Mañana comienza el tiempo de Cuaresma. Es un tiempo para estar contigo de una forma especial, un tiempo para orar, para ayunar y, de esta forma, seguirte en tu camino a Jerusalén, al Gólgota, y a la victoria final sobre la muerte.
Estoy, todavía, tan dividido. Verdaderamente quiero seguirte, pero también quiero seguir mis propios deseos, y prestar atención a las voces que hablan de prestigio, éxito, respeto humano, placer, poder e influencia. Ayúdame a ser sordo a estas voces y a estar más atento a tu voz que me llama a elegir el sendero angosto hacia la vida.
Sé que la Cuaresma va a ser un tiempo muy difícil para mí. La elección de tu camino debe hacerse en cada momento de mi vida. Tengo que elegir los pensamientos que sean tus pensamientos, las palabras que sean tus palabras y las acciones que sean tus acciones. No hay lugares ni momentos sin elecciones. Y sé cómo me resisto profundamente a elegirte.
Por favor, Señor, quédate conmigo en todo momento y en todo lugar. Dame la fuerza y el coraje de vivir esta temporada fielmente, de manera que, cuando llegue la Pascua, pueda experimentar, con alegría, la nueva vida que has preparado en mí.
Amén”.
Henri Nouwen, 11 de febrero de 1986.
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