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jueves, 4 de octubre de 2007

Pobreza evangélica.


Manuel, te envío este comentario, el último sobre este tema, porque no quiero acaparar
espacio y porque no sé si es del interés de los amigos que te visitan.
En comunión con todos, un abrazo . CARIDAD. (Gracias, amiga, y muy a propósito tu aporte en este día de San Francisco de Asís, el Hermano Pobre de Cristo, cuyo carisma nos ha seducido a todos en algún momento. Meditar acerca de la pobreza evangélica como valor en un mundo pobre y sufriente es siempre necesario. No queremos ser místicos de ojos cerrados, sino de ojos abiertos y amor por este mundo que es también de Dios en cuanto es creación suya. Rechazar lo malo de él, no es rechazarle a él. Que Francisco de Asís interceda por nosotros y nuestro mundo para que tengamos futuro, y el futuro de Dios).

La pobreza evangélica es mucho más un espíritu y una actitud vital que una forma concreta de expresión. Es más una mística que algo reglamentado de antemano. Por eso, es una realidad esencialmente abierta. Cada época y cada persona debe ir buscando las formas y los modos que mejor traduzcan, en cada caso, el mismo e idéntico espíritu. El Concilio nos exhorta a buscar, si es preciso, "formas nuevas" para expresar la pobreza (cf PC 13). Señalamos a continuación algunas posibles formas, acaso elementales, de pobreza. Estas formas pueden ayudarnos, a condición de que no pretendamos encerrar y agotar en ellas todo su espíritu, y con tal de que estemos siempre abiertos a lo que el Espíritu Santo nos vaya sugiriendo, también a través de las circunstancias de la vida y de los signos de los tiempos. Las 'formas' o expresiones de pobreza no tienen que ser necesariamente 'nuevas'. Pero tienen que ser de verdad 'actuales', es decir, capaces de traducir y de expresar, de forma inteligible, para el hombre de hoy, este ideal evangélico. La inevitable tensión entre el espíritu o apertura total propia de la 'mística', y las concretas realizaciones o expresiones prácticas, que nunca llegan a 'traducir' toda su riqueza y sus exigencias, es también una forma de pobreza. Hay que vivir esa 'tensión', sin nerviosismo y sin angustia. No saber qué hacer, en más de una ocasión, y no desesperarse, sino seguir viviendo y buscando, con paciencia y con humildad, es también una forma muy real de pobreza evangélica. Recordemos, además, que "no se puede optar por los pobres, sin vivir, de alguna manera, su pobreza". Y que optar de verdad por Cristo-Pobre, implicará necesariamente optar por la pobreza evangélica que él vivió. Por supuesto, la lista de formas y de expresiones de pobreza no pretende ni puede ser completa:
· Vivir en sencilla austeridad, evitando toda forma de lujo o de simple confort en todo: en la casa, en el modo de vestir, en los medios de transporte y también en los posibles instrumentos de apostolado.
· Procurar la sobriedad y la templanza en las comidas, pero sin caer en la mezquindad o tacañería.
· Mantener una abierta disponibilidad, para los demás, de todo lo que somos y tenemos, comenzando por lo más valioso, y llegando incluso a las cosas materiales, sin reservarnos nada exclusivamente para nosotros mismos: nuestra experiencia de Dios, nuestras ideas y vivencias, nuestro tiempo, nuestros instrumentos de trabajo, etc. Ser todo para todos, aunque a veces puedan abusar un poco de esta abierta disponibilidad.
· Subordinar los valores económicos a los valores espirituales, humanos, pedagógicos, formativos, comunitarios, apostólicos, etc., es verdadera pobreza. En cambio, subordinar cualquiera de estos valores a la economía, es una falta de pobreza, porque es una forma de 'materialismo'.
· No crearnos necesidades innecesarias. Más aún, ir reduciendo al mínimo, aunque sin angustia y sin tensión de espíritu, las cosas que juzgamos necesarias para nuestra vida y para el ejercicio de nuestro apostolado, hasta 'necesitar' cada día menos cosas para vivir, y aun ésas necesitarlas poco.
