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lunes, 30 de marzo de 2020

CONFIANZA

"Muchos de nosotros todavía nos sentimos mucho más cómodos con un Dios justo que con un Dios misericordioso. Nos molestan esas parábolas extrañas sobre los jornaleros que trabajan por una sola hora y reciben el mismo pago como aquellos que labraron un turno entero bajo el calor del sol. No comprendemos por qué Jesús elogia el sirviente deshonesto que manipuló las cuentas y redujo la suma que debían los acreedores de su maestro. Queremos que la vida sea justa. Nos esforzamos en ser buenos; queremos recibir lo que merecemos. Por supuesto, nunca recibimos de Dios lo que merecemos. Siempre recibimos la misericordia, apretada y desbordante, inmerecida y maravillosa. De esa experiencia de Dios, brota la alegría de la Pascua. Somos amados, guardados y queridos, pase lo que pase".

Hna Marilyn Lacey

domingo, 29 de marzo de 2020

CONFIANZA

"Permíteme descansar en tu voluntad y guardar silencio. 
Entonces la luz de tu alegría caldeará mi vida.  
Su fuego arderá en mi corazón y brillará para tu gloria 
Para eso es para lo que vivo. 
Amén, amén" 

(Thomas Merton).

ENSÉÑAME, MARÍA...

"Enséñame, María, cómo se va a ese país que está más allá de toda palabra y de todo nombre... Necesito que tú me guíes. Necesito que tú muevas mi corazón. Necesito que mi alma se purifique por medio de tu oración. Necesito que robustezcas mi voluntad.  Necesito que salves y transformes el mundo. Te necesito a ti para todos cuantos sufren, para todos cuantos padecen prisión, peligro o tribulación de cualquier clase. Te necesito para cuantos han enloquecido. Necesito que tus manos sanadoras no dejen de actuar en mi vida. Necesito que hagas de mí, como hiciste de tu Hijo, un sanador, un consolador, un salvador. Necesito que des nombre a los muertos. Necesito que ayudes a los moribundos a cruzar el río. Te necesito para mí, tanto si vivo como si muero...".

Thomas Merton

martes, 24 de marzo de 2020

APEGOS ESPIRITUALES

“A veces los contemplativos piensan que tienen que encontrar todo el fin y la esencia de su vida en el recogimiento, la paz interior y el sentido de la presencia de Dios. Y se apegan a estas cosas. Pero el recogimiento es una cosa creada, lo mismo que un automóvil. El sentido de paz interior no es menos creado que una botella de vino. La conciencia experiencial de la presencia de Dios es verdaderamente una cosa tan creada como un vaso de cerveza. La única diferencia es que el recogimiento, la paz interior y el sentido de la presencia de Dios son placeres espirituales, y los otros son materiales. El apego a las cosas espirituales es, pues, un apego del mismo género que el amor desordenado a cualquier otra cosa. La imperfección puede ser más secreta y sutil, pero, desde un cierto punto de vista, ello sólo hace que sea más perjudicial, porque resulta más difícil reconocerla.

De ahí que muchos contemplativos nunca lleguen a ser grandes santos, nunca entren en íntima amistad con Dios, nunca encuentren una profunda participación en Sus inmensos gozos, porque se apegan a las pequeñas y miserables consolaciones que se dan a los principiantes en la vida contemplativa”.


Thomas Merton.
Nuevas semillas de contemplación, 216-217.

jueves, 19 de marzo de 2020

TODO Y NADA

"Si Dios fuera algo (alguna cosa), no sería TODO, pues bastaría con encontrar un grano de arena que no fuera Él para impedirle ser TODO. Pero como Dios no es nada (esto es, no es cosa alguna) actúa en perfecta libertad como el suelo, fuente, plenitud y nada que, no siendo cosa alguna, sostiene todas las cosas. Somos "reales" porque estamos en la existencia, Dios, sin embargo, no está en la existencia sino que es la misma Existencia. Él ES eso por lo que nosotros somos. 

En el hecho de que Dios no es cosa alguna reside su libertad perfecta. No es esto ni aquello. Es TODO en todo. Merton nos dice, en efecto, que la llamada a la oración contemplativa es una llamada de Dios para que captemos el hecho de que, como personas creadas a imagen de Dios, tampoco nosotros somos cosa alguna. Como personas, en definitiva, no encontraremos nuestra plenitud en ninguna cosa salvo en una total unión e identificación de amor con Dios.

