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sábado, 27 de septiembre de 2008

Dios: el centro del propio ser.

En dos entradas anteriores compartimos algunos pasajes de una biografía de Thomas Merton recientemente publicada, en torno al trabajo que este realizó como maestro de novicios, y que estaban basados fundamentalmente en el testimonio escrito de Ernesto Cardenal. Aprovecho la ocasión para recomendarles esta biografía, escrita por Ramón Cao Martínez, y también el de Ernesto Cardenal, "Vida Perdida", que es la primera parte de sus memorias. Y ahora el último fragmento del texto en cuestión:
"Merton, les hacía ver que toda realidad es santa, sagrada, espiritual. Que la experiencia religiosa no se restringe a una franja limitada de la vida. Consideraba que los tiempos específicos dedicados a la meditación eran un invento jesuítico introducido en el Cister no antes del siglo XIX. Por su parte, prefería remitirse a la tradición benedictina y más allá de ella a los Padres del desierto: pasearse bajo los árboles y leer despecio un libro que a uno le hace pensar... Les decía que la oración no era primariamente un ejercicio de concentración mental: bastaba con una atención general en la que también debía participar el inconsciente. Dios no era algo exterior, sino lo más íntimo de cada uno, el centro del propio ser; por ello, olvidarse de todo y estar a solas con uno mismo era encontrarse con Dios. Estar con Dios y en Dios a lo largo del día, era, en realidad, tan sencillo como para un pez moverse en el agua.
Que en las sesiones de dirección espiritual, hablase de todo lo divino y lo humano, y mostrase curiosidad por las experiencias previas de sus dirigidos era también una enseñanza espiritual: la vida concreta, sin excluir ninguno de los intereses humanos, era la única vida espiritual posible. Advierte Cardenal que uno de las enseñanzas más importantes que Merton le trasmitió, y que no hubiese podido aprender en la mística clásica fue ésta: "Dios quería que yo fuera tal como era y no otro"."

Gratitud y misericordia.

"Los dos aspectos más característicos de la caridad divina en el corazón de un sacerdote son la gratitud y la misericordia. La gratitud es la manifestación de su caridad hacia el Padre, y la misericordia es la expresión de la Caridad de Dios, que actuando en él, se extiende a través de él a sus semejantes. Gratitud y misericordia se encuentran y se funden perfectamente en la misa, que no expresa otra cosa sino la caridad del Padre hacia nosotros, la caridad del Hijo hacia nosotros y hacia el Padre, y la caridad del Espíritu SAnto que es caridad que nos une al Padre en el Hijo.
Después de celebrar mi primera misa comprendí perfectamente que en el mundo nada hay importante fuera de amar a Dios y servirle con sencillez y alegría. Vi con más claridad que antes que es inútil e ilusorio buscar una forma espectacular y extraordinaria de servir al Señor, puesto que todo servicio ordinario se torna inmediatamente sublime y extraordinario al ser transfigurado por el amor hacia Él".
Thomas Merton.
El signo de Jonás.

jueves, 25 de septiembre de 2008

Coincidencias.


Revisando la cronología de la vida y la obra de Thomas Merton caigo en la cuenta de un dato interesante; varios acontecimientos importantes en la vida de Merton ocurren en años terminados en 8. Vean:
1- En 1938 es la conversión de Merton al Catolicismo, y su bautizo.
2- En 1948 es la publicación de su obra más conocida, “La montaña de los siete círculos”.
3- En 1958 tiene lugar la Experiencia o “epifanía de Louisville”.
4- En 1968 viaja a Asia y muere. No lo veo como un elemento mágico o como un destino impuesto desde fuera, sino como un misterio, uno más de esos que suelen acompañar nuestra existencia, pues cualquiera podría encontrar coincidencias semejantes en su propia historia personal. Lo importante no es tanto lo que nos sucede, sino lo que hacemos con ello

martes, 23 de septiembre de 2008

Toda realidad es santa, sagrada, espiritual.


