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sábado, 10 de noviembre de 2007

Leon Bloy: peregrino del Absoluto.


El novelista LEON BLOY fue más que un simple hombre de letras. Para sus amigos era un profeta, un “peregrino del Absoluto”, un hombre inflamado del celo por la justicia y el amor a Dios. Para sus críticos era un hombre cegado por mirar demasiado tiempo al sol. En cualquier caso, fue uno de los que ayudaron a estimular el extraordinario renacimiento de la literatura católica francesa a comienzos del siglo XX.

Bloy, tenía escasa educación formal, y pasó la mayor parte de su juventud a la deriva y sin rumbo, de trabajo en trabajo. Sus relaciones con la Iglesia reflejaban similar inconstancia, sus flirteos con la piedad alternaban con la cruda rebelión. El momento decisivo de su vida llegó con la atracción por Verónica, una prostituta empobrecida. Bloy se dedicó a “rescatarla”. Ella se vio pronto inmersa en una conversión religiosa tan dramática que arrastró al propio Bloy en su despertar. Desgraciadamente su exaltación religiosa dio lugar, más tarde, a la locura, y la pobre pasó el resto de su vida en un asilo. Bloy quedó al borde de la desesperación, pero con su fe intacta, junto con un nuevo e inquebrantable sentido de su vocación: sería escritor.
Más adelante, Bloy se casaría y tuvo cuatro hijos, pero su vida permaneció signada por la aflicción. Logró publicar docenas de libros, pero pocos de ellos vendieron más de mil ejemplares. Como resultado él y su familia se vieron destinados a una atroz pobreza, pasando muchos inviernos cerca de la inanición. Dos de sus hijos murieron a causa de esto. Tal vez tenía alternativas a esta crítica situación, pero Bloy parecía sentir, con una suerte de seguridad religiosa, que estaba llamado a dedicarse a su testimonio religioso y a confiar enteramente en la providencia de Dios, así como a identificarse con aquellos que nada tenían y así dar testimonio de la santidad de la pobreza.
Bloy además sentía una santa ira ante el materialismo y la injusticia de la sociedad moderna. Entre otros males del momento, dedicó una considerable atención al auge del antisemitismo cristiano. Como pocos contemporáneos Bloy sentía una profunda veneración por las raíces judías de la Iglesia.
Bloy, sin embargo, recibió escaso reconocimiento por parte de la Iglesia, y dentro del mundo literario se le veía como un fanático católico. No obstante, sus obras le atrajeron un cierto número de lectores devotos, muchos de los cuales se hicieron amigos de él. Habría que mencionar a una joven pareja, Jaques y Raissa Maritain, quienes, inspirados por sus escritos y su amistad, entraron en la Iglesia Católica. Bloy fue su padrino, un privilegio que apreciaba más que cualquier otro honor.
Con la llegada de la Primera Guerra Mundial, Bloy cayó en una creciente melancolía; esta era una vislumbre de sufrimientos aún más apocalípticos y terribles por venir. Su vida terminó el 3 de noviembre de 1917, y los que le conocieron pudieron comprobar luego que sus advertencias no eran vanas. Sus rezos y sus llantos por lo que consideraba sus fracasos eran el dolor de un profeta por el mundo que conoció.


“Dios me ha dado el sentido, la necesidad, no sé cómo decirlo, el instinto del Absoluto, de la misma manera en que dio las espinas al puerco espín y su trompa al elefante. Es un don extremadamente raro del que he estado consciente desde niño, una facultad más peligrosa y aun más colmada de sufrimiento que el genio. Porque comprende un hambre insaciable y rapaz por lo que la tierra no tiene, y su efecto en el que lo posee es una ilimitada soledad. Podría haberme convertido en un santo y hacedor de milagros. ¡Pero me convertí en un hombre de letras!”

2 comentarios:

Anónimo dijo...

he leido algo de bloy y me encanta, esata frase que has escrito en el blog , de que libro es?, en chile no encuentro nada de bloy. Oajla escribas mas frases de este gran escritor , gracias

Manuel dijo...

Hoy día no se publica a Bloy, al menos en español. Lo que he leido de él es en ediciones muy viejas. Prometo buscar y publicar algo más sobre él. Gracias por dejar tu mensaje.

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.