 El vacío, el temor y la oscuridad de la oración son ecos de esta llamada de Dios. Nuestra impotencia, nuestra condición pecaminosa y nuestra mezquindad son invitaciones, gracias y llamadas, no a la desesperación sino a un total abandono y vaciamiento de nuestro ser en la fuerza y presencia infinitas de Dios que se manifiestan por medio de nuestra participación en la cruz de Cristo".

James Finley
El Palacio del Vacío de Thomas Merton
Sal Terrae

miércoles, 18 de marzo de 2020

EL COLOR QUE NO TIENE COLOR

"Los monjes zen son extraños. Si uno dice blanco el otro dice negro. Su intención no es contradecirse. Su propósito es mostrar un color que no tiene color" 


"El lugar sagrado no está muy lejos; 
ningún camino en especial lleva a él.
Si uno sigue por donde el guía ha señalado,
solo encontrará un puente resbaladizo
y cubierto de musgo".

La flauta de hierro. 
Antología de 100 koans zen
(Arca de sabiduría)


jueves, 12 de marzo de 2020

"ECCE HOMO": JESÚS, LA IMAGEN DEL HOMBRE QUE SOMOS

El hombre es un ser múltiple, que cambia. No le ha sido concedido ni atribuido permanecer siempre idéntico. Por eso es difícil de decir quién y qué es realmente. Hay muchas cosas de las que posiblemente no le gusta hablar. Huye de sí mismo. Lo consigue, porque para reflexionar en sí mismo y hablar de sí mismo hace falta tiempo y no estar continuamente ocupado. Uno de los elementos que constituyen lo que el hombre es, es lo indecible; y por eso permanece mudo. 

¿Qué aspecto tendría la imagen del hombre que mostrase precisamente aquello que el hombre es, pero que ni quiere con tesarse a sí mismo que lo es ni está dispuesto a serio 

1. Tendría que ser la imagen del hombre que está para morir. Porque no queremos morir y, sin embargo, estamos tan entregados a la muerte que ésta lo domina ya todo en la vida como un poder siniestro. 

2. Ese moribundo debería estar colgado entre el cielo y la tierra. Porque en ninguno de los dos sitios nos encontramos plenamente como en nuestra casa: porque el cielo está lejos, y la tierra no nos resulta una patria agradable. 

3. Ese moribundo debería estar solo. Porque cuando se trata de dar el último paso tenemos la impresión de que los demás se despiden de nosotros con perplejidad y recato -incapaces de solucionar su propio problema- y nos dejan solos. 

4. Ese hombre de la imagen debería estar empalado entre una vertical y una horizontal. Porque la intersección de la horizontal, que todo lo quiere abarcar en la anchura, con la vertical, que exclusivamente tiende en su verticalidad a la unidad única, corta el centro del corazón humano y lo destroza. 

5. Ese moribundo debería estar bien clavado. Porque nuestra libertad en este mundo desemboca necesariamente en la necesidad de la miseria. Debería tener un corazón traspasado. Porque al final todo se transforma en una lanza que hace correr hasta la última gota de la sangre de nuestro corazón. 

6. Debería llevar sobre sí una corona de espinas. Porque los últimos dolores vienen del espíritu, no del cuerpo. Y dado que, en definitiva, todos los hombres son como es ese hombre, ese solitario debería estar rodeado de las imágenes de sus semejantes, que son exactamente iguales que él. A uno de ellos se le podría pintar como lleno de esperanza, y al otro como lleno de desesperación. Porque nunca acabamos de saber si al morir prevalece en nuestro corazón la desesperación o la esperanza. 

Con eso la imagen quedaría prácticamente terminada. No mostraría todo lo que hay en el hombre, pero sí todo aquello que es preciso que nos muestre, porque estamos empeñados en no verlo -la misma desesperación no es más que una forma de no querer ver. Todo lo demás, que también somos, no es preciso que nos lo muestren, porque lo conocemos amplia y sobradamente con alegría. Lo que esa imagen nos muestra de nosotros mismos nos plantea un problema, y es el problema mismo sobre nosotros mismos, que por nosotros solos somos incapaces de resolver. 

