Seguidores

martes, 26 de diciembre de 2023

DIOS ME HA DADO UNA VOCACIÖN CONTEMPLATIVA

"Mi intención consiste en entregarme por entero y sin compromisos a cualquier tarea que Dios desee ejecutar en mí o a través de mí. Pero este ofrecimiento no constituye algo absolutamente indefinido y a ciegas. Está ya definido por el hecho de que Dios me ha dado una vocación contemplativa. Al hacerlo así, Él me ha señalado un camino, una meta. Esto es lo que he de tener presente, porque tal es la voluntad divina. Cierto que implica la renuncia a los negocios, ambiciones, honores, placeres y cualquier actividad mundana. Implica tan sólo un mínimo de interés por las cosas temporales. Sin embargo, he prometido hacer cuanto pueda pedirme legítimamente un superior. Y esto, en determinadas circunstancias, puede implicar el sacrificio de la contemplación. Pero me parece que este sacrificio sólo puede ser cosa momentánea; no puede implicar el sacrificio de la totalidad de la vocación contemplativa como tal. 

Con todo, lo importante no es vivir para la contemplación, sino vivir para Dios. Lo cual resulta obvio, puesto que, en fin de cuentas, en eso consiste la vocación contemplativa. Por esta razón lo mejor es tomar la obediencia religiosa al pie de la letra. Tan pronto como se intenta condicionar la obediencia, la mente se torna inapta para la contemplación. Se halla dividida porque tiene que escoger entre sus propias inclinaciones y la voluntad del superior. La mente se reserva, en este caso, todo un campo inútil de actividad interior (a saber, juzgar los mandatos que recibe), lo que inevitablemente se halla en pugna con la contemplación".

Thomas Merton
El signo de Jonás, 49

LIBROS QUE TRANSFORMAN EL ALMA

"Ayer leí un par de capítulos de The Cloud of Unknowing. Cada vez que repaso un libro de esta tradición, sobre todo si es de san Juan de la Cruz, me siento como los tres Sabios cuando salieron de Jerusalén y, libres de las manos de Herodes, volvieron a ver su estrella. Les embargó una gran alegría. Fueron liberados una vez más de preguntas e incertidumbres y pudieron ver su camino recto ante ellos. Pero en este caso ni siquiera se necesita ver camino alguno. Se trata de algo más sencillo. Tan pronto como uno deja de viajar, ha llegado

Puedo recordar ciertos pasajes de otros libros que me han producido la misma impresión. Ellos dan testimonio de los momentos en que descubrí, con un conocimiento que llegaba hasta las profundidades de mi ser, que había encontrado lo que Dios deseaba para mí. Rememoro, por ejemplo, el capítulo que incluye santa Teresa en su Camino de perfección acerca de la insignificancia real de las distracciones involuntarias en la oración de quietud. Hace cuatro años, durante el noviciado, descubrí toda esa sección de la Llama de amor viva de san Juan de la Cruz, que habla en la tercera canción sobre las «profundas cavernas del sentido» y sobre la oración. Más recientemente encontré un capítulo en Le Paradis Blanc acerca de la vida interior. Ese capítulo se titula «Habla un cartujo», pero puede aplicarse muy bien a nosotros. 

De diferente modo me ha impresionado mucho también lo que dice Duns Scoto en sus precisiones acerca de la beatitud (libro IV del Opus oxoniense, 49), y todas las observaciones que hace san Buenaventura, especialmente en el Itinerarium, sobre los apetitos. Esas cosas han arraigado hondamente en mí, modelando mi vida y mis oraciones. No sólo cautivaron mi atención, sino que han transformado mi alma. Y, con todo, pienso que sólo han sido los últimos pasos de un proceso espiritual que, ya desde antes, la gracia venía elaborando secretamente. Esos pasos me han hecho comprender lo que ocurría dentro de mí sin que yo reparase claramente en ello. Leí muchas cosas análogas antes de venir a Gethsemani y no me transformaron en lo más mínimo. En el fondo, era totalmente incapaz de comprenderlas. 

Otro libro ejerció un poderoso efecto sobre mí durante el noviciado: el estudio del padre Philipon acerca de Isabel de la Trinidad y su oración".

Thomas Merton
El signo de Jonás, 48

sábado, 23 de diciembre de 2023

VOLVIENDO A CASA

 

"Cuando somos conscientes y vivimos plenamente cada momento de nuestra vida cotidiana, podemos descubrir que todo el mundo y todo cuanto nos rodea es nuestro hogar. ¿Acaso no es cierto que el aire que respiramos es nuestro hogar? ¿Que el cielo azul, los ríos, las montañas y la gente que nos rodea, los árboles y los animales son nuestro hogar?... Cuando practiquen la meditación caminando, anden de tal modo que reconozcan el hogar aquí y ahora. Perciban los árboles, el aire, el cielo azul y la tierra que pisan como vuestro hogar. Esto  sólo puede hacerse en el aquí y el ahora.

