Cristianismo
e historia están estrechamente vinculados. Jesús nació, vivió y murió en un
tiempo y espacio concretos de la historia humano, y la comunidad de Jesús, la
Iglesia, lo mismo. Para entender el camino cristiano, su crecimiento, su
teología y su pensamiento en general debemos conocer su historia.
El
cristianismo nació en Palestina, y la Iglesia nace y crece en un contexto
particular: Judaísmo, Imperio Romano y cultura griega. Los tres le dejaron su
impronta: religiosa, filosófica, ritual, jurídica, cultural.
Los
primeros cristianos provenían del mundo judío, se sentían judíos, asistían los
sábados a la sinagoga. Los apóstoles ejercieron un ministerio itinerante, junto
a doctores y profetas, mientras recibían el apoyo de comunidades que poco a
poco se fueron organizando hasta que los ministerios carismáticos son
sustituidos por jerarquías locales: diáconos, presbíteros, obispos.
También
el judeocristianismo, cuyo centro fundamental será Jerusalén, empezará a
convivir con los cristianos judíos de cultura griega, dando lugar a las
primeras tensiones internas. Pablo se convierte en apóstol de los gentiles,
llevando el cristianismo más allá de las fronteras judías.
La
primera literatura cristiana es la que tenemos en el canon del Nuevo
Testamento: las cartas de Pablo, los Evangelios, etc. Luego aparecen los
llamados PADRES APOSTÓLICOS, escritos dirigidos a otros cristianos, obras de la
Iglesia en su intimidad, útiles para conocer la vida y el sentir de la primera
Iglesia. A continuación vendrán los APOLOGISTAS GRIEGOS: escritores cuyo
propósito es defender la fe cristiana ante las falsas acusaciones que provocaban
las persecuciones. El más importante de los apologistas es JUSTINO, mártir.
Esta
primera etapa de la vida de la Iglesia se conoce como la ERA DE LOS MÁRTIRES,
signada por la persecución en diversos momentos. Los primeros conflictos con el
estado nacen en época de Nerón. Hasta el
siglo III los cristianos fueron perseguidos periódicamente. Pedro y Pablo bajo
Nerón; Ignacio de Antioquía, Policarpo y Justino, en el siglo II; Orígenes fue
martirizado en el siglo III. La llamada “gran persecución” tuvo lugar en este
siglo, bajo Dioclesiano y Galerio. El Edicto de Tolerancia, y luego el Edicto
de Milán (Constantino) fueron el triunfo final del cristianismo.
Las
críticas que los cristianos recibían pueden catalogarse de dos maneras: los
rumores populares y las críticas que provenían de las clases cultas.
Acusaciones de que las reuniones cristianas acababan en orgías, que se hacían
sacrificios humanos, que adoraban un asno crucificado. Por otra parte, se les
tenía por gente ignorante, necia, de clases inferiores, discípulos de un
malhechor. Fue labor de los llamados APOLOGISTAS refutar estas acusaciones.