Esa imagen de nosotros mismos, que no nos hace ninguna gracia, nos la ha puesto Dios ante nuestros ojos en el Viernes Santo de su Hijo. Momentos antes de que se levantase esa imagen para que la viéramos, hubo uno que dijo: «Mirad al hombre» (Jn 19,5). [...] 

Al haber propuesto Dios de esta forma ante nuestros ojos la imagen según la cual hemos sido creados, ya no nos vemos obligados al contemplarla a considerar únicamente la cuestionabilidad de nuestra propia existencia. Dios, al forzarnos a hacernos la pregunta que somos nosotros mismos, nos da también la respuesta a esa pregunta. Solamente nos ha encontrado a nosotros, que somos la pregunta, en el juego incomprensible de su amor, porque sabe la respuesta. Y al haberse hecho hombre su misma palabra eterna, y al haber muerto ese hombre en la cruz de nuestra existencia, nos ha dado la respuesta y nos ha comunicado valor para contemplar la imagen de nosotros mismos, que se nos ocultaba, para colgarla en nuestros aposentos, para colocarla en nuestros caminos y para ponerla sobre nuestras sepulturas. [...] 

Porque somos de la misma madera que él, y porque también nosotros podemos morir ya nuestra muerte en plena vida, podemos no sólo entender su destino desde fuera, sino también participar de él internamente. Por la fe percibimos que su descenso a la impotencia del ser hombre ha santificado todas las horas del Sábado Santo de nuestra vida. Dejados a nosotros mismos, todo se habría reducido a un simple y solitario quedar expuestos a las tinieblas y al vacío de la muerte. Pero por el hecho de que El participó de nuestro destino y nos redimió por ello, ese Sábado Santo en su oscuridad nos trae la luz de la vida. Desde el momento en que él descendió a las profundidades sin fondo y sin base del mundo, ya no existen más abismos de la existencia en los que el hombre quede abandonado. Hay uno que ha ido por delante y lo ha sufrido todo para victoria nuestra. En el fondo de todas las caídas puede uno ya encontrar la vida eterna. «El que descendió es también el que subió sobre todos los cielos para llenar el universo» (Ef 4,10). 

KARL RAHNER
- Escritos de Teología, VII, 150-152; 174-175

miércoles, 11 de marzo de 2020

SOLEDAD Y SOLIDARIDAD

"Aun cuando pueda estar físicamente solo, el solitario permanece unido a los otros y vive en solidaridad profunda con ellos, pero en un nivel místico y más profundo. Los demás pueden pensar que es uno de ellos en los vanos intereses y preocupaciones de una superficial existencia social. Él comprende que es uno con ellos en el peligro y la angustia de su soledad común: no la soledad del individuo solamente, sino la radical y esencial soledad del ser humano, una soledad que fue asumida por Cristo y que, en Cristo, llega a identificarse misteriosamente con la soledad de Dios".

"El solitario es alguien consciente de su soledad como una realidad humana básica e ineludible, y no sólo como algo que le afecta como individuo aislado. De ahí que su soledad sea el fundamento de una comprensión profunda, pura y amable de todos los seres humanos, sean o no capaces de darse cuenta de la tragedia de su difícil situación. Más aún: es la puerta por la que entra el misterio  de Dios y lleva a los otros a ese misterio por el poder de su amor y su humildad".

Thomas Merton
Humanismo cristiano
"Notas para una filosofía de la soledad"

viernes, 6 de marzo de 2020

EN MEMORIA DE ERNESTO CARDENAL (1925-2020)

Cuando, a finales de la década de los sesenta, Thomas Merton, el monje escritor norteamericano, muere accidentalmente en Bangkok, nadie en Hispanoamérica pudo sentir tan profundamente la inesperada noticia como el sacerdote y poeta nicaragüense Ernesto Cardenal. Un año después, éste le escribe al biógrafo de Merton: «Su muerte es la pena mayor que he tenido en mi vida religiosa (o en mi vida toda, yo creo). Él era para mí un padre. Espiritualmente hablando, pero no metafóricamente hablando». 

El presente volumen recoge las noventa cartas disponibles intercambiadas por Thomas Merton y Ernesto Cardenal entre 1959 y 1968. A través de estas cartas, fruto no sólo de la amistad intelectual que unió a maestro y discípulo, sino del fundamento espiritual y poético que sustentara sus anhelos comunes de reforma monástica, asistimos a la historia interior de muchos de los sucesos políticos, religiosos y culturales de aquella década, tanto en Estados Unidos como en Hispanoamérica. Entre la trapa de Getsemaní y la fundación de la comunidad de Solentiname, en la distancia que une contemplación y acción, monasterio y mundo, transcurre esta correspondencia, ejemplo del diálogo posible a ambos lados de la frontera cultural entre el norte y el sur, y epítome del proyecto teológico-político de sus autores.