Les sigo compartiendo algo sobre la etapa de TM como maestro de novicios, según lo cuenta la última biografía publicada en español, escrita por Ramón Cao Martínez. Él comenta sobre los criterios de Ernesto Cardenal, quien fuera novicio bajo el acompañamiento de Merton, y de quien hemos compartido varias veces en este blog.

“Ernesto Cardenal, que permaneció dos años en Getsemaní (desde el 14 de mayo de 1957, hasta fines de julio de 1959), ha evocado en unas deliciosas páginas el clima fervoroso y alegre de aquella comunidad de novicios tutelada por Merton. Ha trazado también un sugestivo perfil del padre Louis a aquella altura de su vida y ha enumerado los aspectos de su magisterio espiritual que le produjeron un mayor impacto. Merton ejercía una enseñanza socrática, en la que las preguntas a los oyentes y las respuestas de estos constituían un ingrediente esencial. El maestro de novicios hacía gala de un talante juguetón y de un gran sentido del humor: sus charlas, empedradas de chispeantes ocurrencias, suscitaban frecuentes carcajadas de los oyentes, según se puede comprobar en las grabaciones conservadas. Los materiales que preparaba para sus exposiciones eran realmente interesantes y atractivos: Merton les hacía partícipes de muchas de sus lecturas teológicas, de espiritualidad y no en menos medida de las literarias, especialmente de las poéticas. Les presentaba, por ejemplo, la poesía de Rilke, haciéndoles ver la lectura como un encuentro en el que algo estalla y en el que nos convertimos en interlocutores de una conversación o en partícipes de una exploración: el poema nos permite descubrir o comprender algo que no se nos ha alcanzaba o tal vez nos permite articular algo que hasta entonces no éramos capaces de expresar con palabras. Les insistía en la importancia de explorar el silencio, de concebir la oración como una espera silenciosa de la palabra de Dios. Con frecuencia les invitaba a abrir los ojos, ver y dejarse penetrar por la realidad contemplada. Más allá de doctrinas prefabricadas sobre la oración intentaba que cada uno hallase aquel modo de abrirse a Dios que le resultase más sencillo y connatural. Les hacía ver que toda la realidad es santa, sagrada, espiritual. Que la experiencia religiosa no se restringe a una franja limitada de la vida. Consideraba que los tiempos específicos dedicados a la meditación eran un invento jesuítico introducido en el Cister no antes del siglo XIX. Por su parte, prefería remitirse a la tradición benedictina y más allá de ella a los Padres del Desierto: pasearse bajo los árboles y leer despacio un libro que a uno le hace pensar, lo que San Benito llamaba la Lectio Divina era una buena forma de meditar”. (Thomas Merton, de Ramón Cao Martínez, Colección SINERGIA)

En este pasaje que les he compartido del libro que ahora leo pueden encontrar muchas ideas interesantes para la propia búsqueda espiritual, que provienen del magisterio de Merton. Aun les compartiré un poco más en una entrada próxima, pero en la de hoy hay suficiente material para pensar y rumiar. Como siempre he resaltado las palabras o frases que considero esenciales, pero cada uno hará su propia lectura.

lunes, 22 de septiembre de 2008

Thomas Merton, maestro de novicios.


