Seguidores

sábado, 26 de enero de 2008

Videntes.


“Estamos llamados a ser contemplativos, es decir, videntes, hombres y mujeres que ven la venida de Dios. En efecto, el día del Señor siempre está llegando. No es una venida que vaya a ocurrir en un futuro distante, sino una venida aquí y ahora entre nosotros….
¿Qué es lo que nos ciega? Merton dice que nuestras ilusiones. Si hay una palabra que Merton utiliza repetidamente y con una cierta predilección es la palabra ilusión. Podríamos decir que es un especialista en ilusiones, no porque tratara de sostenerlas, sino porque procuró desenmascararlas. Las ilusiones que Merton estudia se resumen perfectamente en las dos siguientes: la ilusión de que podemos conocernos a nosotros mismos y la ilusión de que podemos conocer a Dios.
La primera ilusión, que podemos conocernos a nosotros mismos, nos pone en camino hacia una búsqueda frenética de nuestro yo a través de la autosatisfacción, la autorrealización y la autoactualización. Es la ilusión en la que nos volvemos tan interesados por una identidad adquirida por nosotros mismos que nos preocupamos constantemente por cómo hacemos las cosas en comparación con otros, y nos obsesionamos por distinguirnos de los demás. Es la ilusión que nos pone en el camino de la competitividad, la rivalidad y, finalmente, la violencia. Es la ilusión que nos hace luchar por nuestro lugar en el mundo incluso a costa de los demás. Esta ilusión lleva a algunos de nosotros a un nervioso activismo, alimentado por la creencia de que somos el resultado de nuestro trabajo. Esta misma ilusión lleva a otros a la introspección morbosa que nace del supuesto de que somos nuestros sentimientos y emociones más profundos.
La segunda ilusión es que podemos conocer a Dios, que podemos decir con precisión quién es Dios y cuál es su voluntad para nosotros y para los demás. Esta es la gran ilusión que nos pone en camino hacia la autojustificación y la opresión. Es la ilusión que hace que los blancos piensen que saben qué es lo mejor para los negros, que los ricos piensen que saben qué es lo mejor para los pobres, y que los hombres piensen que saben qué es lo mejor para las mujeres. Es la ilusión del control, la ilusión de que somos dueños de nuestro propio destino, y que por tanto, podemos ejercer un poder ilimitado y exigir obediencia incondicional. Es la ilusión que lleva a Auschwitz, Hiroshima y Jonestown”.


“La llamada de Thomas Merton a la contemplación y a la acción”, sermón predicado por Henri Nouwen, en New York, 10 de diciembre de 1978, décimo aniversario de la muerte de Merton.

No hay comentarios:

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.