 A veces nos sentimos alienados. Nos sentimos solos como si estuviéramos aislados de todo. Hemos sido unos trotamundos y lo hemos intentado arduamente pero nunca hemos podido encontrar nuestro verdadero hogar, Sin embargo, todos tenemos un hogar y ésta es nuestra práctica, la de volver a casa

 Cuando hacemos la práctica de observar profundamente descubrimos que nuestro hogar está en cualquier parte... Parece una práctica difícil, pero es muy fácil... Todo nos está llamando para que volvamos a nuestro verdadero hogar. Una vez que hayan regresado a él, sentirán la paz y la alegría que se merecen. 

 Si son cristianos, sentirán que Jesucristo es el hogar de ustedes. Es muy agradable pensar que Jesús es vuestro hogar. Cristo está aquí y ahora; si lo percibes, estás en el hogar".

Thich Nhat Hanh

jueves, 21 de diciembre de 2023

LA MONTAÑA DE LOS SIETE CÍRCULOS

"Ayer, aunque es Adviento y se supone que no recibimos carta alguna, Dom Frederic1 me dio una de Naomi Burton, de Curtis Brown, Ltd. Yo le había enviado el manuscrito de La montaña de los siete círculos. Su carta sobre esta obra es muy amable y está completamente segura de que encontrará editor. De todos modos, mi idea –y la suya también– es remitírselo a Robert Giroux, de Harcourt, Brace." 
(13 de septiembre de 1946).


"Ayer, en el refectorio, durante la comida, cuando el lector estaba leyendo unos párrafos maravillosos de Bossuet sobre santo Tomás de Canterbury, pertenecientes al Liturgical Year (el mártir muere, formando todavía con la lengua la palabra «la Iglesia»), el padre prior me entregó un telegrama. Yo había estado pensando: «Si algo recibo en el correo, lo tomaré como un presente de santo Tomás Becket». Pero cuando vi el telegrama, mi corazón desfalleció. Lo primero que se me ocurrió pensar fue que el manuscrito de La montaña de los siete círculos se había perdido. Naomi Burton lo había entregado a Harcourt, Brace hacía tan sólo una semana. Bien sabía yo que los editores siempre hacen esperar dos meses, por lo menos, antes de decir nada acerca de un original... Esperé a que terminase la colación y abrí el telegrama. Era de Bob Giroux, y decía: «Manuscrito aceptado. Feliz Año Nuevo».
(29 de diciembre de 1946)

"La montaña de los siete círculos ha sido rechazada por uno de los censores de la Orden, no por motivos teológicos, sino por no considerar prematura su publicación. Nuestros censores son también editores. Ellos determinan si la Orden ha de beneficiarse, o no, con la publicación de los libros que se les someten a examen. Y esta vez la decisión ha sido negativa. Se me considera incapaz de escribir una autobiografía –«con su actual formación literaria»– y se me aconseja que siga un curso por correspondencia de gramática inglesa. Exhortado por el padre abad, he devuelto el manuscrito con tres páginas de autodefensa escritas a un solo espacio. En ellas señalo que Harcourt, Brace discrepa en lo que se refiere a que la obra no está en condiciones de ser publicada. Otra objeción consiste en que soy demasiado franco respecto a mi pasado. Dom Dominique puede resolver esta cuestión, puesto que se encuentra entre nosotros. Secretamente me siento encantado de llevar una cruz cuyo mérito puedo calibrar. En efecto, se trata de algo literariamente halagüeño: soy un autor incomprendido. Con todo, no me disgustaría que el libro fuera a parar al cesto de la basura. Acaso me librara de muchas preocupaciones" (16 de abril de 1947). 


"Estoy procurando pulir La montaña de los siete círculos. Cuando escribí la obra hace tres años, yo ignoraba a qué público podía pensar en dirigirme. Presumo que escribí bajo los ojos de Dios, que conoce lo que hay en mí. Pero no todo el contenido de mis cuartillas puede agradar –o ser útil– a cuantos las lean. Ahora he pensado súbitamente en las diferentes clases de personas que algún día pueden llegar a verlas: hombres viajando en el ferrocarril de Long Island, monjas de los conventos irlandeses, mi familia, los sacerdotes diocesanos, los comunistas... y las colegialas de los internados, a las que temen escandalizar los censores" (29 de mayo de 1947).


