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viernes, 6 de marzo de 2020

CAMINO DE VIDA Y DESAPROPIACIÓN


Dentro del llamado "Sermón de la montaña", que abarca tres capítulos (5-7) del Evangelio de Mateo, aparece el pasaje que se lee cada año en la liturgia del Miércoles de ceniza; se refiere a las tres prácticas características de la piedad judía, que luego pasaron también al cristianismo de alguna manera: la limosna, la oración y el ayuno.  Jesús denuncia, no tanto esas prácticas, como la manera egocéntrica de vivirlas; pueden convertirse entonces en pretextos para alimentar el ego, que entonces se siente más generoso, más religioso, más penitente, más que los otros. Jesús propone, en cambio, una manera mejor, más sabia, caracterizada por la desapropiación.

 El ego tiene la habilidad de apropiarse de todo, llegando incluso a presumir de no tener ego. Esto sucede porque, al ser pura imagen, no puede vivir sino de apariencia, a la que subordina todo lo demás. Entonces, puede dar mucho, rezar más, mortificarse,o ayunar en exceso, pero todo eso no hace más que perjudicar a la persona en su camino de despertar, la mantiene dormida, alimentando sus propios límites.

 Jesús propone algo diferente, algo mejor: no se trata de una mayor exigencia, porque al ego eso no le asusta, al contrario, sino de alcanzar una mayor sabiduría, una mayor libertad; abrir los ojos y VER lo Real. Las prácticas religiosas deben ayudarte a desapropiarte del ego, a hacerte comprender que eso que alimentas no constituye tu verdadera identidad. 

 Eso se descubre y se vive cuando tu mano izquierda no sabe lo que hace tu derecha. Es el silencio del yo

Pero sucede que las personas religiosas rivalizan a menudo en exigencia y perfección, como si la intensidad de la mortificación determinara su valor. Jesús, sin embargo presenta la vida como una "boda" en la que Él es "el novio".  De una práctica religiosa de tonos fúnebres se pasa a una fiesta de bodas; mucha gente ve la religión como cosa triste y solemne, pero Jesús presenta su camino con sencillez y alegría. 

 No resulta fácil dejar nuestros esquemas aprendidos, la rigidez y el automatismo en la práctica religiosa, pero no hay que dejar de presentar el camino espiritual con nuevos términos, y de buscar siempre lo nuevo que sale a nuestro encuentro, de modo que consigamos comprender lo esencial del mensaje de Jesús. 

Las prácticas cuaresmales constituyen siempre una oportunidad para recuperar el camino que conduce a la Vida, que nos hace salir de nosotros mismos para experimentar la comunión con la Fuente del Ser, saliendo de nosotros mismos; perdiendo la vida para ganarla, pero en buena lid, no alimentando nuestro ego, sino incorporándonos a Cristo  y viviendo una vida nueva en Él.

Recreado de un texto de Enrique Martínez Lozano

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Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.