Hoy, 31 de enero, es aniversario del nacimiento de Thomas Merton; 99 años de su llegada a este mundo. De modo que hacemos entrada en el año de su centenario. Buena oportunidad para acercarnos al testimonio de su vida y de su obra, aprovecharnos de su sabiduría, y darle a conocer a nuestro alrededor.
"Contemplación no es hacerse contemplativo (ensayar gestos contemplativos, cultivar el aspecto contemplativo de modo narcisista), intento de apoderarse de un secreto de contemplación interior...
Contemplación no es el fruto del esfuerzo planificado y de la ambición espiritual.
Contemplación es el despertar del yo interno y de la conciencia de Dios"
Thomas Merton.
El 24 de enero de 1932 nació Henri Nouwen; el 31 del mismo mes, pero de 1915 vino al mundo Thomas Merton. Ellos se encontraron en algún momento de sus vidas, pero el vínculo verdadero, que es espiritual, es más difícil de rastrear en un momento concreto de la historia; se hace evidente cuando nos acercamos a sus vidas, cuando nosotros nos encontramos espiritualmente con ellos, y se convierten ambos en nuestros maestros, en nuestros compañeros de camino. Entre mis rituales personales está el vivir durante estos días, entre el 24 y el 31 de enero, unas jornadas especiales, en las cuales renuevo mi compromiso de trabajar por difundir el mensaje de estos dos amigos de fe, por la sencilla razón de que creo que en él está contenido y encarnado el mensaje liberador de Jesucristo. Cada uno a su manera encontró a Jesús en el camino, Jesús entró en sus vidas y las transformó para que pudieran convertirse en fuente de sabiduría y esperanza para quienes a su vez se encontraran con ellos
"Lo primero que tienes que hacer, antes de empezar siquiera pensar en algo como la contemplación, es tratar de recuperar tu unidad natural básica, reintegrar tu ser, que se halla dividido en compartimientos, en un todo sencillo y coordinado, y aprender a vivir como una persona humana unificada. Eso significa que tienes que recoger de nuevo los fragmentos de tu destruida existencia para que cuando digas YO realmente haya alguien presente que sostenga el pronombre que has pronunciado".
Thomas Merton
"Cuanto más buscamos "el bien" fuera de nosotros mismos como algo a ser alcanzado, más sentimos la necesidad de discutir, estudiar, comprender y analizar la naturaleza de ese bien. De este modo, nos sumergimos más en abstracciones y en la confusión de opiniones divergentes. Cuanto más objetivamente se analiza "este bien", cuanto más se lo considera como algo a alcanzar a través de técnicas virtuosas especiales, se vuelve menos real. Cuanto menos real se vuelve, más se aleja en la distancia de lo abstracto, lo futuro, lo inalcanzable. Entonces, nos concentramos más en los medios para alcanzarlo. Y cuando el fin se vuelve más remoto y más difícil, los medios se vuelven más elaborados y complejos, hasta que finalmente el simple estudio de los medios es tan demandante que todos los esfuerzos se centran en él, y el fin cae en el olvido... Todo esto no es más que desesperanza organizada: "el bien que el moralista predica y exige finalmente se vuelve "mal", sobre todo porque la búsqueda sin esperanza de este bien nos desvía del verdadero bien que ya poseemos y que despreciamos o ignoramos"
Thomas MERTON
El 24 de enero de 1932 nació Henri Nouwen; el 31 del mismo mes, pero de 1915 vino al mundo Thomas Merton. Ellos se encontraron en algún momento de sus vidas, pero el vínculo verdadero, que es espiritual, es más difícil de rastrear en un momento concreto de la historia; se hace evidente cuando nos acercamos a sus vidas, cuando nosotros nos encontramos espiritualmente con ellos, y se convierten ambos en nuestros maestros, en nuestros compañeros de camino. Entre mis rituales personales está el vivir durante estos días, entre el 24 y el 31 de enero, unas jornadas especiales, en las cuales renuevo mi compromiso de trabajar por difundir el mensaje de estos dos amigos de fe, por la sencilla razón de que creo que en él está contenido y encarnado el mensaje liberador de Jesucristo. Cada uno a su manera encontró a Jesús en el camino, Jesús entró en sus vidas y las transformó para que pudieran convertirse en fuente de sabiduría y esperanza para quienes a su vez se encontraran con ellos. Yo me he beneficiado muchísimo del encuentro con Thomas Merton y Henri Nouwen, a través de sus libros he podido conocerles en cierta medida, y aprovecharme además de su rica y honda experiencia espiritual. Ellos, instrumentos de la Gracia de Dios, me han ayudado a transformar el dolor en gozo, el pesimismo en esperanza, la debilidad en fortaleza. Mi acercamiento a ellos no tiene pretensiones académicas, sino espirituales. Quiero conocerlos mejor, leer lo que escribieron, para alimentar mi vida interior y compartir la riqueza de sus vidas en Cristo.
