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martes, 26 de diciembre de 2023

DIOS ME HA DADO UNA VOCACIÖN CONTEMPLATIVA

"Mi intención consiste en entregarme por entero y sin compromisos a cualquier tarea que Dios desee ejecutar en mí o a través de mí. Pero este ofrecimiento no constituye algo absolutamente indefinido y a ciegas. Está ya definido por el hecho de que Dios me ha dado una vocación contemplativa. Al hacerlo así, Él me ha señalado un camino, una meta. Esto es lo que he de tener presente, porque tal es la voluntad divina. Cierto que implica la renuncia a los negocios, ambiciones, honores, placeres y cualquier actividad mundana. Implica tan sólo un mínimo de interés por las cosas temporales. Sin embargo, he prometido hacer cuanto pueda pedirme legítimamente un superior. Y esto, en determinadas circunstancias, puede implicar el sacrificio de la contemplación. Pero me parece que este sacrificio sólo puede ser cosa momentánea; no puede implicar el sacrificio de la totalidad de la vocación contemplativa como tal. 

Con todo, lo importante no es vivir para la contemplación, sino vivir para Dios. Lo cual resulta obvio, puesto que, en fin de cuentas, en eso consiste la vocación contemplativa. Por esta razón lo mejor es tomar la obediencia religiosa al pie de la letra. Tan pronto como se intenta condicionar la obediencia, la mente se torna inapta para la contemplación. Se halla dividida porque tiene que escoger entre sus propias inclinaciones y la voluntad del superior. La mente se reserva, en este caso, todo un campo inútil de actividad interior (a saber, juzgar los mandatos que recibe), lo que inevitablemente se halla en pugna con la contemplación".

Thomas Merton
El signo de Jonás, 49

LIBROS QUE TRANSFORMAN EL ALMA

"Ayer leí un par de capítulos de The Cloud of Unknowing. Cada vez que repaso un libro de esta tradición, sobre todo si es de san Juan de la Cruz, me siento como los tres Sabios cuando salieron de Jerusalén y, libres de las manos de Herodes, volvieron a ver su estrella. Les embargó una gran alegría. Fueron liberados una vez más de preguntas e incertidumbres y pudieron ver su camino recto ante ellos. Pero en este caso ni siquiera se necesita ver camino alguno. Se trata de algo más sencillo. Tan pronto como uno deja de viajar, ha llegado

Puedo recordar ciertos pasajes de otros libros que me han producido la misma impresión. Ellos dan testimonio de los momentos en que descubrí, con un conocimiento que llegaba hasta las profundidades de mi ser, que había encontrado lo que Dios deseaba para mí. Rememoro, por ejemplo, el capítulo que incluye santa Teresa en su Camino de perfección acerca de la insignificancia real de las distracciones involuntarias en la oración de quietud. Hace cuatro años, durante el noviciado, descubrí toda esa sección de la Llama de amor viva de san Juan de la Cruz, que habla en la tercera canción sobre las «profundas cavernas del sentido» y sobre la oración. Más recientemente encontré un capítulo en Le Paradis Blanc acerca de la vida interior. Ese capítulo se titula «Habla un cartujo», pero puede aplicarse muy bien a nosotros. 

De diferente modo me ha impresionado mucho también lo que dice Duns Scoto en sus precisiones acerca de la beatitud (libro IV del Opus oxoniense, 49), y todas las observaciones que hace san Buenaventura, especialmente en el Itinerarium, sobre los apetitos. Esas cosas han arraigado hondamente en mí, modelando mi vida y mis oraciones. No sólo cautivaron mi atención, sino que han transformado mi alma. Y, con todo, pienso que sólo han sido los últimos pasos de un proceso espiritual que, ya desde antes, la gracia venía elaborando secretamente. Esos pasos me han hecho comprender lo que ocurría dentro de mí sin que yo reparase claramente en ello. Leí muchas cosas análogas antes de venir a Gethsemani y no me transformaron en lo más mínimo. En el fondo, era totalmente incapaz de comprenderlas. 

Otro libro ejerció un poderoso efecto sobre mí durante el noviciado: el estudio del padre Philipon acerca de Isabel de la Trinidad y su oración".

