Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.
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viernes, 29 de julio de 2011
MERTON EN LA HABANA
La Habana es una ciudad bañada por el éxito, una buena ciudad, una ciudad real. En ella hay abundancia de todo, inmediatamente accesible y, hasta cierto punto, accesible a todos.
La animación de los bares y cafés no está secuestrada tras las puertas y los vestíbulos: todos ellos están ampliamente abiertos a la calle, y la música y las risas llegan a la calle, y los peatones participan en ella, de la misma manera que los cafés participan también en el ruido, las risas y la animación callejera.
Ésa es otra característica de la ciudad de tipo mediterráneo: la completa y vital compenetración de todos los ámbitos de la vida pública y comunitaria. La vida real de estas ciudades se encuentra en la plaza del mercado, en el ágora, el bazar y los soportales.
Vendedores de billetes de lotería, de tarjetas postales o de ediciones extraordinarias de periódicos vespertinos (casi cada minuto aparece una nueva edición de algún periódico) entran y salen de la multitud y de los bares. Bajo los soportales se instalan músicos que cantan y tocan algún instrumento para desaparecer después.
Si estás comiendo en una mesa de las terrazas de la plaza, participas en la vida de toda la ciudad. A través de los soportales puedes ver, recortada contra el cielo, una musa alada de puntillas en la parte superior de una de las cúpulas del Teatro Nacional. En la parte baja, los árboles del parque central: y todo el mundo parece estar circulando a tu alrededor, a pesar de que los viandantes literalmente no vienen ni van de las mesas en que se sientan los comensales, que comen sabrosos platos de judías negras o pintas.
El alimento es abundante y barato: pero es que, además, si no tienes dinero, no tienes que pagar por él, porque es de todo el mundo, se desborda e inunda las calles. Tu animación no es algo privado, pertenece a todos los demás, porque cada uno te lo ha dado a ti en primer lugar. Cuanto más observas la ciudad y te mueves por ella más amor recibes de ella y más amor le devuelves, y, si así lo deseas, pasas a formar parte integrante de ella, de todo complejo abanico de alegrías y ventajas, y esto, después de todo, es el modelo mismo de la vida eterna, un símbolo de salvación. Esta pecadora ciudad de La Habana está construida de tal manera que, cualquiera que sepa vivir en ella, puede interpretarla como una analogía del reino de los cielos”.
(Thomas Merton, Diarios I, Páginas 39-40))
Desde Matanzas
"Mi tarea espiritual verdadera consiste en dejarme ser amado, plena y completamente y creer que en este amor llegaré al cumplimiento de mi vocación. Sigo intentando llevar mi ser errante, inquieto y ansioso a su hogar para que pueda descansar en el abrazo de su amor".
Henri Nouwen
Luego de días de ausencia en el blog he encontrado una manera de dejar alguna entrada cada cierto tiempo, y lo aprovecho para comunicarme con las amigas y amigos que pasan por acá. Esta será por tanto una entrada algo especial, en la que incluyo diversos temas: les contaré lo que hago ahora, y les compartiré lo que leo, sin que falte tampoco algo de TM.
Desde el día 1 de julio estoy viviendo en la ciudad de Matanzas, Cuba; encontré un alquiler, cerca de una familia amiga, un lugar tranquilo y agradable, con mucha luz y cerca del mar. Quería tener tiempo para reflexionar acerca de mi vida y mi trabajo, y me he tomado un descanso, sin nada que hacer; un verdadero lujo que no probaba desde hace más de 20 años cuando, casi a la fuerza, experimenté algo similar. De aquella vez salieron muchas bendiciones, de modo que confío será otra vez un momento de gracia; cada cierto tiempo se hace necesario hacer una buena revisión de vida en la que nos miremos de frente, más allá de las ilusiones, y demos el salto, ese que es necesario para crecer. Los primeros días dormí mucho, luego empecé a caminar, a sentarme frente al mar, a leer, a ver películas, a escuchar música; los atardeceres son preciosos, llueve con regularidad, y los pensamientos se hacen más claros con el paso de los días. Lecturas de estos días, de literatura en general, tres libros: “Crónica del pájaro que da cuerda al mundo” de Haruki Murakami, “El hombre que amaba a los perros”, de Leonardo Padura, y “A la sombra del mar. Jornadas cubanas con Reinaldo Arenas”, de Juan Abreu. Y luego, los autores de siempre, leídos y releídos una y otra vez, porque tienen jugo suficiente para saciar la sed, y algún descubrimiento, esta vez de la mano de otro Thomas, esta vez de apellido Moore, y el título, “El cuidado del alma. Segunda parte”. . Es increíble como se aclaran las ideas cuando tomamos distancia de la realidad que nos agobia, y yo estoy viendo que lo que intuía en medio de la bruma era lo mejor, lo más coherente, lo que estaba incubando y creciendo dentro de mí. El paso siguiente en mi crecimiento espiritual, que no reniega para nada de lo vivido, pero exige algo nuevo, es un espacio más abierto, donde pueda acceder a otro nivel de experiencia.
