(Tomado de: “Los hombres no son islas”)
1- Si mi alma silencia a la carne por un acto de violencia, la carne se vengará infeccionándola secretamente del espíritu de venganza. La amargura y el mal humor son las flores de un ascetismo que solamente ha castigado el cuerpo. Porque el espíritu está por encima de la carne, pero no completamente independiente de la carne: cosecha en sí aquello que siembra en la carne. Si el espíritu es débil con la carne, encontrará en la carne la imagen y la acusación de su debilidad. Pero si el espíritu es violento con la carne, sufrirá por la repercusión de la carne contra la violencia. El falso asceta comienza por ser cruel con todos, porque es cruel consigo mismo; pero termina por ser cruel con todos menos consigo mismo.
2- Sólo existe un ascetismo verdadero: el que es guiado por el Espíritu de Dios y no por el espíritu de uno mismo. El espíritu del hombre primero debe sujetarse a la gracia y entonces podrá traer la carne a la sujeción de la gracia y de sí mismo. “Si por el Espíritu mortifican los hechos de la carne, vivirán” (Romanos 8, 13).La Gracia es caritativa, misericordiosa, amable, no buscadora de su interés. La gracia inspira en nosotros únicamente el deseo de la voluntad de Dios, sea ésta la que sea, sin importar si es agradable o desagradable a la naturaleza. Así pues, aquellos que dan muerte a la pasión, no por el veneno de la ambición, sino al puro filo de la espada de la voluntad de Dios, vivirán en el silencio de la verdadera paz interior, porque sus vidas están escondidas con Cristo en Dios. Tal es la mansa “violencia” de los que toman el Cielo impetuosamente.
3- La vida espiritual no es sólo una negación de la materia. Cuando el Nuevo Testamento habla de la carne como enemigo nuestro, toma la carne en un sentido especial. Cuando Cristo dijo: “La carne nada aprovecha” (Juan 6, 64), hablaba de la carne sin espíritu, de la carne viviendo para sus propios fines no solamente en las cosas sensuales, sino aun en las espirituales. Una cosa es vivir en la carne y otra muy distinta vivir según la carne. En este último caso se adquiere “la prudencia de la carne, que es contraria a Dios”, porque se hace de la carne un fin en sí, siendo así que cuando estamos en este mundo nuestra vocación exige que vivamos espiritualmente aun cuando estemos todavía “en la carne”. Todo nuestro ser –cuerpo y alma- debe espiritualizarse y elevarse por medio de la gracia. El Verbo que se hizo carne y habitó entre nosotros, que nos dio Su carne como alimento espiritual, que está sentado a la diestra de Dios en cuerpo divinamente glorificado, y que un día resucitará nuestros cuerpos de entre los muertos, no quiere que despreciemos el cuerpo o lo tomemos a la ligera cuando nos dijo que nos neguemos a nosotros mismos. Hemos ciertamente de controlar la carne, hemos de “castigarla y someterla”, pero ese castigo es para beneficio del alma y del cuerpo. Porque el bien del cuerpo no se encuentra sólo en el cuerpo, sino en el bien de la persona entera.
1 comentario:
.."la gracia inspira en nosotros únicamente el deseo de la voluntad de Dios"..todo el texto y esta frase en especial me dieron luz para pedir con más ánimo el deseo de buscar y hallar la voluntad de Dios en todo...
Inés
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