Más adelante, Bloy se casaría y tuvo cuatro hijos, pero su vida permaneció signada por la aflicción. Logró publicar docenas de libros, pero pocos de ellos vendieron más de mil ejemplares. Como resultado él y su familia se vieron destinados a una atroz pobreza, pasando muchos inviernos cerca de la inanición. Dos de sus hijos murieron a causa de esto. Tal vez tenía alternativas a esta crítica situación, pero Bloy parecía sentir, con una suerte de seguridad religiosa, que estaba llamado a dedicarse a su testimonio religioso y a confiar enteramente en la providencia de Dios, así como a identificarse con aquellos que nada tenían y así dar testimonio de la santidad de la pobreza.
Bloy además sentía una santa ira ante el materialismo y la injusticia de la sociedad moderna. Entre otros males del momento, dedicó una considerable atención al auge del antisemitismo cristiano. Como pocos contemporáneos Bloy sentía una profunda veneración por las raíces judías de la Iglesia.
Bloy, sin embargo, recibió escaso reconocimiento por parte de la Iglesia, y dentro del mundo literario se le veía como un fanático católico. No obstante, sus obras le atrajeron un cierto número de lectores devotos, muchos de los cuales se hicieron amigos de él. Habría que mencionar a una joven pareja, Jaques y Raissa Maritain, quienes, inspirados por sus escritos y su amistad, entraron en la Iglesia Católica. Bloy fue su padrino, un privilegio que apreciaba más que cualquier otro honor.
Con la llegada de la Primera Guerra Mundial, Bloy cayó en una creciente melancolía; esta era una vislumbre de sufrimientos aún más apocalípticos y terribles por venir. Su vida terminó el 3 de noviembre de 1917, y los que le conocieron pudieron comprobar luego que sus advertencias no eran vanas. Sus rezos y sus llantos por lo que consideraba sus fracasos eran el dolor de un profeta por el mundo que conoció.
“Dios me ha dado el sentido, la necesidad, no sé cómo decirlo, el instinto del Absoluto, de la misma manera en que dio las espinas al puerco espín y su trompa al elefante. Es un don extremadamente raro del que he estado consciente desde niño, una facultad más peligrosa y aun más colmada de sufrimiento que el genio. Porque comprende un hambre insaciable y rapaz por lo que la tierra no tiene, y su efecto en el que lo posee es una ilimitada soledad. Podría haberme convertido en un santo y hacedor de milagros. ¡Pero me convertí en un hombre de letras!”
2 comentarios:
he leido algo de bloy y me encanta, esata frase que has escrito en el blog , de que libro es?, en chile no encuentro nada de bloy. Oajla escribas mas frases de este gran escritor , gracias
Hoy día no se publica a Bloy, al menos en español. Lo que he leido de él es en ediciones muy viejas. Prometo buscar y publicar algo más sobre él. Gracias por dejar tu mensaje.
Publicar un comentario