Thomas Merton
El signo de Jonás, 48

sábado, 23 de diciembre de 2023

VOLVIENDO A CASA

 

"Cuando somos conscientes y vivimos plenamente cada momento de nuestra vida cotidiana, podemos descubrir que todo el mundo y todo cuanto nos rodea es nuestro hogar. ¿Acaso no es cierto que el aire que respiramos es nuestro hogar? ¿Que el cielo azul, los ríos, las montañas y la gente que nos rodea, los árboles y los animales son nuestro hogar?... Cuando practiquen la meditación caminando, anden de tal modo que reconozcan el hogar aquí y ahora. Perciban los árboles, el aire, el cielo azul y la tierra que pisan como vuestro hogar. Esto  sólo puede hacerse en el aquí y el ahora.

 A veces nos sentimos alienados. Nos sentimos solos como si estuviéramos aislados de todo. Hemos sido unos trotamundos y lo hemos intentado arduamente pero nunca hemos podido encontrar nuestro verdadero hogar, Sin embargo, todos tenemos un hogar y ésta es nuestra práctica, la de volver a casa

 Cuando hacemos la práctica de observar profundamente descubrimos que nuestro hogar está en cualquier parte... Parece una práctica difícil, pero es muy fácil... Todo nos está llamando para que volvamos a nuestro verdadero hogar. Una vez que hayan regresado a él, sentirán la paz y la alegría que se merecen. 

 Si son cristianos, sentirán que Jesucristo es el hogar de ustedes. Es muy agradable pensar que Jesús es vuestro hogar. Cristo está aquí y ahora; si lo percibes, estás en el hogar".

Thich Nhat Hanh

jueves, 21 de diciembre de 2023

LA MONTAÑA DE LOS SIETE CÍRCULOS

"Ayer, aunque es Adviento y se supone que no recibimos carta alguna, Dom Frederic1 me dio una de Naomi Burton, de Curtis Brown, Ltd. Yo le había enviado el manuscrito de La montaña de los siete círculos. Su carta sobre esta obra es muy amable y está completamente segura de que encontrará editor. De todos modos, mi idea –y la suya también– es remitírselo a Robert Giroux, de Harcourt, Brace." 
(13 de septiembre de 1946).


"Ayer, en el refectorio, durante la comida, cuando el lector estaba leyendo unos párrafos maravillosos de Bossuet sobre santo Tomás de Canterbury, pertenecientes al Liturgical Year (el mártir muere, formando todavía con la lengua la palabra «la Iglesia»), el padre prior me entregó un telegrama. Yo había estado pensando: «Si algo recibo en el correo, lo tomaré como un presente de santo Tomás Becket». Pero cuando vi el telegrama, mi corazón desfalleció. Lo primero que se me ocurrió pensar fue que el manuscrito de La montaña de los siete círculos se había perdido. Naomi Burton lo había entregado a Harcourt, Brace hacía tan sólo una semana. Bien sabía yo que los editores siempre hacen esperar dos meses, por lo menos, antes de decir nada acerca de un original... Esperé a que terminase la colación y abrí el telegrama. Era de Bob Giroux, y decía: «Manuscrito aceptado. Feliz Año Nuevo».
(29 de diciembre de 1946)

"La montaña de los siete círculos ha sido rechazada por uno de los censores de la Orden, no por motivos teológicos, sino por no considerar prematura su publicación. Nuestros censores son también editores. Ellos determinan si la Orden ha de beneficiarse, o no, con la publicación de los libros que se les someten a examen. Y esta vez la decisión ha sido negativa. Se me considera incapaz de escribir una autobiografía –«con su actual formación literaria»– y se me aconseja que siga un curso por correspondencia de gramática inglesa. Exhortado por el padre abad, he devuelto el manuscrito con tres páginas de autodefensa escritas a un solo espacio. En ellas señalo que Harcourt, Brace discrepa en lo que se refiere a que la obra no está en condiciones de ser publicada. Otra objeción consiste en que soy demasiado franco respecto a mi pasado. Dom Dominique puede resolver esta cuestión, puesto que se encuentra entre nosotros. Secretamente me siento encantado de llevar una cruz cuyo mérito puedo calibrar. En efecto, se trata de algo literariamente halagüeño: soy un autor incomprendido. Con todo, no me disgustaría que el libro fuera a parar al cesto de la basura. Acaso me librara de muchas preocupaciones" (16 de abril de 1947). 


