquier otro lugar- tal vez esperando ir a algún lugar. Breve espera en un recibidor, todo flamantemente nuevo, una alegre y luminosa alfombra tibetana, los volúmenes de las escrituras Kangyur y Tangyur que Susuki ofreció al Dalai Lama llenan las estanterías.
Como persona, el Dalai Lama es sumamente impresionante. Es fuerte y se muestra vigilante, mayor de lo que yo esperaba (por alguna razón pensaba que sería pequeño). Una persona muy sólida, enérgica, generosa y cálida, perfectamente capaz de enfrentarse a enormes problemas – no menciona directamente ninguno-. No hablamos ni una sola palabra de política. Toda la conversación giró en torno a la religión, la filosofía y especialmente las formas de meditación”.
(Continuará…..).
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