Celebramos la Eucaristía cada día o participamos de ella con frecuencia, pero preguntémonos: ¿Qué es la Eucaristía? ¿Es algo más que una hermosa ceremonia, un rito consolador o una cómoda rutina? ¿Proporciona la Eucaristía esa vida que tiene poder para vencer la muerte? Todas estas preguntas son muy reales y siento una constante necesidad de responderlas. Y naturalmente que lo hemos hecho, pero las respuestas necesitan ser constantemente actualizadas en un mundo que cambia. El acontecimiento eucarístico revela las más profundas experiencias humanas, como son la tristeza, la atención a los demás, la invitación, la intimidad y el compromiso. Resume la vida que estamos llamados a vivir en el nombre de Dios. Sólo cuando reconocemos la riquísima red de conexiones entre la Eucaristía y nuestra vida en el mundo, puede aquella ser “mundana” y nuestra vida “eucarística”. Los cinco aspectos principales de la celebración eucarística aparecen destacados en un conocido relato evangélico: el de los discípulos de Emaús. Ahí se nos habla de pérdida, presencia, invitación, comunión y misión. Todos ellos constituyen en su conjunto una dinámica: la que consiste en pasar del resentimiento a la gratitud, es decir, de un corazón endurecido a un corazón agradecido. Así, la Eucaristía expresa esta dinámica espiritual y la vida eucarística nos invita a experimentarla y afirmarla en cada instante de nuestra existencia diaria; porque lo que celebramos y lo que estamos llamados a vivir son, en esencia, la misma cosa.
Así, el relato evangélico y la Eucaristía comparten el mismo esquema, a saber:
1- Lamentar la pérdida: “Señor, ten piedad”.
2- Discernir la Presencia: “! Es Palabra de Dios!”
3- Invitar al Desconocido: “Yo creo”.
4- Entrar en comunión: “Tomad y comed”.
5- Partir en misión: “Vayan y prediquen”.
La palabra Eucaristía significa literalmente “acción de gracias”. Una vida eucarística necesita ser vivida con agradecimiento. El agradecimiento necesita ser descubierto y vivido con gran finura interior. Y es que nuestras pérdidas, nuestras experiencias de rechazo y abandono y nuestros muchos momentos de desilusión no dejan de arrastrarnos a la ira, la amargura y el resentimiento. Jesús nos dio la Eucaristía para que pudiéramos optar por el agradecimiento. Esta es una opción que nosotros mismos debemos tomar y que nadie puede tomar por nosotros. En la Eucaristía nos invita a mirar nuestra vida de un modo totalmente nuevo, desde arriba, donde Dios nos ofrece su gloria. Por ella nuestras pequeñas vidas se hacen grandes, y ello forma parte del misterioso trabajo de salvación de Dios. (Continuará…)
2 comentarios:
Esta entrada me ha dado mucha luz; Henri Nouwen es uno de mi autores preferidos y su misma vida es inspiradora para mí. Gracias.
Marcos.
Reflexiones como esta son necesarias y muy útiles para ayudarse a vivir la Eucaristía siempre de modo nuevo.
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