"Estoy procurando pulir La montaña de los siete círculos. Cuando escribí la obra hace tres años, yo ignoraba a qué público podía pensar en dirigirme. Presumo que escribí bajo los ojos de Dios, que conoce lo que hay en mí. Pero no todo el contenido de mis cuartillas puede agradar –o ser útil– a cuantos las lean. Ahora he pensado súbitamente en las diferentes clases de personas que algún día pueden llegar a verlas: hombres viajando en el ferrocarril de Long Island, monjas de los conventos irlandeses, mi familia, los sacerdotes diocesanos, los comunistas... y las colegialas de los internados, a las que temen escandalizar los censores" (29 de mayo de 1947).


"El miércoles pasado, día 7, se cumplió el primer aniversario de la partida de nuestra colonia para Utah. Hablé al padre abad poco antes del trabajo de la tarde, para preguntarle si me permitía no salir a los campos. Pero él me entregó el primer ejemplar de La montaña de los siete círculos y me dijo que lo examinara. Está bien impreso y, después de echarle un vistazo, tuve la sensación general de que es, con Thirty Poems [Treinta poemas], el único libro respetable que he escrito. Si no hubiera publicado más que estas obras, me sentiría mucho más limpio... Tres clubs del libro han garantizado la venta de catorce mil ejemplares de La montaña de los siete círculos. Ya se está imprimiendo la segunda edición. Y me digo: ¡Cuidado! ¡Este asunto podría trastocar toda tu vida!".
 (11 de julio de 1948).

Textos de Thomas Merton, El signo de Jonás

UNA ORACIÓN A MARÍA EN ADVIENTO

"Señora y Reina del Cielo, introdúceme, te ruego, en la soledad, el silencio y la unidad, y haz que todos mis caminos sean inmaculados ante Dios. Que sepa aceptar gozoso cualquier oscuridad que me rodee, porque Le encuentre siempre a Él en Su misericordia. Enséñame a guardar silencio en este mundo, salvo que Dios quiera lo contrario y de la forma en que Él lo quiera. Enséñame al menos a desaparecer en lo que escribo. Lo cual n
o debería significar nada especial para mí ni menoscabar mi recogimiento. El trabajo podría ser una oración; sus resultados no deberían preocuparme".

Thomas Merton
El signo de Jonás
(14 de diciembre de 1946)

miércoles, 20 de diciembre de 2023

TODOS SOMOS EMMANUEL

 "Los relatos de "concepciones milagrosas" se encuentran prácticamente en todas las mitologías. Tras ellos, late el arquetipo del "Niño-Dios" que expresa, a través del mito, una intuición profundamente sabia: la unidad inseparable de lo humano y lo divino en un mismo ser

 Pero mientras la lectura literal del mito proyecta ese ser fuera, circunscribiéndolo a un personaje concreto, la sabiduría nos hace reconocernos a todos en él. Todos participamos de esa "doble naturaleza": somos formas diferentes (particulares) y, en cuanto tales, experimentamos las vicisitudes de nuestra historia concreta, pero, al mismo tiempo, somos también el único Ser, atemporal e ilimitado, que se expresa en cada forma, aunque sin reducirse a ellas

 En este sentido profundo, todos somos Emmanuel. A los cristianos, Jesús nos sirve de referencia amada para recordarnos que aquello que decimos de él nos pertenece en realidad a todos. Y, por eso, al verlo a él nos estamos viendo a nosotros".

Enrique Martínez Lozano

miércoles, 13 de diciembre de 2023

PROFETAS DE MISERICORDIA

 

"Un profeta, en el sentido tradicional,  no es simplemente alguien que predice el futuro bajo una inspiración espiritual. Eso es, en realidad, bastante accidental. El profeta es, sobre todo, un "testigo", igual que el mártir es un testigo (Mártir, en griego, significa testigo). Pero es testigo de manera diferente al mártir. El mártir sufre la muerte. El profeta sufre la inspiración, o la visión. Lleva la "carga" de la visión que Dios le otorga. Se inclina bajo la verdad y los juicios de Dios, a veces el juicio histórico concreto, definido, pronunciado sobre un tiempo dado, a veces únicamente la manifestación de la santidad trascendente y secreta de Dios, negada y repudiada por el pecado en general. Pero, sobre todo, el profeta es alguien que lleva la carga de la misericordia divina, una carga que es un don para la humanidad, pero que sigue siendo carga para el profeta en la medida en que nadie se la quita