“Los diez años en que Merton fue maestro de novicios resultaron extraordinariamente fecundos. Ser el responsable de la formación espiritual de los jóvenes profesos le lleva a crear una suerte de familia en la que él actúa como padre. Y, en esta cálida atmósfera en la que ejerce su paternidad espiritual, la afectividad de Merton se expande con alegría. La tarea de educador de estos jóvenes le incita a reexaminar su propia experiencia monástica, sus ideas previas sobre la vida contemplativa y sobre la relación del monje con el mundo secular. Al tiempo que expresa, reformula y matiza todo esto, despliega sus dotes comunicativas –la vocación pedagógica de quien pudo haber sido un excelente profesor universitario- a través de un incesante magisterio oral, en sus cuatro o cinco conferencias semanales y en las entrevistas que una vez por semana mantenía con cada novicio; también a través de la escritura de innumerables textos, muchos de los cuales permanecerán inéditos hasta después de su muerte. Como suele suceder, al educar a otros sigue educándose a sí mismo, creciendo y adquiriendo una nueva madurez. Atender a las demandas formativas de un nutrido grupo de hombres, jóvenes en su mayoría, de varios temperamentos e historias personales dispares fue sin duda un estimulante reto al que Merton supo responder con generosidad”.

Tomado de: “Thomas Merton”.
Autor: Ramón Cao Martínez.
Colección Sinergia, 2008.

El texto que les comparto en esta entrada pertenece a un libro del que les hablaba hace unos días. Es una excelente revisión de la vida de TM, que nos permite redescubrir con mirada nueva algunas parcelas de su biografía. Les he puesto en negritas algunas frases que me parecen fundamentales para la comprensión del tema. En especial, creo que Merton se reinventa y supera a sí mismo en la medida en que vive, creciéndose por encima de los obstáculos que su propia personalidad le imponen. Toda la vida es reto, al que podemos o no responder. En este texto además encuentro razones que confirman los tres parámetros por los que acostumbre a leer el camino de santidad de una persona: nueva identidad, nueva comunidad y nuevo lenguaje. Se habla de experiencia renovada y transformación interior que le permiten superar limitaciones personales; se habla de nacimiento de una comunidad espiritual sobre la que Merton ejerce su paternidad, y se habla de su magisterio oral, de su estilo peculiar de enseñar. Todo esto tiene que ver con una comprensión de la santidad que es desafío y rendición al mismo tiempo

domingo, 21 de septiembre de 2008

La llamada de un Dios que es Amor.


Un Dios Amor que nos llama a ser amor. Así puedo resumir el mensaje para la celebración eucarística de este domingo. El amor es nuestra naturaleza, es nuestra identidad, nublada a menudo por el desánimo,la desilución y falta de autoestima que ha dejado en nosotros el pecado. La Palabra viva que compartimos cada semana viene a traernos salud espiritual cuando nos recuerda quiénes somos: hijos, herederos, promesa, eternidad. Es esencial tenerlo presente siempre, recordarlo, fijarlo, proclamarlo. El amor de Dios es nuestro, nos llena de luz, nos convierte en testigos de la luz. Hoy tuve la satisfacción de ver a la ente salir de misa, a la mayoría, con una sonrisa en los labios, y eso a pesar del tiempo, que está nublado y lluvioso. llevar una sonrisa como carta de presentación es ir diciendo Cristo vive. Es el testomonio más sencillo que podemos dar, el más necesario, el más urgente. Hablar de un Dios Amor que nos llama a ser amor.
Fotografía: Imagen de Cristo en la Iglesia de nuestro convento y casa de enfermos de Arturo Soria, Madrid.

jueves, 18 de septiembre de 2008

Amor y Tribulación.



"Mi vida se mide por mi amor a Dios, y este, a su vez, se mide por mi amor al más pequeno de Sus hijos. Y este amor no es benevolencia abstracta, sino que supone compartir su tribulación".


"La tribulación nos separa de las naderías en que nos consuminos y morimos. Por lo tanto, la tribulación nos da vida y la amamos, no por amor a la muerte, sino por amor a la vida".


Thomas Merton.


domingo, 14 de septiembre de 2008

La Fuente de la Vida.

