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jueves, 28 de febrero de 2008

Camino de conversión en TM.


En la vida de Thomas Merton diversas circunstancias concurrieron para precipitar su proceso de conversión., y cada una de ellas acentuaría su sentimiento agudo de soledad y extrañamiento en medio de la sociedad de su tiempo, de la que se sabía hijo adoptivo.

1- En primer lugar, la tremenda movilidad de su vida en su más temprana juventud; hay que observar que, cuando Merton contaba con dieciocho años de edad, había viajado más de lo que podría hacerlo una inmensa mayoría de personas en toda su vida. La vida de Merton quedó configurada, desde su nacimiento, por un continuo cambio de residencia; la abadía de Getsemaní habría de ser el primer lugar físico estable, aunque en lo interno Merton jamás pudiera renunciar a su impulso peregrino. De ahí que el cambio constante, la impermanencia y la imprevisibilidad constituyeron el clima de si infancia.
2- Otro de los factores decisivos en la búsqueda de la fe del joven Merton fue su temprano y repetido encuentro con la muerte de sus seres más cercanos: la de su madre, a los seis años, precedida de una, y la única carta que ella misma escribiera al niño explicándole de una forma adulta la situación; la de su padre, diez años más tarde, carente de sentido y más allá de toda lógica para el entonces adolescente Thomas; la propia experiencia personal de la presencia de la muerte en un momento de enfermedad, un año más tarde; y la de sus parientes más cercanos: la de su tía Maud en 1933, y con ella, la muerte de su niñez, y la de sus abuelos, con la diferencia de tan sólo un año entre ambas.
3- Igualmente decisiva en la historia de su conversión fue la conciencia creciente de su condición de pecador y su proporcional necesidad de perdón; este es uno de los elementos decisivos en la reorientación de su vida y en su ingreso en la orden cisterciense de la estricta observancia, una “comunidad de perdón”. Varios pasajes de su Autobiografía confirman lo anterior, y el lector, ante afirmaciones algo fuertes no ha de olvidar que algunos elementos de su historia personal fueron censurados en el texto, el principal su involuntaria paternidad.

Ciertamente que Merton entró en la orden cisterciense desengañado del mundo y con la intención de no quedar atrapado en sus múltiples reclamos engañosos, pero al hacerlo proclamaba la necesidad de una sociedad mejor, y perseguía una alternativa comunitaria a lo que había experimentado en el orden secular.
Para Merton, el error central de los innumerables equívocos sociales, ese sistema corporativo de autoengaños, residía en que la actividad social carece de aliento contemplativo y está falta de raíces espirituales. Ese alejamiento del centro espiritual, auténtico axis mundi de la soledad y la sociedad de las personas es, para nuestro crítico contemplativo, el responsable último de la alienación humana.

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Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.