“Mientras reflexiono hoy sobre mi vida, me siento realmente, como el menor de todos los hombres santos de Dios. Mirando hacia el pasado, tomo conciencia de que todavía lucho con los mismos problemas que tenía el día de mi ordenación, hace veintinueve años. A pesar de mis muchas oraciones, mis períodos de retiro, y el consejo de muchos amigos, consejeros y confesores, he cambiado muy poco, si es que algo he cambiado, en mi búsqueda de paz y unidad interior. Soy la misma persona inquieta, nerviosa, intensa, distraída e impulsiva que era cuando comencé este viaje espiritual. A veces, esta obvia falta de madurez interna me deprime mientras estoy llegando a mis años “maduros”.
Pero tengo una fuente de consuelo. Más que nunca, deseo proclamar “las riquezas inconmensurables de Cristo” y echar luz “sobre el trabajo interno del misterio mantenido oculto en Dios, a través de los tiempos”. Este deseo se ha vuelto más intenso y urgente. Quiero hablar de las riquezas de Cristo mucho más que cuando fui ordenado en 1957. Quiero, realmente, hablar alto y claro acerca de las riquezas de Cristo. Lo quiero hacer simple, directa, claramente, y con una convicción profundamente personal. Aquí siento que algo ha crecido en mí. Aquí tengo la sensación de que no soy la misma persona que fui hace veintinueve años”.
Henri Nouwen. 24 de enero de 1986.
“Camino a casa. Un viaje espiritual”. Lumen.
“Elías fue un hombre como nosotros. Andrés, Pedro, Santiago y Juan fueron hombres como nosotros. Como ellos, nosotros venimos con nuestras debilidades a Cristo para que Su fortaleza pueda ser glorificada en la transformación de nuestra debilidad. Un día tras otro el hombre exterior se desmorona y derrumba, y el hombre interior, el Hombre Celestial, nace y crece en sabiduría y conocimiento a los ojos de los hombres, que no pueden reconocerlo. Tampoco nosotros podemos reconocernos a nosotros mismos en la imagen que de Él se forma en nosotros, porque todavía no poseemos los ojos adecuados para verle. Sin embargo, sospechamos que Él está presente en el misterio no revelado a los sabios y prudentes. Sentimos sus ojos sobre nosotros cuando nos sentamos bajo la higuera y en ese momento nuestras almas se abren a la vida al toque de Su dedo oculto. Este destello de fuego es nuestra soledad, que sin embargo nos une a todos nuestros hermanos. Es el fuego que ha avivado al Cuerpo Místico desde Pentecostés de manera que cada cristiano es, al mismo tiempo, un ermitaño y la Iglesia en su conjunto, y todos nosotros somos miembros los unos de los otros. A nosotros nos toca reconocer el misterio de que tu corazón es mi ermita y de que el único camino de que dispongo para adentrarme en el desierto es cargando con tus tribulaciones y dejándote a ti las mías”.
(29 de noviembre de 1951)
Thomas Merton
"Si remontamos la historia de la moral hasta sus orígenes, se llega tarde o temprano a los fundadores de las religiones. De ahí deduzco que la esencia de las normas morales de toda cultura y religión se alimenta de las experiencias místicas. Su fuente común es el espacio transpersonal; así se explican tantas coincidencias como se dan en las religiones en asuntos de carácter moral. En un principio, las normas y los mandamientos de los fundadores de religiones eran exclusivamente instrucciones para una vida que se correspondiera con la Realidad de Dios que ellos habían experimentado. Pero, en el transcurso del tiempo, normas y mandamientos se han separado de sus raíces espirituales, volviéndose autónomos. La moral ha llegado a convertirse en un fin en sí misma. Y en estas condiciones es cuando surge la pregunta por su legitimidad".
Willigis Jager
"La ola es el mar"
"Si puedo unir en mí mismo el pensamiento y la devoción del cristianismo oriental y el occidental, de los Padres griegos y latinos, de los místicos rusos y los españoles, puedo preparar en mí mismo la reunión de los cristianos separados. De esa unidad secreta e inexpresada que hay en mí mismo puede acabar brotando una unidad visible y manifiesta de todos los cristianos. Si queremos reunir lo que está separado, podemos hacerlo imponiendo una división sobre otra o absorbiendo una división en la otra. Pero si lo hacemos así, la unión no es cristiana. Es política y está condenada a un conflicto aún mayor. Debemos contener todos los mundos divididos en nosotros y trascenderlos en Cristo."
