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sábado, 21 de abril de 2007

"Esto es santidad".Thomas Merton.


Decir que he sido creado a imagen de Dios es decir que el amor es la razón de mi existencia, ya que Dios es amor. El amor es mi verdadera identidad. El desinterés es mi verdadero yo. El amor es mi verdadera personalidad. El amor es mi nombre. Así pues, si hago, pienso, digo o conozco algo que no sea sólo por amor a Dios, no puede darme paz, descanso, plenitud ni alegría. Parea encontrar el amor tengo que entrar en el santuario donde está escondido, que es el misterio de Dios. Y para entrar en Su santidad tengo que llegar a ser santo como Él es santo, perfecto como Él es perfecto.
¿Cómo puedo siquiera atreverme a concebir tal pensamiento? ¿No es una locura? Ciertamente es una locura si creo saber lo que son realmente la santidad y la perfección de Dios en sí mismas y pienso que de algún modo yo puedo imitarlas. Tengo que empezar, pues, por comprender que la santidad de Dios es, para mí y para todos los seres humanos, algo que está más allá de la más elevada idea de cualquier género de perfección, más allá de cualquier enunciado humano pertinente.
Para ser “santo”, pues, tengo que ser algo que no comprendo, algo misterioso y escondido, algo que parece contradecirse; pues Dios, en Cristo, “se vació”. Se hizo hombre y habitó entre pecadores. Fue considerado un pecador. Fue condenado a muerte como un blasfemo, como uno que, al menos implícitamente, había negado a Dios y se había rebelado contra la santidad de Dios. DE hecho, la principal cuestión en el proceso y condena de Cristo fue precisamente la negación de Dios y de su Santidad. Así pues.
, Dios mismo fue condenado a morir en la cruz porque no estuvo a la altura del concepto que el hombre tenía de Su santidad… No era suficientemente santo, no era santo de la manera apropiada, no era santo del modo en que se esperaba. Por consiguiente, no era Dios en absoluto. Y, de hecho, fue abandonado y olvidado incluso por Sí mismo. Era como si el Padre hubiera negado al Hijo, como si el poder y la misericordia divinos hubieran fracasado estrepitosamente.
Al morir en la cruz, Cristo manifestó la santidad de Dios en aparente contradicción consigo misma. Pero en realidad esta manifestación fue la negación y el rechazo completo de todas las ideas humanas de santidad y perfección. La Sabiduría de Dios se hizo locura para los hombres, Su poder se manifestó como debilidad, y Su santidad se hizo, según ellos, profana. Pero la escritura dice que “lo que es grande a los ojos de los hombres es una abominación a los ojos de Dios”, y en otro lugar dice Dios: “Mis pensamientos no son vuestros pensamientos”.
Así pues, si queremos buscar alguna manera de ser santos, tenemos que renunciar, ante todo, a nuestro modo de ser y a nuestra sabiduría. Tenemos que “vaciarnos”como hizo Él. Tenemos que “negarnos a nosotros” y, en cierto sentido, reducirnos a “nada”, a fin de poder vivir, no ya en nosotros, sino en Él. Tenemos que vivir por un poder y una luz que es como si no existieran. Tenemos que vivir gracias a la fuerza de un aparente vacío que está siempre realmente vacío y, sin embargo, nunca deja de socorrernos en todo momento. Esto es santidad.
No puedo lograr nada de esto mediante ningún esfuerzo personal, gracias a mis afanes o a la competición con otros seres humanos. Tengo que abandonar todos los caminos que los hombres pueden seguir o comprender. Yo que estoy sin amor, no podré llegar a ser amor si el Amor no me identifica consigo mismo. Pero si Él envía Su propio Amor, a Sí mismo, para actuar y amar en mí y en todo cuanto yo hago, entonces seré transformado, descubriré quién soy y poseeré mi verdadera identidad perdiéndome en Él. Esto es lo que se llama santidad. (“Nuevas Semillas de Contemplación”.)

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Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.