· Reconocer y aceptar, sin complejos, las propias limitaciones. Aceptarnos a nosotros mismos y aceptar a los demás con los propios límites y con los valores correspondientes, sin 'mitificar' a nadie.
· Cultivar la sencillez en todo, como un verdadero estilo de vida: evitando todo alarde y toda ostentación.
· Vivir en paz la propia soledad, sin buscar 'llenarla' con cosas, con una exagerada actividad, o simplemente con 'ruido', aunque ese 'ruido' se llame 'música'.
· Alegrarnos de sentir necesidad de Dios y de no podernos salvar por nosotros mismos, para ofrecer a Jesús la oportunidad de que nos salve, siendo él, personalmente, nuestro Salvador y nuestra Salvación.
· No pretender, de ninguna manera, 'abarcar' a Dios con nuestras reflexiones, comprendiéndole y comprendiendo sus planes sobre nosotros. Por el contrario, reconocerle como absolutamente 'incomprehensible', 'siempre mayor', del todo inalcanzable por nuestra razón, ya que nos desborda infinitamente. Y, en consecuencia, creer en su amor, amarle y adorarle, sin querer ni poder salir ya de nuestro asombro.
· Procurar aceptar y vivir las posibles enfermedades como verdaderas experiencias de pobreza integral, que afecta a la persona entera. Y saber convertir también los pequeños o grandes fracasos en escuela de autoformación humana y cristiana.
· Ser capaces de recibir y de dejarnos ayudar por los demás, adelantándonos, de vez en cuando, incluso a pedir ayuda.
· Aceptar gozosamente y sin melancolía la prosa y la monotonía de una vida sin especial relieve, sin ceder nunca a la simple costumbre o a la rutina, y sin perderse en sueños, ni esperar 'grandes acontecimientos'. No buscar lo novedoso o lo llamativo. Descubrir el valor de los deberes cotidianos y vivir con elegancia las cosas triviales que forman la trama de la existencia humana. Vivir primorosamente lo vulgar y poéticamente la prosa de la vida.
· Vivir el momento presente, como expresión humilde y concreta de la voluntad de Dios -vivir presentes en el presente-, sin ceder a la nostalgia del pasado ni a los juegos de la imaginación para el futuro.
· Cultivar con esmero el sentido de la gracia y de la gratuidad, que se traduce en el sentido de la gratitud. ¡Si 'todo es gracia', deberíamos reconocerlo y dar gracias por todo!
· Mantener una actitud viva de humildad y mansedumbre, de serena alegría y de paciencia activa, 'sabiendo esperar' sin desaliento y sin demasiadas prisas, con paz y sin inquietudes turbadoras, respetando el ritmo de las personas y de las cosas, y sin buscar resultados inmediatos.
· Saber recibir una merecida alabanza sin engreimiento y con naturalidad, y también saber aceptar un reproche o una crítica sin irritación y sin sentirse humillado.
· Alegrarse del bien de los demás, reconocer y elogiar sus cualidades y sus virtudes y celebrar sus éxitos.
· Tener un sincero deseo de aprender y, en consecuencia, dejarse enseñar por los demás, siendo muy conscientes de que no se sabe todo y de que incluso se ignoran muchas cosas.
· Ser de verdad libres frente a todos y frente a todo -usos, costumbres, modas, tradiciones, etc.-, amando todas las realidades creadas, sin despreciar nada, pero sin dejarnos dominar o subyugar por nada ni por nadie.
· Adoptar una actitud vital, cada día más sincera y comprometida, de servicio desinteresado a los otros, sobre todo, a los más necesitados de la sociedad.

* * *
Y "todo esto -como afirma acertadamente la Instrucción Orientaciones sobre la formación en los Institutos religiosos- con el fin de centrar la vida en Jesucristo-Pobre, contemplado, amado y seguido" (PI 14). Siguiendo el ejemplo vivo de María-Virgen, que "sobresale entre los humildes y pobres del Señor, que confiadamente esperan y reciben de él la salvación" (LG 55). Por eso, todo y siempre, como expresión de absoluta confianza en Dios, de amor entrañable a los hermanos y de soberana libertad frente a todas las cosas.


Severino María Alonso, cmf

Sacado de ciudadredonda.org

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Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.