Hoy, segundo domingo de Cuaresma, la Iglesia se detiene a meditar en el hermoso pasaje evangélico de la transfiguración, verdadero símbolo de nuestra condición espiritual. Vale la pena escuchar o leer detenidamente este texto bíblico y dejarlo estar dentro de nosotros, para que nos revele toda su riqueza, toda su fuerza, toda su luz. Mientras tanto les dejo otra entrada de mis "Cuadernos personales", en los que reseño lo vivido el pasado año por estas mismas fechas. Gracias a los amigos y amigos que siguen fielmente este blog, y gracias a María José, que quiso premiarlo también.
25 de febrero: Primer domingo de Cuaresma. Tengo el propósito de presentar esta mañana a la comunidad parroquial el camino cuaresmal como “primavera sacra de la iglesia”. Las lecturas bíblicas de este día son todas ellas una profesión de fe; con esta prenda de salvación nos adentramos en el “desierto”. Hay dos posturas frecuentes, ambas erradas: una, pensar que todo se consigue a través del esfuerzo personal, de la voluntad; que todo depende de mí. La otra, pensar que no hay que hacer nada, total pasividad, cruzarse de brazos, dejarlo todo a Dios. Lo cierto es la confianza: Dios toma siempre la iniciativa, da el primer paso, pero precisa de la respuesta nuestra para llevar a cabo su obra. La propuesta: redescubrir el valor de la ascesis cristiana (conjunto de esfuerzos mediante los cuales se quiere progresar en la vida moral y espiritual), pero, importante: esto no tiene un fin en sí mismo, sino que apunta siempre a un fin de orden mayor: la integración y plenitud personal, el crecer en comunión con Dios y con los hermanos. Tenemos que recoger la experiencia de la tradición cristiana sobre estos temas (ayuno, penitencias, austeridad) y preguntarnos por las formas actuales de vivirlos.
26 de febrero: lunes. Estoy tratando de reconocer mis propios mecanismos psicológicos, mis motivaciones e impulsos, mis temores y deseos. Puedo ver que la gracia de Dios va conmigo y me hace crecer, lo mismo que comprendo cuáles son mis pecados y debilidades. Ciertos sentido de la culpa puede encender también el deseo de renovación, y pido en la oración que esta primavera del Espíritu me ayude a florecer para Dios y todos mis hermanos.
27 de febrero: Cuaresma es enfrentar los demonios en el desierto; es reconocer nuestra propia complejidad. Ir al desierto significa enfrentarnos directamente con nuestro caos interior, y entender que todos nosotros tenemos muchas personas diferentes en nuestro interior.
28 de febrero: Acaba el mes, y mi trabajo con el blog dedicado a Thomas Merton y la espiritualidad dio ayer un paso de avance, pues conseguí enriquecerlo en contenido y en imagen. Las temperaturas vuelven a ser cálidas, incluso de noche. Nuestras Madres Carmelitas elegirán nueva priora el sábado próximo, aprovechando la presencia del P.Vicario, que hace la visita en otra de nuestras casas.
Volví a luchar ayer con la tentación, y aunque no logré superarla del todo, tuvo menos efecto y poder sobre mí, gracias a la acción de la “Santa Palabra”; es importante acudir a la Escritura como fuente de constancia y luz en el camino evangélico.
“Sé que por cada invierno hay una primavera”.
Esta mañana tuve una especial comprensión de lo que llama Jesús “el signo de Jonás”, y lo entendí como una Palabra de Dios para mí en el otro, el prójimo, y sobre todo en los más alejados. Es la conversión del otro, su vida como testimonio, lo que aparece ante mí como Voz de Dios.
1 comentario:
Gracias por compartir estos diarios, sobre todo cuando escribes de la parte más personal de tu camino espiritual. Eso también me sirve para aprender y progresar en estos días. Y también para hacer mía esta frase:
"Sé que por cada invierno hay una primavera”.
Bendiciones
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