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jueves, 3 de enero de 2008

Apertura e intimidad en Thomas Merton.

"Apertura e intimidad religiosas son los dos polos de una constante y dinámica tensión creativa que explican que el singular viaje monástico de Thomas Merton tenga alcance universal. La "re-ligación" verdadera, en la experiencia de Merton (quien, a su vez recoge el rico legado de la tradición del Císter), reclama el concurso de ambas disposiciones y sin ellas la persona cae en olvido tanto de su filiación divina como de su horizonte de sentido. Hombres y mujeres con señas de identidad muy diversas podemos reconocernos hoy en día en la lucha, nunca fácil pero siempre plenamente humana, que Merton sostuvo por mantener el equilibrio entre ambas. Y es que Merton, en su condición de monje, se percató de que lo que nos plenifica es un misterio de amor que trasciende infinitamente, sin repudiarlas, las dimensiones sensorial, emocional y racional del ser humano. Mas esa luz inefable, que los cristianos reconocemos como Dios del Amor y realidad trascendente, es a la vez lo más íntimo de nuestro ser, más incluso que nosotros mismos, hasta el punto de que sin ella no existiríamos.
Esas dos experiencias axiales de apertura a la trascendencia e inmanencia íntimas, que no son sino los ejes de la ciencia de la Cruz del Cristianismo, y las inmensas consecuencias existenciales que de ellas se derivan, son el elemento vertebrador de la vida y obra de Thomas Merton.
Su voluminosa producción, sus reflexiones, cartas, plegarias, sus preocupaciones, diálogos, encuentros, su miríada de intereses no son sino variaciones sobre ese mismo tema. "Mis ideas -escribe Merton en su diario (25 de enero de 1964)- están siempre cambiando, siempre moviéndose alrededor de un centro, siempre viendo ese centro desde ángulos diferentes." Bajo esa luz cabe entender que él hablara del monasterio utilizando indistintamente el epíteto clásico "escuela de caridad" o el moderno "escuela de realidad". Contemplar, amar y obrar son, en síntesis, los radios que emergen de ese centro y convergen en él".
Fernando Beltran Llavador.

1 comentario:

mj dijo...

Es cierto, P.Manuel, yo me veo reflejada en algunos escritos de Thomas M.; y creo en el misterio de ese amor que nos trasciende...
Jose

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.