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jueves, 25 de octubre de 2007

Otra vez en casa.

Luego de diez días de ausencia regreso a La Habana, cargado de experiencias y buenos recuerdos, y con un número mayor de amigos y amigas por toda América. En días sucesivos les compartiré algunas de esas buenas cosas que recibí; de algunas pude contarles directamente desde Londrina, otras se van viendo con más claridad con el paso del tiempo. Ayer estuve organizando un poco las cosas por acá, poniéndome al día con la correspondencia, desempolvando un poco la habitación. Estuvo lloviendo mucho también, y esta mañana no funcionaba Internet, pero espero que durante el día les pueda dejar este mensaje para confirmar que estamos de vuelta, y que volveremos a encontrarnos cotidianamente en estos dos espacios de la red, para compartir ideas, reflexiones, inquietudes y anhelos vinculados a nuestra muy personal y eclesial vivencia de la fe. Agradecimientos a los hermanos y hermanos que me acompañaron en este viaje con su oración, los amigos y amigas de este blog; anoche conversaba con Analía sobre la Iglesia y sus ministros, y trataba de comunicarme con otra amiga que me ofrecía la oportunidad de hacerme llegar algún libro con alguien que viajaba a la Habana (pero el mensaje que le envié volvió de regreso de inmediato, no pasa). Estoy feliz de encontrar mucha buena gente en la red, gente con afinidad para lo espiritual, y sobre todo AMIGOS y AMIGAS.
Gracias especiales desde aquí a Danilo (Chile), Irma (México), Mario(Honduras), Guillermo(Colombia); gracias a los Padres Carmelitas de las Provincias de Brasil que tan buena acogida nos brindaron, en especial sus Provinciales: Marcos y Afonso.
Gracias a Fritz, a Marcelo y a Raquel por el reencuentro.
Gracias a José por su compañía durante el viaje de ida y regreso, así se hizo más corto.
Gracias a Frei Marcos por su música, la estoy disfrutando ahora.
Gracias a todos los frailes de las casas de Londrina y Sao Paulo.
Gracias a todos los que compartimos el Congreso en Londrina, y que para mí fue sobre todo experiencia de AMISTAD EN CRISTO.

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Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.