"Si no tengo unidad en mí mismo, ¿Cómo puedo pensar siquiera -¡cuanto menos hablar!- de unidad entre los cristianos? Pero, desde luego, buscando la unidad para todos los cristianos, también alcanzo la unidad dentro de mí mismo".
"Seré mejor católico, no si puedo refutar todo matiz de protestantismo, sino si puedo afirmar la verdad que hay en este y seguir adelante".
Thomas Merton
1. La mayoría de nosotros, sin embargo, ha percibido que el amor que los demás nos ofrecen es siempre condicional, que se manifiesta cuando satisfacemos sus condiciones y desaparece cuando dejamos de hacerlo. Así, concluimos (aprendemos) que lo que somos está condicionado por lo que hacemos y sus resultados. Concluimos entonces que nuestro valor está, de cierto modo, fuera de nosotros mismos. Dentro no hay motivo alguno para el amor, el aprecio, la estima; no hay ocasión para la celebración.
2. Cuando el merecer el amor es cuestión de aprobar exámenes y satisfacer condiciones, comenzamos a experimentar más fracasos que éxitos. Y ante la experiencia del fracaso repetido, aparecen el conflicto, el miedo, la frustración, el dolor y, por último, alguna forma de auto rechazo o aborrecimiento. Así pasamos el resto de nuestra vida intentando escapar de ese sufrimiento a través de alguna estratagema: adoptamos apariencias que agraden a los demás y nos proporcionen la aceptación que buscamos, renunciamos a ser nosotros mismos y jugamos a ser alguien distinto, alguien digno de reconocimiento y amor.
3. Todos tenemos en nuestro interior muchas cosas que nos gustaría compartir: tenemos nuestro pasado secreto, nuestras secretas vergüenzas y sueños fallidos; pero, por muy grande que sea esa necesidad y deseo de compartir, nos frenan nuestros temores y los riesgos que ello supondría. Nada me hace más ser quien soy que todo eso que escondo, pero al mismo tiempo algo me frena: ¿Qué pensarán los otros de todo eso? La persona que tiene una buena imagen de sí misma, que se acepta a sí misma real y verdaderamente, tendrá mucho adelantado cuando enfrente este dilema.
4. El valor de los recuerdos: las personas estamos hechas de recuerdos. La mitad de lo que somos está determinado por nuestros recuerdos. Lo que sucede hoy es el recuerdo de mañana. La bondad, el aliento o la solidaridad que invirtamos en otra persona será una inversión para siempre. Unos recuerdos simplemente suceden , otros deben planificarse. A veces es bueno planificar cosas buenas en nuestra vida, porque la mitad de lo que somos está determinada por los recuerdos que llevamos dentro.
(Notas tomadas a partir de la lectura de John Powell)
"La vida contemplativa es fundamentalmente una vida de unidad. El contemplativo es aquel que ha trascendido las divisiones para alcanzar una unidad que trasciende la división. Es cierto que al principio ha de apartarse hasta cierto punto de las actividades cotidianas de los demás. Que ha de recogerse y mirar dentro de él para encontrar el centro interior de la actividad espiritual que es inaccesible mientras uno esté inmerso en los asuntos exteriores de la vida. Pero una vez ha encontrado su centro, es muy importante que se dé cuenta de lo que ha de hacer a continuación.
Gran parte de los contemplativos frustrados son personas que consiguieron apartarse de las distracciones exteriores y llegar al centro espiritual de su ser. Conocieron por un momento a Dios y las posibilidades de la vida contemplativa. Pero habían imaginado que la forma de vivirla era estar sentados inmóviles, replegados en sí mismos, acariciando la experiencia interior que habían descubierto. Y esto fue un error fatal, porque aísla al contemplativo en su interior y lo desconecta de otras realidades. Y al aislarse, se enfrasca y se absorbe a sí mismo. Su introversión lo encierra en una especie de aletargada cárcel, lo cual constituye por supuesto una ruina para toda verdadera contemplación".
Thomas Merton
"La experiencia interior"
1. La más importante de todas nuestras percepciones es la forma de percibirnos a nosotros mismos. Nuestras vidas están configuradas por el modo en que nos percibimos y visualizamos. Vivimos y morimos de acuerdo a nuestra autopercepción.