"El miércoles pasado, día 7, se cumplió el primer aniversario de la partida de nuestra colonia para Utah. Hablé al padre abad poco antes del trabajo de la tarde, para preguntarle si me permitía no salir a los campos. Pero él me entregó el primer ejemplar de La montaña de los siete círculos y me dijo que lo examinara. Está bien impreso y, después de echarle un vistazo, tuve la sensación general de que es, con Thirty Poems [Treinta poemas], el único libro respetable que he escrito. Si no hubiera publicado más que estas obras, me sentiría mucho más limpio... Tres clubs del libro han garantizado la venta de catorce mil ejemplares de La montaña de los siete círculos. Ya se está imprimiendo la segunda edición. Y me digo: ¡Cuidado! ¡Este asunto podría trastocar toda tu vida!".
 (11 de julio de 1948).

Textos de Thomas Merton, El signo de Jonás

UNA ORACIÓN A MARÍA EN ADVIENTO

"Señora y Reina del Cielo, introdúceme, te ruego, en la soledad, el silencio y la unidad, y haz que todos mis caminos sean inmaculados ante Dios. Que sepa aceptar gozoso cualquier oscuridad que me rodee, porque Le encuentre siempre a Él en Su misericordia. Enséñame a guardar silencio en este mundo, salvo que Dios quiera lo contrario y de la forma en que Él lo quiera. Enséñame al menos a desaparecer en lo que escribo. Lo cual n
o debería significar nada especial para mí ni menoscabar mi recogimiento. El trabajo podría ser una oración; sus resultados no deberían preocuparme".

Thomas Merton
El signo de Jonás
(14 de diciembre de 1946)

miércoles, 20 de diciembre de 2023

TODOS SOMOS EMMANUEL

 "Los relatos de "concepciones milagrosas" se encuentran prácticamente en todas las mitologías. Tras ellos, late el arquetipo del "Niño-Dios" que expresa, a través del mito, una intuición profundamente sabia: la unidad inseparable de lo humano y lo divino en un mismo ser

 Pero mientras la lectura literal del mito proyecta ese ser fuera, circunscribiéndolo a un personaje concreto, la sabiduría nos hace reconocernos a todos en él. Todos participamos de esa "doble naturaleza": somos formas diferentes (particulares) y, en cuanto tales, experimentamos las vicisitudes de nuestra historia concreta, pero, al mismo tiempo, somos también el único Ser, atemporal e ilimitado, que se expresa en cada forma, aunque sin reducirse a ellas

 En este sentido profundo, todos somos Emmanuel. A los cristianos, Jesús nos sirve de referencia amada para recordarnos que aquello que decimos de él nos pertenece en realidad a todos. Y, por eso, al verlo a él nos estamos viendo a nosotros".

Enrique Martínez Lozano

miércoles, 13 de diciembre de 2023

PROFETAS DE MISERICORDIA

 

"Un profeta, en el sentido tradicional,  no es simplemente alguien que predice el futuro bajo una inspiración espiritual. Eso es, en realidad, bastante accidental. El profeta es, sobre todo, un "testigo", igual que el mártir es un testigo (Mártir, en griego, significa testigo). Pero es testigo de manera diferente al mártir. El mártir sufre la muerte. El profeta sufre la inspiración, o la visión. Lleva la "carga" de la visión que Dios le otorga. Se inclina bajo la verdad y los juicios de Dios, a veces el juicio histórico concreto, definido, pronunciado sobre un tiempo dado, a veces únicamente la manifestación de la santidad trascendente y secreta de Dios, negada y repudiada por el pecado en general. Pero, sobre todo, el profeta es alguien que lleva la carga de la misericordia divina, una carga que es un don para la humanidad, pero que sigue siendo carga para el profeta en la medida en que nadie se la quita

 A este respecto, vemos que santa Teresa de Lisieux era una auténtica descendiente de los primeros santos proféticos de su Orden cuando tomó sobre sí la carga de ofrecerse como víctima al amor misericordioso de Dios. Esta consagración de nuestra santa moderna no es plenamente comprensible a menos que se vea a la luz de la primera tradición profética del Carmelo. En realidad, ella realizó ese ideal perfectamente en sí misma y por esta razón llegó a ser en nuestros días la patrona de las misiones católicas. Pues también el misionero tiene que comprender que es un profeta que lleva una carga, una carga de misericordia y de verdad que con demasiada frecuencia los seres humanos son incapaces de recibir. No es meramente un funcionario, ni un maestro, que va a organizar una comunidad cristiana y a difundir unas verdades doctrinales. Lleva con él, en su poder sacramental, no sólo noticias sobre Cristo, sino la presencia del Redentor y la realidad de la Redención".