Este texto de Merton, que les estoy proponiendo aquí, habla acerca de la contemplación, pero fíjense en su talante humanista. El lenguaje que utiliza propone todo el tiempo un encuentro con Dios que eleva nuestra condición humana a su natural plenitud. Cuando hoy día aparecen propuestas espirituales que desprecian nuestra humanidad y proponen "angelizarnos"sigue Merton ofreciendo una propuesta realmente evangélica, porque supone la encarnación del Hijo , y el amor del Padre a nuestra Humanidad.
"La contemplación es la más alta expresión de la vida intelectual y espiritual del hombre. Es esa vida misma, plenamente despierta, totalmente activa y completamente consciente de que está viva. Es prodigio espiritual. Es espontáneo temor reverencial ante el carácter sagrado de la vida del ser. Es gratitud por la vida, el conocimiento y el ser. Es una comprensión profunda del hecho de que, en nosotros, la vida y el ser procedan de una Fuente invisible, trascendente e infinitamente abunante. La contemplación es, por encima de todo, la conciencia de la realidad de esa Fuente. Conoce la Fuente de una manera oscura e inexplicable, pero con una certeza que va más allá de la razón y de la simple fe. Pues la contemplación es un género de visión espiritual a la que aspiran la razón y la fe por su misma naturaleza, porque sin ella ambas permanecen siempre necesariamente incompletas".


Thomas Merton.
Nuevas semillas de contemplación.
Como información importante,les comparto que he visto publicado una nueva propuesta biográfica sobre Thomas Merton. Se trata de un libro que publica la colección SINERGIA, y cuyo autor es Ramón Cao Martínez. Se titula simplemente THOMAS MERTON, y es una posibilidad excelente de tener acceso a la biografía de Thomas Merton en poco más de 100 páginas. Aun estoy leyéndolo, ya les diré más.

sábado, 13 de septiembre de 2008

Integración en Cristo.


"Él significado de mi vida no debe buscarse únicamente en la suma de mis realizaciones. Sólo puede verse en la integración total de mis logros y mis fracasos, junto con los éxitos y fracasos de mi generación, mi sociedad y mi época. Puede verse, sobre todo, en mi integración dentro del misterio de Cristo"

Thomas Merton.

lunes, 8 de septiembre de 2008

Me voy a Madrid.


Hoy es la fiesta en Cuba de María de la Caridad, cuyo santuario en el poblado de El Cobre, en Santiago de Cuba, visitará Thomas Merton hace ya muchos años. Quiero encomendarle a ella la salud y el bienestar de los cubanos, castigados ahora por otro huracán de mucha fuerza que va dejando a su paso misería y frustración. También me estoy despidiendo temporalmente pues mañana debo viajar a Madrid y no sé allí cuando podré retomar el trabajo en el blog. Que sirvan estos días de receso y luego, claro está, volveremos a encontrarnos con nuevos ímpetus.

viernes, 5 de septiembre de 2008

La única vida espiritual.



Ernesto Cardenal, poeta y místico, fue discípulo de Merton; de él hemos compartido textos en este blog. En esta ocasión es algo de “Vida Perdida”, primer tomo de sus memorias, donde cuenta de sus entrevistas con Merton, siendo novicio de Getsemaní.

“Otro desconcierto que me producía Merton era que en la Dirección Espiritual que despertaba en mí cada semana mucha expectativa, por el increíble privilegio de poder recibir las enseñanzas de un maestro de vida contemplativa, famoso mundialmente, y que yo había leído y venerado por tantos años, el restringido tiempo que teníamos él lo ocupaba en hablar de cosas no espirituales. Semana a semana yo esperaba las grandes enseñanzas místicas, y él hablaba de Nicaragua, me preguntaba de Somoza y los otros dictadores latinoamericanos, los poetas nicaragüenses, las selvas del río San Juan donde vivía Coronel Urtecho; me contaba de sus amigos de Columbia, Robert Lax, que parece que era su mejor amigo y que sería muy divertido porque con sólo empezar a mencionarlo ya él se estaba riendo.; Mark Van Doren, su profesor de Columbia; o me preguntaba qué estaba leyendo yo en ese momento, o me hablaba de sus lecturas, que eran muchas. Al acabarse el tiempo me preguntaba si tenía algún problema espiritual. Generalmente yo decía que no, porque generalmente no tenía ninguno. Si tenía alguno, por ejemplo el que me abrumaban las distracciones en el coro, me lo resolvía en pocas palabras, y yo quedaba en paz.
Pero yo salía con un sentimiento de frustración. Una vez más mi precioso tiempo de enseñanza espiritual con Thomas Merton se había desperdiciado. Acabado el noviciado yo ya no volvería a tener ningún contacto con él. ¿Pero cómo decirle que yo deseaba una dirección espiritual mejor aprovechada?”.


