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lunes, 29 de octubre de 2007

El verdadero valor de la obediencia espiritual.


“Para comprender el verdadero valor de la obediencia espiritual tenemos que distinguir atentamente entre la obstinación y la libertad auténtica. Esta distinción es muy importante, porque estamos llamados a ser libres en la obediencia y no al mero sacrificio de toda libertad para responder a la autoridad como máquinas. La suprema libertad se encuentra en la obediencia a Dios. La pérdida de la libertad radica en la sujeción a la tiranía del automatismo, ya sea en los caprichos de nuestra obstinación o en los ciegos preceptos del despotismo, las convenciones, la rutina o la pura inercia colectiva.
Una de las ilusiones más comunes consiste en pensar que, por hacer valer mis caprichos contra los preceptos de la autoridad, estoy manifestando mi libertad, que actúo espontáneamente. Esto no es verdadera espontaneidad ni conduce a la auténtica libertad. No es libertad, sino laxismo. Naturalmente, esta imperfecta espontaneidad puede ser preferible a la rutina sin alma de la sumisión al convencionalismo pasivo, pero ello no debe impedir que veamos sus obvias limitaciones.
Con todo, actualmente resulta muy difícil la obediencia religiosa, precisamente porque se considera abusivo pedir el sacrificio de “la propia personalidad” y de la “espontaneidad”. En realidad, lo que sucede es que muchas veces se confunden terriblemente las cosas. Por un lado, el súbdito puede huir de su responsabilidad. Por otro, es posible que el superior se rija por el capricho y la inmadurez y afronte de manera imperfecta las responsabilidades de su posición.
Sólo quien ha aprendido realmente a obedecer con inteligencia es capaz de dar órdenes con inteligencia. Cuando lo hace, conoce tanto el verdadero valor de la obediencia como la estricta limitación de sus poderes”.

Thomas Merton, Nuevas Semillas de Contemplación.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tengo dos cosas claras: que a todos nos cuesta mucho obedecer, y que la obediencia es una condición para el crecimiento y la maduración personal. VEo también lo mal que se ha usado en la historia de la vida religiosa, y veo al mismo tiempo los frutos de santidad que ha dado.
Veo, en fin, que es un tema sobre el cual habrá que meditar siempre, y cada uno, para poder obrar según Dios.
Ernesto.

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.