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miércoles, 13 de diciembre de 2023

PROFETAS DE MISERICORDIA

 

"Un profeta, en el sentido tradicional,  no es simplemente alguien que predice el futuro bajo una inspiración espiritual. Eso es, en realidad, bastante accidental. El profeta es, sobre todo, un "testigo", igual que el mártir es un testigo (Mártir, en griego, significa testigo). Pero es testigo de manera diferente al mártir. El mártir sufre la muerte. El profeta sufre la inspiración, o la visión. Lleva la "carga" de la visión que Dios le otorga. Se inclina bajo la verdad y los juicios de Dios, a veces el juicio histórico concreto, definido, pronunciado sobre un tiempo dado, a veces únicamente la manifestación de la santidad trascendente y secreta de Dios, negada y repudiada por el pecado en general. Pero, sobre todo, el profeta es alguien que lleva la carga de la misericordia divina, una carga que es un don para la humanidad, pero que sigue siendo carga para el profeta en la medida en que nadie se la quita

 A este respecto, vemos que santa Teresa de Lisieux era una auténtica descendiente de los primeros santos proféticos de su Orden cuando tomó sobre sí la carga de ofrecerse como víctima al amor misericordioso de Dios. Esta consagración de nuestra santa moderna no es plenamente comprensible a menos que se vea a la luz de la primera tradición profética del Carmelo. En realidad, ella realizó ese ideal perfectamente en sí misma y por esta razón llegó a ser en nuestros días la patrona de las misiones católicas. Pues también el misionero tiene que comprender que es un profeta que lleva una carga, una carga de misericordia y de verdad que con demasiada frecuencia los seres humanos son incapaces de recibir. No es meramente un funcionario, ni un maestro, que va a organizar una comunidad cristiana y a difundir unas verdades doctrinales. Lleva con él, en su poder sacramental, no sólo noticias sobre Cristo, sino la presencia del Redentor y la realidad de la Redención".

Thomas Merton, Humanismo cristiano

(El ideal carmelita primitivo)

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Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.