Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.
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viernes, 29 de enero de 2010
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Si confío en Ti...
miércoles, 20 de enero de 2010
DIÁLOGOS CON EL SILENCIO
viernes, 15 de enero de 2010
MERTON Y CUBA
Henri NOUWEN
martes, 12 de enero de 2010
ABRIR LAS MANOS.
SANTIDAD Y CATOLICIDAD
1. LCA, 69. Dice F. Beltrán que para TM, el verdadero catolicismo no consiste tanto en actuar de acuerdo a un estándar de verdad abstracto, ni su universalidad se ha de confundir con un discurso teológico totalitario y uniformizador, sino antes bien con la comunión espiritual y concreta con los gozos y sufrimientos de toda la humanidad. LCA, 118.
2. SJ; 345.
3. SJ, 363.
4. En CEC, 172: “Ser verdaderamente católicos no es meramente ser correctos según un canon de verdad abstractamente universal, sino también y sobre todo, ser capaz de entrar en los problemas y las alegrías de todos, comprender a todos, serlo todo para todos”.
5. CEC, 48. “Por ejemplo, qué pasa con la santidad de la Iglesia. ¿Se trata simplemente de declarar que la Iglesia es Cristo hecho presente visiblemente en el mundo; que en ella resplandece la santidad de Cristo para que la vean todos? ¿Y habría que declararlo esto de un modo que no hiciera distinción entre la Iglesia como comunidad de personas unidas en el amor, y como institución en que los individuos están organizados por la ley, de modo que su obediencia a la ley llega a ser, de hecho, una epifanía de la santidad de Cristo? ¿Y eso significaría que eso mismo es evidente para todos los elegidos, y que no se requiere más prueba de santidad? ¿Qué la rectitud de los que obedecen a las leyes es en realidad una prenda a la vez de santidad y de felicidad? ¿Qué su disciplina es alegría? ¿Qué los que no lo ven están ciegos por mala voluntad y pecado? ¿Qué la prueba de santidad de la Iglesia es quizá que los piadosos ven que la obediencia ciega es piadosa y los impíos no la ven?”.
6. DI, 169 y CEC, 22 y 134.
7. DI, 175.
8. DI, 181.
9. SJ, 320.
10. “Creo que hemos llegado a una etapa de madurez religiosa en la cual puede ser posible que alguien permanezca fiel a su compromiso monástico cristiano y occidental y a la vez aprender en profundidad de una disciplina y experiencia, digamos, budista o hindú. Creo que algunos de nosotros necesitamos hacer eso para mejorar la calidad de nuestra propia vida monástica y para ayudar en la tarea de la renovación monástica que se ha emprendido en la Iglesia de occidente”. Thomas Merton; citado por F. Beltrán, en: LCA, 150.
martes, 5 de enero de 2010
LECTURAS
sábado, 2 de enero de 2010
UNA SANTIDAD CREATIVA
Notas:
1. Reconoce como un elemento negativo en la vida monástica el hecho de que a menudo aparece el monje como fundido en un molde, en una personalidad colectiva y profesional, que ahoga toda singularidad. SJ, 285. Cree que muchos no alcanzan la santidad, porque pasan todo el tiempo intentando ser otros, y no ellos mismos. “Por muchas absurdas razones, están convencidos de que están obligados a convertirse en alguien que murió doscientos años antes y vivió en circunstancias completamente ajenas a las suyas”. Quieren poseer la santidad de otros, y eso es egoísmo. SC, 59. También en CEC, 171-172 habla de la peor tentación a la que sucumben muchos monjes al comienzo de la vida espiritual: “sencillamente renunciar a pedir y buscar. Dejárselo todo a los superiores en esta vida y a Dios en la próxima”.
2. Hay una concepción de la “santidad” vinculada con el “hacer”; en SJ, 84, narra la situación de un monje mayor, enfermo, que se resiste a quedarse en la cama: “Es imposible mantenerle alejado de la comunidad. Quiere participar en todos los ejercicios regulares hasta que se le doblen las piernas. Para los trapenses, la santidad ha consistido precisamente en eso durante generaciones y generaciones”. También: “Los trapenses creen que todo lo que les cuesta un esfuerzo es voluntad de Dios. Todo lo que les hace sufrir, voluntad de Dios. Si sudan, voluntad de Dios. Pero albergamos serias dudas acerca de las cosas que no exigen inversión alguna de energía física….y como convertimos en fetiches las dificultades, a veces trabajamos en las circunstancias más absurdas que se puedan imaginar, sacrificándonos no por Dios, sino por nosotros mismos”. SJ, 62.
3. “Pregunté al padre abad acerca de las causas de la santidad del hermano Gregory. Yo no tenía ni la menor idea de la respuesta que se me iba a dar. Me hubiera hecho feliz oír hablar de algo relacionado con el profundo y sencillo espíritu de oración, con las insospechadas alturas de la fe, la pureza de corazón, el silencio interior, la soledad y el amor a Dios. Tal vez el hermano Gregory habló con las aves, como San Francisco. Pero el padre abad me contestó prontamente: Ese hermano estaba siempre trabajando. No sabía lo que era estar ocioso. Si lo enviaba a cuidar las vacas en la pradera, siempre encontraba otras muchas cosas que hacer. Por ejemplo, traía a la casa cubos llenos de mora. No sabía estarse sin hacer nada. Al salir del cuarto del abad me sentí como un hombre que hubiera perdido un tren”. SJ, 108.
4. Coincide con un monje que visita el monasterio, cuando afirma: “No cree que se de gloria a Dios con las empalagosas melosidades a las que la gente califica de arte religioso”. SJ, 102. Como muestra de la comprensión estética de TM, “El arte sagrado y la vida espiritual”, en Humanismo cristiano: cuestiones disputadas, Barcelona, Kairós, 2001, 93-105.
5. DI, 167.
6. DI, 180.
7. DI, 169.
8. DI, 182.
9. DI, 185. En CEC, 111 también dice: “A veces puede ser necesario que vayamos contra las normas sociales para obedecer a las normas reales del bien objetivo según la palabra directa de Dios”.
10. DI, 202.
Ser parte de todo...
-Thomas Merton-
Santidad es descubrir quién soy...
“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).
LA DANZA GENERAL.
Thomas Merton.
ORACIÓN DE CONFIANZA...
“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros
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