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sábado, 2 de junio de 2007

Practica del camino interior.


"Que el hombre madure, que se emancipe, es un proceso de desarrollo que no se cumple por sí mismo, como ocurre en el ámbito de la naturaleza con la maduración de un fruto, sino que requiere su colaboración. En el campo de los impulsos naturales, basta con admitir el movimiento que se deja sentir para que se cumpla el deseo. Basta con dejarse llevar por el impulso que nos mueve con su fuerza elemental para que se siga el cumplimiento del instinto. En el terreno del espíritu eso es completamente diferente. También aquí, seguir el impulso es la premisa para el movimiento. Pero la onda del movimiento se aplana si el hombre no toma aquello que le “toma” a él, si él no decide hacer realidad aquello que le mueve, siéndole fiel, y si no se empeña en seguir lealmente ese movimiento. Progresar en la realidad espiritual supone siempre transformarse. Toda transformación exige abandonar algo que corresponde a una forma de vida aceptada hasta entonces. Ocurre así cuando, por ejemplo, se deja un hábito, una exigencia, un punto de vista o una posición teórica o práctica (incluso, si se ha ganado tras ardua lucha). A fin de cuentas, de lo que se trata es de abandonar la preponderancia natural de una concepción de la vida formada a partir del yo existencial. Porque dejar todo aquello a lo que, por costumbre, se estaba naturalmente unido es difícil, la transformación espiritual supone y es trabajo, siempre trabajo, ejercicio y siempre ejercicio. Ello no sólo requiere una práctica interior, sino también un ejercicio que abarque la forma de estar, por consiguiente un ejercicio del cuerpo. Una práctica fundamental que tiene como sentido la transformación es la meditación". (K.G. Dürckheim).

1 comentario:

Anónimo dijo...

Este es un gran autor, con una sabiduría muy especial, y aunque no sea expresamente cristiano (no sé hasta que punto comulgaba con el cristianismo) su enseñanza puede ayudar muchísimo a alcanzar una experiencia de Dios en la interioridad. Recomiendo sus libros.

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.