Thomas Merton, Humanismo cristiano

(El ideal carmelita primitivo)

viernes, 1 de diciembre de 2023

CRISTO, JUEZ Y SALVADOR

“La existencia cristiana, ante todo, está construida sobre un fundamento común: Jesucristo. Este es el fundamento que resiste. Si hemos permanecido fieles sobre este fundamento y hemos construido sobre él nuestra vida, sabemos que este fundamento no se nos puede quitar ni siquiera en la muerte”.

“Algunos teólogos recientes piensan que el fuego que arde y que a la vez salva, es Cristo mismo, el Juez y Salvador. El encuentro con él es el acto decisivo del Juicio. Ante su mirada toda falsedad se deshace. Es el encuentro con Él lo que, quemándonos, nos transforma y nos libera para llegar a ser verdaderamente nosotros mismos. En ese momento, todo lo que se ha construido durante la vida puede manifestarse como paja seca, vacua fanfarronería y derrumbarse. Pero en el dolor de este encuentro, en el cual lo impuro y malsano de nuestro ser se nos presenta con toda claridad, está la salvación. Su mirada, el toque de su corazón, nos cura a través de una transformación, ciertamente dolorosa, “como a través del fuego”. Pero es un dolor bienaventurado, en el cual el poder santo de su amor nos penetra como una llama, permitiéndonos ser por fin totalmente nosotros mismos y, con ello, totalmente de Dios”.


“Nuestro modo de vivir no es irrelevante, pero nuestra inmundicia no nos ensucia eternamente, al menos si permanecemos orientados hacia Cristo, hacia la verdad y el amor. A fin de cuentas, esta suciedad ya ha sido quemada en la Pasión de Cristo. En el momento del Juicio experimentamos y acogemos este predominio de su amor sobre todo el mal en el mundo y en nosotros. El dolor del amor se convierte en nuestra salvación y nuestra alegría”. (47)

El Juicio de Dios es esperanza, tanto porque es justicia, como porque es gracia. Si fuera solamente gracia que convierte en irrelevante todo lo que es terrenal, Dios seguiría debiéndonos aún la respuesta a la pregunta sobre la justicia, una pregunta decisiva para nosotros ante la historia y ante Dios mismo. Si fuera pura justicia, podría ser al final sólo un motivo de temor para todos nosotros. La encarnación de Dios en Cristo ha unido uno con otra –juicio y gracia- de tal modo que la justicia se establece con firmeza: todos nosotros esperamos nuestra salvación “con temor y temblor”. No obstante, la gracia nos permite a todos esperar y encaminarnos llenos de confianza al encuentro con el Juez, que conocemos como nuestro “abogado”, parakletos”. (47)

Encíclica “Spe Salvi”, de Benedicto XVI, sobre la esperanza cristiana.

UNA ESPERANZA DE VICTORIA

 

"La certidumbre de la esperanza cristiana está más allá de la pasión y más allá del conocimiento. Por tanto a veces hemos de esperar que nuestra esperanza entre en conflicto con la tiniebla, la desesperación y la ignorancia. Por tanto, también debemos recordar que el optimismo cristiano no es una perpetua sensación de euforia, un consuelo indefectible en cuya presencia no es posible que exista angustia ni tragedia. No hemos de empeñarnos en mantener un clima de optimismo meramente eliminando las realidades trágicas. El optimismo cristiano reside en una esperanza de victoria que trasciende a toda tragedia: una victoria en que pasamos más allá de la tragedia con Cristo crucificado y resucitado.  

 Es importante recordar la profunda seriedad, a veces angustiada, del Adviento, cuando las embusteras celebraciones de nuestra cultura mercantil armonizan tan fácilmente con nuestra tendencia a considerar la Navidad, conscientemente o no, como un regreso a nuestra inocencia y a nuestra infancia. El Adviento debería recordarnos que el "Rey que ha de venir" es algo más que un encantador niñito sonriendo (o si se prefiere una espiritualidad dolorosa, llorando) en las pajas. Cierto que no hay nada malo en los tradicionales gozos familiares de la Navidad, ni tenemos que avergonzarnos de seguirlos hallando capaces de aguardarlos sin demasiada ambivalencia. Después de todo, eso, por sí mismo, no es poca fiesta. 

 Pero la Iglesia, al prepararnos para el nacimiento de un "gran profeta", un Salvador y un Rey de Paz, piensa en algo más que en un júbilo estacional. El misterio del Adviento enfoca la luz de la fe sobre el significado mismo de la vida, de la historia, del hombre, del mundo y de nuestro propio ser. En el Adviento celebramos la venida y aun la presencia de Cristo en nuestro mundo...".

Thomas Merton, Tiempos de celebración

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.