2. Pero nuestra percepción de la realidad es siempre incompleta Cada uno de nosotros ha visto una parte de la verdad y la belleza que el otro no ha sido capaz de ver. Nuestra mirada distorsiona a menudo la realidad, la polariza, por ello si queremos cambiar (crecer), primero tiene que producirse un cambio en nuestra visión o percepción fundamental de la realidad.
3. Una auténtica y plena vida humana se asienta sobre tres factores: la dinámica intrapersonal, las relaciones interpersonales y el marco de referencia. Esta última es la percepción básica de la realidad por la que integramos, valoramos e interpretamos a nuevas personas, acontecimientos e ideas. Aquí es muy importante la flexibilidad con que una persona es capaz de integrar lo nuevo que va apareciendo en su vida.
4. Pregunta fundamental que acompaña el propio descubrimiento, crecimiento y maduración de un ser humano: ¿Quién soy yo? Desde muy pequeños vamos conformando nuestra VISIÓN de la realidad. En la medida en que crecemos vamos desarrollando un repertorio de acciones psicológicas de adaptación a la realidad. Con nada nuevo descubrimiento ha de reajustarse. Así iremos formando nuestra interpretación personalizada de la realidad.
5. Todos somos únicos e irrepetibles, un misterio, creados a imagen y semejanza de Dios. Pero sólo podemos conocernos a nosotros mismos cuando nos reflejamos en los ojos de los demás. Así, nuestra dotación básica de autoestima es, en gran parte, un regalo que recibimos: primero, de nuestros padres, luego de maestros y amigos. Necesitamos desesperadamente ver en el espejo de los ojos ajenos nuestra bondad y belleza si queremos ser verdaderamente libres.
(Notas tomadas a partir de la lectura de John POWELL)
"Celebramos lo que sucedió con Jesús, para que también ocurra lo mismo con nosotros: cuando por encima de la corriente de nuestros pecados y de las aguas de nuestra angustia miramos al cielo, entonces Dios nos dice: Tú eres mi hijo amado, en ti me complazco.
La fiesta del Bautismo del Señor nos recuerda nuestro propio bautismo. En nuestro bautismo, Dios nos ha dicho: TÚ ERES MI HIJO AMADO. Y esta palabra ha sido escrita en nuestra mano. Es la palabra fundamental sobre la que está edificada nuestra vida. No la podemos borrar ni siquiera con nuestras culpas. Somos y seguimos siendo amados por Dios". (Anselm Grün)
"Vemos a Jesús aceptando el bautismo de Juan como signo de que acepta también la humanidad. La suya y la nuestra, con todas sus luchas, sus limitaciones, sus cargas y su centramiento en lo último, en lo divino".
"A la luz de este Niño, todos caminamos a salvo a través de lo desconocido... La Navidad es mayor que un bebé en un pesebre. La Navidad es la venida de todo un mundo nuevo".
(Joan Chittister)
"Incluso cuando entramos en la vida contemplativa, seguimos llevando con nosotros nuestras pasiones y nuestra naturaleza sensible, como un depósito de gasolina sin protección. Y a veces las chispas que vuelan en la pura oscuridad de la contemplación caen accidentalmente en ese carburante y encienden una llamarada en las emociones y los sentidos.
Todo el espíritu se siente sacudido y se tambalea en una explosión de embriagadora alegría o una tormenta de compunción, que puede ser buena y sana, pero que sigue siendo todavía más o menos animal, aun cuando la chispa que ha encendido el fuego pueda tener un origen sobrenatural.
Esta llamarada brota de repente y se extingue en unos instantes... o en media hora. Mientras dura, gustamos un intenso placer que resulta a veces enganosamente elevado. Pero esta alegría se revela ocasionalmente en una cierta pesadez que pertenece al nivel de los sentidos y muestra bien lo que es: cruda emoción. Algunas veces puede tener incluso un efecto natural bueno. Una explosión de exuberancia espiritual puede animarnos en un día de fiesta, después de semanas de lucha y trabajo. Pero, generalmente, el efecto de esta conmoción no vale más que si fuera puramente natural. Cuando todo ha pasado, no tenemos más provecho que el que podríamos sacar de un par de copas de cava o un buen ejercicio de natación. En este sentido, es algo bueno.
Pero sería peligroso que atribuyéramos una falsa importancia a estas manifestaciones de emoción religiosa. En realidad no tienen ninguna importancia, y, aun cuando algunas veces son inevitables, parece imprudente desearlas"
Thomas Merton
"En todos los grados de la vida espiritual, incluso cuando no existe forma alguna de vida espiritual, puede suceder que una persona se sienta invadida por una actividad religiosa emocional en la que desborda de movimientos sensibles y hasta sentimentales de amor a Dios y a los demás. Si es completamente inexperta, pensará que es muy santa, debido a los sentimientos piadosos que llenan su corazón.
