“Los
santos saben que el mundo y todo lo hecho por Dios es bueno, mientras que los
que no son santos, o creen que las cosas creadas son impías o no se preocupan
por la cuestión en ningún sentido, porque solamente se interesan por sí mismos.
Los ojos del santo hacen santa toda belleza, y las manos del santo consagran a
la mano de Dios todo lo que tocan, y el santo no se ofende nunca por nada ni
juzga el pecado de nadie, porque no conoce el pecado. Conoce la misericordia de
Dios y está en la tierra para traer esa misericordia a todos los hombres”
“Conténtate
de no ser todavía santo, aunque te percates de que la única cosa por la cual
vale la pena vivir es la santidad. Así estarás satisfecho dejando que Dios te
guíe hacia la santidad por caminos que no puedes comprender. Pasarás por una
oscuridad en que ya no te preocuparás por ti mismo ni te compararás con los
demás. Los que han seguido este camino hallaron finalmente que la santidad está
en todo y que Dios los rodea por todas partes. Después de abandonar todo deseo
de competir con los demás, se despiertan de pronto y descubren que el gozo de
Dios está en todas partes y pueden regocijarse por las virtudes y bondad de su
prójimo más que no habrían podido hacerlo por las suyas propias. Están tan
deslumbrados por el reflejo de Dios en las almas de los hombres con quienes
viven, que ya son incapaces de condenar
lo que ven en el otro. Aun en los mayores pecados pueden ellos ver bondad y
virtudes que nadie más puede ver. En cuanto a sí mismos, si todavía se
consideran, ya no se atreven a compararse con otros. Esa idea se hizo ya
impensable. Pero ya no es fuente de gran sufrimiento y lamentación: han
alcanzado finalmente un punto en que dan su propia insignificancia por supuesta
y ya no se interesan en sí mismos”.
Thomas Merton. “ Semillas de Contemplación”
“Los falsos maestros adoptan gestos magistrales que carecen de verdad interior. A menudo impresionan con milagros que sólo ocurren en el plano existencial. Se sirven de la magia para efectuar cambios extraordinarios que no producen ninguna transformación. Hacen que crezca la arrogancia del discípulo, que se considera entonces más que los demás. Responden a las ambiciones del yo existencial de sus clientes. Lo que hacen se ve y, como tal, la mentira se descubre en lugar de alimentar lo Verdadero, que se expresa con la humildad, satisfacen la sed de experiencias extraordinarias y de fuerzas superiores”.
K.G. Dürckheim
Saludos a todos los amigos y amigas del blog, sobre todo a quienes han preguntado por la razón de no encontrar entradas nuevas en los últimos dos meses. Prometo que pronto volverán a aparecer textos y artículos acá. Gracias a todos por su preocupación y cercanía. Cuento con sus oraciones.
Ser parte de todo...
¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-
Santidad es descubrir quién soy...
“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).
LA DANZA GENERAL.
"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.
ORACIÓN DE CONFIANZA...
“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros