El tercer volumen de los diarios privados de Thomas Merton lleva por título "A search for Solitude", e incluye entradas escritas entre el 25 de julio de 1952 al 23 de mayo de 1960. Cuando Merton comenzó este diario llevaba viviendo más de 10 años en la abadía de Gethsemani, era monje profeso desde hacía 5 años, y sacerdote desde hacía 3. La escritura no es continúa, en algunos períodos escribe poco o nada, como es el caso de parte de 1952-1953; a partir de 1956 lo hizo de manera regular.
El editor dividió el volumen en dos partes: la primera, "Master of Students" (Maestro de estudiantes), julio 1952-marzo 1953, y la segunda, "Master of Novices" (Maestro de novicios), julio 1956- mayo 1960. Esta división refleja las responsabilidades que Merton asumió durante esos años en el monasterio; estuvo encargado de preparar a los monjes para la ordenación sacerdotal primero, y luego, como maestro de novicios, acompañó a los que aspiraban a convertirse en monjes. En este período publicó diez libros; parte de lo que recoge este volumen de sus diarios sería luego trabajado y publicado en libros, como es el caso de "Conjeturas de un espectador culpable", y otros.
En estas páginas destaca la mirada poética de Merton sobre todo lo que le rodea: la naturaleza, sus hermanos de comunidad con sus singularidades, y la propia vida monacal. Aunque el diario comienza con un viaje a Ohio para una posible fundación (una de las pocas salidas de Merton fuera del monasterio), luego vuelca su mirada sobre el interior, describiendo en profundidad y detalla su propia vida en el monasterio. Es evidente su creciente deseo de soledad: "Estoy ahora casi completamente convencido de que solamente soy un monje cuando estoy solo en el viejo cobertizo que el reverendo padre me dio". Esos momentos de soledad en los que leía, escribía y oraba le sostenían y paliaba sus anhelos de marcharse de Gethsemani, con los cartujos o los camaldulenses, en busca de mayor aislamiento. Merton lucha en todo este volumen con el voto de estabilidad que hizo como monje, incluso ya al final cuando piensa en irse a Sudamérica, para vivir allí su monacato. La atención a su papel de maestro de estudiantes queda evidente en sus notas sobre dirección espiritual, recogidas luego en "Contemplación y dirección espiritual".
En la segunda parte del volumen, que lleva como subtítulo "Siguiendo la verdadera vida de monje", trata de su trabajo como maestro de novicios, iniciando a otros en la vida monástica y sus tradiciones, a la vez que profundiza el mismo en su vocación al monacato y a la soledad. Este último tema ocupa un espacio importante en estas páginas; Merton solicita un indulto para marcharse del monasterio y vivir como monje en algún lugar de Latinoamérica, pero le es negado, y tras un primer momento, lo asume con obediencia y ecuanimidad, quizá hasta con alivio. A partir de ahí va redescubriendo su deseo de mayor soledad bajo otro prisma, pues mientras unas puertas se cerraban, otras se iban abriendo, y le harían vivir su condición de monje de un modo radicalmente nuevo.
Tres ideas importantes en relación con lo anterior:
1. Merton empieza a disfrutar de sus contactos con escritores y líderes religiosos de todo el mundo. No solo lee a muchos, como Suzuki, Pasternak o Milosz, sino que se cartea con ellos, entrando en sus mundos y enriqueciéndose con ello. Así se abre a la sabiduría de Oriente, a la amistad más allá de la geografía y a los peligros de los regímenes totalitarios. Su ex novicio, Ernesto Cardenal, le acercará a la realidad de la otra América, a su literatura y cultura, e incluso contactará con judíos, y estudiará el Islam.
2. Merton experimenta cambios fundamentales en su modo de entenderse a sí mismo. Lo más significativo queda plasmado de modo simbólico en la conocida "epifanía de Louisville", el 18 de marzo de 1958; cae en la cuenta de que su sentido de superioridad y diferencia como monje había sido mera ilusión; se vió como "un miembro de la raza humana". El texto que, al respecto, recoge en el diario, sirvió de base para una interpretación más amplia y rica de esta experiencia en "Conjeturas de un espectador culpable". El 5 de mayo de 1958, escribe: "Pensando en la nueva y necesaria lucha en mi vida interior. Por fin estoy saliendo de la crisálida. Mis años anteriores me parecen extrañamente inertes y negativos, pero creo que la pasividad era necesaria. Ahora siendo el dolor y la lucha de estar combatiendo por algo mejor y más grande. Tengo que ver y abrazar a Dios en el mundo entero. (Está muy bien decir: He estado viendo a Dios en Sí mismo. Pero no lo he visto. Solo le he estado viendo en un mundo monástico muy pequeño. Y este es demasiado pequeño)". Y luego, en otro lugar, añade: "Para ser un hombre de la Iglesia tengo que ser completamente yo -totalmente responsable y libre ante Dios- , no solo una unidad o un simple miembro".
3. Merton se va dando cuenta de que su compromiso con el monasterio no es solo compatible con, sino que requiere un compromiso con la Iglesia toda y con el mundo. Lee las cartas de Gandhi y las comparte con la comunidad; escribe a un dirigente soviético a favor de Pasternak; va imaginando su vocación en términos mundiales, pero también revisa su sentido de ser norteamericano, que no se limita a Estados Unidos, sino que lo vincula con toda la América.
"Mi vocación y mi tarea en este mundo es mantener vivo todo lo que es individual y personal en mí, ser contemplativo en sentido completo, y compartirlo con otros, para ser testigo de la nobleza de la persona particular y de su primacía sobre el grupo".
Repasando las páginas de los diarios resumidos, publicados en español, de este período, encontramos frases como estas: "La verdad adquiere forma en el silencio, el trabajo y el sufrimiento, a través de los cuales nosotros nos hacemos verdaderos"; "Yo necesito la soledad para poder alcanzar la plenitud que busco, la de ser una persona corriente"; "Toma de conciencia de que soy un sacerdote, un don que se me ha dado para que pueda conocer algo del significado de la cruz".
La peculiar mirada de Merton, ya en este período, acerca del ECUMENISMO: "Si soy capaz de unir en mí mismo, en mi propia vida espiritual, el pensamiento de Oriente y de Occidente, de los Padres griegos y latinos, crearé en mí mismo una reunificación de la Iglesia dividida y, de esa unidad en mí mismo, podrá derivarse la unidad externa y visible de la Iglesia. Porque, si queremos que Oriente y Occidente alcancen la unidad, no lo conseguiremos haciendo que uno se imponga al otro. Hemos de dar cabida a ambos en nosotros mismos y trascenderlos a ambos en Cristo" (28 de abril de 1957).
"Ser capaz, en la medida de lo posible, de extender los brazos y abarcar todos los extremos y contenerlos en uno mismo sin confusión" (15 de febrero de 1958).
"Debo ver y abrazar a Dios en el mundo entero"
(5 de mayo de 1958)
Así, la búsqueda de la soledad estaba llevando a Thomas Merton a buscar el verdadero sentido y alcance de su condición de monje.
(Notas creadas a partir de lo escrito en el DICCIONARIO DE THOMAS MERTON).