“Poco a poco fui entendiendo. Cuando me hablaba de la fundación me decía que la vida contemplativa era algo muy sencillo, que no debía tener complicaciones. La vida del contemplativo era simplemente vivir, como el pez en el agua. ¿Hay algo más natural que el pez en el agua? También me fui dando cuenta de que yo había llegado al monasterio creyendo que para ser contemplativo tenía que renunciar a todo lo que yo había sido: al interés por mi país, por la política de Nicaragua y América Latina, los dictadores, el imperialismo, mis amigos, los libros, todo. El que él en su dirección espiritual me hablara de todo esto era una enseñanza espiritual. Sin decirme nunca que me enseñaba la vida espiritual. Al final resultó que me enseñó a ser como él, en quien la vida espiritual no estaba no estaba separada de ningún otro interés humano. Lo que Merton me enseñó, y que no hubiera podido aprender de la mística clásica, es que mi vida era la única “vida espiritual” que yo podía tener y no otra. Y que Dios me quería que yo fuera tal como era y no otro”.
(Páginas 173-174

jueves, 4 de septiembre de 2008

Tres imágenes para la Iglesia.


Este texto también está tomado del libro entrevista con A. Grün. Creo ya lo publiqué en otra ocasión, pero como no estoy seguro y me parece iluminador en ese camino de buscar la Verdad depositada en la Iglesia, vuelvo a traerlo acá.



Hay tres imágenes que son importantes para la Iglesia de hoy:
1- La Iglesia debería llegar a ser un lugar en el que el ser humano pueda vivir una experiencia espiritual; esa es la imagen de la Iglesia mística.
2- En segundo lugar, debería crear un espacio para un nuevo tipo de comunidad, concretamente un espacio para la comprensión de las personas entre sí.
3- En tercer lugar, la Iglesia debería trasmitir cultura cristiana de la vida y facilitar el acceso a una vida sana., que incluye, evidentemente, las buenas costumbres.

En primera línea están los elementos saludables (la oración y la vida espiritual), pero también una vida diaria correcta y unos ritos saludables. Dicho en pocas palabras: todo lo que hace posible una vida sana.
El cristianismo debería convertirse en una cultura visible en la que el ser humano experimentara su propia dignidad. Esas son mis imágenes más importantes de la Iglesia.

Anselm Grün.

Un camino para la Verdad.


“La oración no es una huida piadosa del “yo” propio, sino, antes que nada, una auscultación de uno mismo.
Un verdadero encuentro con Dios sólo puede producirse si le presento todo lo que hay en mí. Si me entrego a la oración exclusivamente con la razón, podré reflexionar sobre Dios, pero no me encontraré realmente con Él.
Nuestra oración no tiene que ser devota, sino necesariamente sincera…desplegar ante Él toda mi vida.
Dios quiere mi corazón con todo lo que hay dentro de él, para poder llenarlo con su amor.
La oración ilumina todos los abismos de mi alma.
La oración es siempre un camino para acceder a la verdad.
Orar significa siempre no detenerme en mi realidad, sino presentársela a Dios.

La aflicción por mi retraso en el camino espiritual, por mi alejamiento de Dios y por mi pérdida de las ilusiones que me he hecho sobre mí mismo, forma parte de mi vida espiritual”.

Anselm Grün.

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.