Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.
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viernes, 27 de abril de 2007
Bautismo y Conversión en Thomas Merton (4).
El día que empezó la guerra Merton acude a la misa en la iglesia de San Francisco de Asís, cerca de la estación de Pensilvania (New York):
“Recibía de la mano del sacerdote a Cristo en la Hostia, al mismo Cristo que era clavado de nuevo en la Cruz por efecto de mis pecados y de los pecados de todo el mundo egoísta, estúpido e idiota de los hombres.”(252)
Es en medio de toda esta situación descrita que llegaría a la mente de Merton el deseo de ser sacerdote; no mientras oraba, sino sentado en el suelo, una tarde de resaca, desayunando con sus amigos (255); comieron, conversaron, fumaron y luego salieron a pasear. Y nos dice Merton:
“En alguna parte, en medio de todo esto, una idea se me había ocurrido, una idea que era algo alarmante y bastante trascendente por sí misma, pero mucho más asombrosa en tales circunstancias. Tal vez muchos no creerán lo que estoy diciendo. Mientras estábamos allí en el suelo tocando discos y comiendo este desayuno (huevos revueltos, tostadas y café) surgió la idea: voy a ser sacerdote.”
¿Cómo describe Thomas Merton los sentimientos de aquel día?
NO ERA:
1- Una reacción de repugnancia especialmente intensa por estar cansado y desinteresado de la vida que llevaba.
2-Ni la música, o el otoño; no era una tendencia emocional, algo morboso u obsesionante.
3- Tampoco un objeto de pasión o capricho.
SI ERA:
1- “Una atracción fuerte, dulce, profunda e insistente que de súbito se dejó sentir; pero no como un movimiento de apetito hacia ningún bien sensible”.
2- “Era algo en el orden de la conciencia, un sentimiento nuevo, profundo y claro, de que esto era realmente lo que debía hacer.”
En aquel mismo lugar tuvo que expresar lo que sentía, y como al azar dijo a sus amigos: “Creo que debiera ingresar en un monasterio y hacerme sacerdote.” (255).
Ese mismo día, luego de compartir la misma idea con una muchacha con la que paseaba, Merton entra a una pequeña biblioteca católica para buscar un libro sobre órdenes religiosas, y de ahí a la iglesia jesuítica de San Francisco Javier, en la que nunca antes había entrado. Como conducido por la mano de Dios encuentra una puerta que lo conduce a una capilla en la que tenía lugar una celebración, sería una Novena o una Hora Santa.
“Apenas encontré sitio y caí sobre mis rodillas, empezaron a cantar el Tantum Ergo… todas estas personas, trabajadores, ancianas, estudiantes, empleados, cantaban el himno en latín al Santísimo Sacramento escrito por Santo Tomás de Aquino.
Fijé los ojos en el Monumento, en la Hostia blanca. Y entonces, súbitamente, se me hizo claro que toda mi vida estaba en crisis. Mucho más de lo que podía imaginarme o comprender o concebir ahora dependía de una palabra… de una decisión mía.” (257)
Es importante la lectura que hace el propio Merton de aquellos instantes:
1- Algo inesperado: No estaba preparado para esto, nada había estado más lejos de su mente.
2- Venido de Dios: “Llamado aquí bruscamente para responder a una pregunta que se había preparado, no en mi mente, sino en las profundidades infinitas de una providencia eterna”.
3- Oportunidad que podía perder: “Experimenté que era sólo por un momento”.
4- Un momento de crisis y de interrogación: Un momento inquisitivo, un momento de gozo. “Toda mi vida quedó en suspenso al borde de un abismo; pero esta vez el abismo era de amor y de paz, el abismo era Dios”.
5- Un acto intuitivo, interior: Más que racional, “un acto ciego e irrevocable el arrojarme. Pero si dejaba de hacerlo…”.
La pregunta estaba ahí: “¿Quieres realmente ser sacerdote? Si lo quieres dilo…”
Él respondió: “Si, quiero ser sacerdote, lo quiero con todo mi corazón. Si es tu voluntad, hazme sacerdote…” Y lo hizo mirando rectamente a la Hostia, sabiendo en ese momento como nunca antes a quién miraba.
Resumiendo: Si Merton encuentra es porque busca, ya sea que lo haga consiente o inconscientemente. Es algo inesperado que de alguna manera se espera. Lo que se describe es una verdadera experiencia interior. Aquí encontramos los dos descubrimientos de la experiencia de Dios: Yo soy nada (“Se me hizo claro que toda mi vida estaba en crisis”) y Él es todo (“Sabiendo en ese momento como nunca antes a quién miraba”). Descubrimiento profundo del ser de Dios, más allá del conocimiento intelectual o racional; ve la mano providente de Dios condiciéndole en medio de la historia humana. Confirma su sensación de que el bautismo es una llamada.
Merton, estimulado entonces por la baronesa Catalina de Huek, decide abandonar el colegio de Buenaventura donde trabajaba dando clases, para irse a Harlem, barrio pobre habitado fundamentalmente por negros, para apoyar la obra social que ella realizaba. Aun allí el tema de la vocación de deja de rondarle, y encuentros y palabras providenciales le fueron haciendo comprender que la negativa de los Padres Franciscanos a admitirle en el noviciado no suponía necesariamente que no tuviera vocación para el sacerdocio. Entonces volvió a pensar en los trapenses. (360-365).
Ser parte de todo...
-Thomas Merton-
Santidad es descubrir quién soy...
“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).
LA DANZA GENERAL.
Thomas Merton.
ORACIÓN DE CONFIANZA...
“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros
Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.
1 comentario:
Dios llama a cada uno de sus hijos a recorrer un camino particular, pero al leer la experiencia de Merton uno se llena de imágenes que ayudan a comprender mejor el camino propio. Gracias por acercarnos a esa experiencia singular.
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