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jueves, 12 de abril de 2007

Los diarios de Thomas Merton (2).


Seguimos con esta mirada a los diarios que Thomas Merton dejó escritos. Siguen diciendo los autores del prólogo a la síntesis de sus DIARIOS, Patrick Hart y Jonathan Montaldo:

“Escribir un diario fue la manera que tuvo Merton de realizar la “obra del corazón” de un poeta, el “trabajo interior” de un sabio, el “trabajo de la celda” de un monje. Escribir un diario fue el canal congénito a través del cual se encarnaron y adquirieron vida propia las innumerables respuestas interiores que su espíritu ofrecía al mundo. Una vez consignadas por escrito en un papel, sus palabras formaron frases dotadas de una verdad propia.
Al escribir sus diarios Merton era consciente de practicar una disciplina espiritual: el hecho de tener que poner por escrito sus vivencias le mantenía “despierto” hasta que una determinada pauta experimental desembocaba en fugaces epifanías –“destellos de verdad, pequeños y recurrentes fogonazos de una realidad que está fuera de toda duda y se materializa de forma instantánea”- que lo empujaba más lejos en “la dirección que se le había mostrado y hacia la cual se sentía llamado” (3 de marzo de 1966).
La escritura fue la religión que comprometió a Merton con su Dios. Podría decirse que Merton alumbró a Dios en sí mismo al escribir sobre la necesidad que él mismo sentía de que Dios naciese en él”.

¿Qué efecto tiene en los lectores la obra escrita de Thomas Merton? Esta es la respuesta que dan los autores de este artículo que citamos:
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“Los diarios de Merton animan a sus lectores a escribir en el Libro de la Vida, con la misma abundancia con que lo hizo él, reconociendo sus propios corazones tal como realmente son. Merton sabía que sus dilemas personales eran universales. Él sabía que también sus lectores anhelaban vivir sus propias vidas como “un libro en el que pudiera caber todo” para que Dios y todo el mundo lo leyera, a no ser que sus propios corazones exhibieran una muestra vergonzosa y temible de sus infinitas posibilidades.
Al escribir sus diarios Merton aprendió que en el Banquete de la Vida él comía el mismo alimento que todos los demás seres humanos. Aprendió que, como cualquier otro, también él necesitaba ocupar un lugar en torno a la mesa y recibir el sacramente de los momentos particulares de su vida”.

En fin, al lector de sus diarios, Merton se le revela en toda su humanidad y precariedad, y es por eso que la figura del monje trapense se nos hace aun más cercana y podemos identificarnos con ella.
(continuará…)

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Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.