Ahora bien, todas estas cosas significan muy poco o nada en absoluto. Son una forma de intoxicación sensible producida por un placer cualquiera, y sólo hay una diferencia accidental entre ellas y las lagrimas que los niños derraman ocasionalmente cuando van al cine.
Estos movimientos de pasión son en sí mismos indiferentes. Pueden ser usados para bien o para mal, y generalmente son necesarios para los principiantes en la vida espiritual. Pero sería absurdo, incluso para un principiante, depender de ellos, porque antes o después tendrá que pasarse sin ellos. De hecho, su vida espiritual no empezará hasta que haya aprendido, en cierta medida, a prescindir del estímulo que procura la emoción".
Thomas Merton
"Nuevas semillas de contemplación"
"La vida religiosa no existe ni se enriquece en edificios o en cosas muertas, en flores o en animales, sino en el alma. Y allí existe no como un buen sentimiento sino como una voluntad constante, un amor interminable que a veces se expresa en la paciencia, a veces en la humildad, a veces en la valentía, a veces en la abnegación, a veces en la justicia, pero que está siempre íntimamente unida a la fe y a la esperanza, y todas estas expresiones del alma son nada más y nada menos que aspectos de un permanente y profundo deseo de caridad y amor".
Thomas Merton
"En el camino espiritual se da una irrupción a la vida. Es como la floración del cerezo: ayer estaba todavía pelado y de repente, de la noche a la mañana, se abren miles de flores y luce un blanco purísimo. Nadie puede producir algo así, pues viene del interior. Asimismo, la experiencia de la Realidad plena es la irrupción de la vida desde el interior. Hay un proverbio chino que viene al caso: "Le dije al almendro que me hablara de Dios. Y comenzó a florecer". Esto es lo que el ser humano debería poder decir también de sí mismo: comencé a ser totalmente humano. En el fondo no se trata de otra cosa que de nuestra plenitud como seres humanos. Hemos nacido como personas para poder crecer y madurar hacia una existencia más amplia. Éste es el motivo real de nuestra existencia aquí. La verdadera falta que se comete es pasar por alto este deber de nuestra vida. Puede que se trate de lo que la Biblia llama el pecado contra el Espíritu Santo".
Willigis Jäger
Creo que lo religioso, si es verdadero, toca la vida de la persona, la transforma en alguna medida. Eso sucede menos cuando lo religioso es mera costumbre o tradición, cuando es más cultura que experiencia personal. En países de tradición católica, entre jóvenes que han recibido formación religiosa en las escuelas, el por ciento de los que se declaran expresamente religiosos es bastante bajo. Y muchos de ellos ven el bautizarse, casarse, o morir con los ritos de la iglesia, como "algo natural", que forma parte de costumbres y tradiciones, recibidas de sus mayores o de uso social, como remanentes de un contexto actualmente superado, pero no como algo que brota "naturalmente" de una seria opción cristiana.
Los tiempos en que la cultura social era básicamente católica, donde lo cristiano era "lo natural", están pasando, van quedando atrás. Y eso no tiene que ser necesariamente malo, si al mismo tiempo los que de veras son cristianos, católicos, redescubren su identidad y su lugar en el seno de una sociedad laica, o incluso aconfesional.
Yo, personalmente, no entiendo que alguien reciba un sacramento en la Iglesia, "por una cuestión cultural". Veo bondad en el matrimonio civil si los cónyuges tienen el propósito de amarse incondicionalmente, pero acceder al sacramento exige la fe, una fe vivida, asumida, en el seno de la comunidad eclesial. Pienso lo mismo respecto a la enseñanza de la religión en las escuelas: una cosa es "cultura religiosa", que no implica compromiso personal, y otra cosa es la "fe trasmitida y vivida" por los jóvenes, y eso debe hacerse siempre a nivel de comunidad cristiana viva, en camino, y no en la escuela, como un conocimiento académico más. Confundir estos diferentes niveles puede ser funesto y frustrante.
Son conflictos que aparecen regularmente en la prensa que leo, y que tienen su origen, a mi parecer, en la resistencia de muchos a transitar caminos nuevos para presentar el Evangelio de Jesús.
Ser parte de todo...
¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-
Santidad es descubrir quién soy...
“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).
LA DANZA GENERAL.
"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.
ORACIÓN DE CONFIANZA...
“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros