En los días subsiguientes aparecen algunas notas sobre el tema que apuntamos a continuación:
“! Cuán poco leí las Escrituras durante el noviciado! Recuerdo haber andado por el jardín en las mañanas de verano leyendo a Jeremías y a San Pablo, pero muy superficialmente. No obstante, sí he leído los comentarios de los Padres sobre las Escrituras, aunque más por curiosidad de conocer sus opiniones que para otra cosa. He leído también el Cantar de los Cantares varias veces – eso lo recuerdo bien-, especialmente los últimos párrafos”.
“Leyendo la Biblia me siento tan renovado que diríase que toda la naturaleza se renovara conmigo y en torno a mí. El cielo me parece de un más puro y frío azul, los árboles más intensamente verdes, más ligeros los contornos de los bosques y las montañas, y todo el mundo aparece colmado de la gloria de Dios, mientras siento brotar fuego y música de la tierra que piso”.
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