(Tomado de: Ohlibro)

CAMINO DE VIDA Y DESAPROPIACIÓN


Dentro del llamado "Sermón de la montaña", que abarca tres capítulos (5-7) del Evangelio de Mateo, aparece el pasaje que se lee cada año en la liturgia del Miércoles de ceniza; se refiere a las tres prácticas características de la piedad judía, que luego pasaron también al cristianismo de alguna manera: la limosna, la oración y el ayuno.  Jesús denuncia, no tanto esas prácticas, como la manera egocéntrica de vivirlas; pueden convertirse entonces en pretextos para alimentar el ego, que entonces se siente más generoso, más religioso, más penitente, más que los otros. Jesús propone, en cambio, una manera mejor, más sabia, caracterizada por la desapropiación.

 El ego tiene la habilidad de apropiarse de todo, llegando incluso a presumir de no tener ego. Esto sucede porque, al ser pura imagen, no puede vivir sino de apariencia, a la que subordina todo lo demás. Entonces, puede dar mucho, rezar más, mortificarse,o ayunar en exceso, pero todo eso no hace más que perjudicar a la persona en su camino de despertar, la mantiene dormida, alimentando sus propios límites.

 Jesús propone algo diferente, algo mejor: no se trata de una mayor exigencia, porque al ego eso no le asusta, al contrario, sino de alcanzar una mayor sabiduría, una mayor libertad; abrir los ojos y VER lo Real. Las prácticas religiosas deben ayudarte a desapropiarte del ego, a hacerte comprender que eso que alimentas no constituye tu verdadera identidad. 

 Eso se descubre y se vive cuando tu mano izquierda no sabe lo que hace tu derecha. Es el silencio del yo

Pero sucede que las personas religiosas rivalizan a menudo en exigencia y perfección, como si la intensidad de la mortificación determinara su valor. Jesús, sin embargo presenta la vida como una "boda" en la que Él es "el novio".  De una práctica religiosa de tonos fúnebres se pasa a una fiesta de bodas; mucha gente ve la religión como cosa triste y solemne, pero Jesús presenta su camino con sencillez y alegría. 

 No resulta fácil dejar nuestros esquemas aprendidos, la rigidez y el automatismo en la práctica religiosa, pero no hay que dejar de presentar el camino espiritual con nuevos términos, y de buscar siempre lo nuevo que sale a nuestro encuentro, de modo que consigamos comprender lo esencial del mensaje de Jesús. 

Las prácticas cuaresmales constituyen siempre una oportunidad para recuperar el camino que conduce a la Vida, que nos hace salir de nosotros mismos para experimentar la comunión con la Fuente del Ser, saliendo de nosotros mismos; perdiendo la vida para ganarla, pero en buena lid, no alimentando nuestro ego, sino incorporándonos a Cristo  y viviendo una vida nueva en Él.

Recreado de un texto de Enrique Martínez Lozano

CUANDO FALTA EL AMOR...

"Aunque el ser humano haya adquirido poder para hacer casi todo, ha perdido al mismo tiempo la capacidad de orientar su vida hacia un objetivo espiritual a través de las cosas que hace. Ha perdido toda convicción en cuando a dónde va y qué es lo que hace, a menos que pueda hundirse en algún sueño colectivo que prometa la felicidad (algún día en el futuro) a quienes hayan aprendido a usar las herramientas que ahora acaba de descubrir. Su infelicidad parece haber crecido proporcionalmente a su poder sobre el mundo exterior.

 Dios hizo al ser humano el soberano de la tierra, y toda ciencia digna de este nombre participa de alguna manera en la sabiduría y providencia del Creador.  Pero el problema es que, a menos que las obras de la sabiduría, el conocimiento y el poder humano participen del amor misericordioso de Dios, no tendrán ningún valor para el mundo ni para la persona. No hacen feliz a la humanidad y no manifiestan en el mundo la gloria de Dios". 

Thomas Merton
Humanismo cristiano
"El poder y el sentido del amor", página 43.
Kairós, 2001

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.