Cada atardecer, cerca de las ocho de la noche, salgo a caminar por la orilla de la carretera, frente al mar, y mientras leo algún texto sugerente puedo meditar en mi presente, y repasar con libertad lo que he vivido. Estoy seguro que de esta experiencia saldrá un tiempo mejor, en el que viva con más plenitud, alegría y paz.
RECONOCER EL MISTERIO: “Elías fue un hombre como nosotros. Andrés, Pedro, Santiago y Juan fueron hombres como nosotros. Como ellos, nosotros venimos con nuestras debilidades a Cristo para que Su fortaleza pueda ser glorificada en la transformación de nuestra debilidad. Un día tras otro el hombre exterior se desmorona y derrumba, y el hombre interior, el Hombre Celestial, nace y crece en sabiduría y conocimiento a los ojos de los hombres, que no pueden reconocerlo. Tampoco nosotros podemos reconocernos a nosotros mismos en la imagen que de Él se forma en nosotros, porque todavía no poseemos los ojos adecuados para verle. Sin embargo, sospechamos que Él está presente en el misterio no revelado a los sabios y prudentes. Sentimos sus ojos sobre nosotros cuando nos sentamos bajo la higuera y en ese momento nuestras almas se abren a la vida al toque de Su dedo oculto. Este destello de fuego es nuestra soledad, que sin embargo nos une a todos nuestros hermanos. Es el fuego que ha avivado al Cuerpo Místico desde Pentecostés de manera que cada cristiano es, al mismo tiempo, un ermitaño y la Iglesia en su conjunto, y todos nosotros somos miembros los unos de los otros. A nosotros nos toca reconocer el misterio de que tu corazón es mi ermita y de que el único camino de que dispongo para adentrarme en el desierto es cargando con tus tribulaciones y dejándote a ti las mías”. (29 de noviembre de 1951)
Thomas Merton
VACÍO, MISTERIO Y TRANSFORMACIÓN:
Tres presupuestos importantes para adentrarse en la vida del espíritu, según Thomas Moore:
1. VACÍO: penetrar en la esfera de lo espiritual y lo santo, el recinto de lo sagrado, requiere una mente y un corazón profundamente abiertos; debemos ser conscientes de nuestra ignorancia, estar dispuestos a renunciar a nuestras ideas preconcebidas y escuchar y obedecer las señales (Evitar: Adhesión ciega, entusiasmo desmedido, mala elección de líderes y creencias). Importante cultivar el vacío en nuestra vida; la religión celebra los espacios vacíos y los convierte en un modelo y un ideal. Debemos hallar el lugar vacío, el orificio en el entramado de significado y cultura a través del cual pueda penetrar lo infinito y misterioso. Si un acto religioso o espiritual carece de este vacío, se llena de sí mismo y se convierte, contrariamente a lo que pretendíamos, en un edificio defensivo contra el poder purificador del misterio. Hasta una mínima porción de vacío contribuye a potenciar nuestra vida espiritual. En fin, que lo importante no es lo que sabemos, sino lo que no sabemos.
2. MISTERIO: El misterio es la auténtica sustancia de la vida espiritual y religiosa. Creer es una palabra de amor, no de pensamiento; debemos reimaginar constantemente nuestro patrimonio religioso. La falta de fe es tan importante como la fe; la fe empieza por una confianza elemental. La fe no consiste en asegurarse uno mismo que todo saldrá bien, sino en confiar en que los misterios que nos envuelven tienen un significado. La fe significa confiar en una forma de pensar y de vivir que tal vez no sea aceptada universalmente ni sea verificable desde un punto de vista intelectual. La fe es vacía, es una confianza firme en el yo y en la vida, por más que las circunstancias indiquen lo contrario.
3. TRANSFORMACIÓN: La apreciación del vacío y del misterio facilita un mayor movimiento hacia el espíritu, un movimiento hacia adentro, hacia abajo y hacia lo profundo. Un proceso natural de transformación, que generalmente empieza con las experiencias más mundanas y difíciles y acaba mostrando el oro que se halla oculto entre ellas.
Ideas para reflexionar:
1. Hay que pasar por la vida de puntillas en lugar de pisando fuerte, ser más hueco que sólido, confiar más y creer menos.
2. A veces se observan mejor las normas y las enseñanzas cuando se las ignora.
3. Un creyente es una persona capaz de permanecer leal a la vida pase lo que pase.
4. Las personas con una profunda espiritualidad poseen una moral refinada, pero en algunas cuestiones dan la impresión de ser inmorales.
(Ideas tomadas del libro “El cuidado del alma. Segunda parte”, de Thomas Moore)
Ser parte de todo...
-Thomas Merton-
Santidad es descubrir quién soy...
“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).
LA DANZA GENERAL.
Thomas Merton.
ORACIÓN DE CONFIANZA...
“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros
Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.