Seguidores

martes, 3 de abril de 2007

La Vida Consagrada. Thomas Merton.


De la lectura de EL SIGNO DE JONÁS están tomados estos textos, que si bien hablan de la vida monástica en particular pueden aplicarse a toda vida de consagración.

“Las limitaciones de cada monje y las de la comunidad en que vive, forman parte del plan de Dios para la santificación de las comunidades e individuos. El voto de constancia impide al monje entregarse a la vana esperanza de soñar en hallar un “monasterio perfecto”. Ello implica un profundo acto de fe: el reconocimiento de que no importa con quiénes estamos o con quiénes vivamos, siempre que podamos dedicarnos a la oración, gozar de silencio, pobreza y soledad, ocupados en trabajos manuales, leer y estudiar las cosas de Dios y, sobre todo, amar al prójimo como Cristo nos amó a nosotros”. (15)

“Difícil es la constancia para un hombre cuyo ideal monástico contiene algún matiz o elemento extraordinario. La vida monástica es, por su misma naturaleza, ordinaria. La rutina es una de sus máximas bendiciones. La monotonía exterior de la observancia regular nos libra de problemas inútiles, nos aparta de las minucias de la vida y nos absuelve de la tediosa necesidad de trazar planes y de llegar a decisiones personales. Quedamos así libres para orar todo el día y vivir a solas con Dios”. (15)

“Un monje puede siempre, lícita y simbólicamente, compararse con un profeta, porque los monjes son los descendientes y herederos de los profetas. El profeta es un hombre cuya vida entera constituye una prueba fehaciente de la providencial acción de Dios en el mundo. Todo profeta es un signo y un testimonio de Cristo. Todo monje en el que Cristo viva y en el que, por consiguiente, se cumplan todas las profecías, es, repito, testimonio y signo del Reino de Dios. Hasta nuestros errores son más elocuentes de lo que pensamos”. (15-16)

Los textos anteriores refieren a la condición del hombre religioso, del monje; cada uno de ellos vale para una reflexión sobre la vida consagrada. Merton reproduce ideas clásicas de la espiritualidad monástica cristiana, pero estas ideas precisan de una mirada crítica, porque llevan consigo elementos cuestionables, propios del momento espiritual que el propio Merton vivía: resignación, conformidad, perfección individual, poca dimensión comunitaria, poco estímulo a la libertad y decisión personal.

Elementos positivos:

1-Valor de la fidelidad (texto 1)
2-Valor de la Vida cotidiana (texto 2)
3- Valor de nuestra vida como profecía (texto 3).

1 comentario:

Anónimo dijo...

mmmm, hay mucho que decir sobre esto, y estoy rumiándolo primero, pero creo que Merton apunta a realidades importantes en la vida consagrada, aun cuando el momento en que las escribió tenga sus características particulares. Espera mi opinión.
Hna Lucía.

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.