 A este respecto, vemos que santa Teresa de Lisieux era una auténtica descendiente de los primeros santos proféticos de su Orden cuando tomó sobre sí la carga de ofrecerse como víctima al amor misericordioso de Dios. Esta consagración de nuestra santa moderna no es plenamente comprensible a menos que se vea a la luz de la primera tradición profética del Carmelo. En realidad, ella realizó ese ideal perfectamente en sí misma y por esta razón llegó a ser en nuestros días la patrona de las misiones católicas. Pues también el misionero tiene que comprender que es un profeta que lleva una carga, una carga de misericordia y de verdad que con demasiada frecuencia los seres humanos son incapaces de recibir. No es meramente un funcionario, ni un maestro, que va a organizar una comunidad cristiana y a difundir unas verdades doctrinales. Lleva con él, en su poder sacramental, no sólo noticias sobre Cristo, sino la presencia del Redentor y la realidad de la Redención".

Thomas Merton, Humanismo cristiano

(El ideal carmelita primitivo)

viernes, 1 de diciembre de 2023

CRISTO, JUEZ Y SALVADOR

“La existencia cristiana, ante todo, está construida sobre un fundamento común: Jesucristo. Este es el fundamento que resiste. Si hemos permanecido fieles sobre este fundamento y hemos construido sobre él nuestra vida, sabemos que este fundamento no se nos puede quitar ni siquiera en la muerte”.

“Algunos teólogos recientes piensan que el fuego que arde y que a la vez salva, es Cristo mismo, el Juez y Salvador. El encuentro con él es el acto decisivo del Juicio. Ante su mirada toda falsedad se deshace. Es el encuentro con Él lo que, quemándonos, nos transforma y nos libera para llegar a ser verdaderamente nosotros mismos. En ese momento, todo lo que se ha construido durante la vida puede manifestarse como paja seca, vacua fanfarronería y derrumbarse. Pero en el dolor de este encuentro, en el cual lo impuro y malsano de nuestro ser se nos presenta con toda claridad, está la salvación. Su mirada, el toque de su corazón, nos cura a través de una transformación, ciertamente dolorosa, “como a través del fuego”. Pero es un dolor bienaventurado, en el cual el poder santo de su amor nos penetra como una llama, permitiéndonos ser por fin totalmente nosotros mismos y, con ello, totalmente de Dios”.


“Nuestro modo de vivir no es irrelevante, pero nuestra inmundicia no nos ensucia eternamente, al menos si permanecemos orientados hacia Cristo, hacia la verdad y el amor. A fin de cuentas, esta suciedad ya ha sido quemada en la Pasión de Cristo. En el momento del Juicio experimentamos y acogemos este predominio de su amor sobre todo el mal en el mundo y en nosotros. El dolor del amor se convierte en nuestra salvación y nuestra alegría”. (47)

El Juicio de Dios es esperanza, tanto porque es justicia, como porque es gracia. Si fuera solamente gracia que convierte en irrelevante todo lo que es terrenal, Dios seguiría debiéndonos aún la respuesta a la pregunta sobre la justicia, una pregunta decisiva para nosotros ante la historia y ante Dios mismo. Si fuera pura justicia, podría ser al final sólo un motivo de temor para todos nosotros. La encarnación de Dios en Cristo ha unido uno con otra –juicio y gracia- de tal modo que la justicia se establece con firmeza: todos nosotros esperamos nuestra salvación “con temor y temblor”. No obstante, la gracia nos permite a todos esperar y encaminarnos llenos de confianza al encuentro con el Juez, que conocemos como nuestro “abogado”, parakletos”. (47)

Encíclica “Spe Salvi”, de Benedicto XVI, sobre la esperanza cristiana.

UNA ESPERANZA DE VICTORIA

 

"La certidumbre de la esperanza cristiana está más allá de la pasión y más allá del conocimiento. Por tanto a veces hemos de esperar que nuestra esperanza entre en conflicto con la tiniebla, la desesperación y la ignorancia. Por tanto, también debemos recordar que el optimismo cristiano no es una perpetua sensación de euforia, un consuelo indefectible en cuya presencia no es posible que exista angustia ni tragedia. No hemos de empeñarnos en mantener un clima de optimismo meramente eliminando las realidades trágicas. El optimismo cristiano reside en una esperanza de victoria que trasciende a toda tragedia: una victoria en que pasamos más allá de la tragedia con Cristo crucificado y resucitado.  

 Es importante recordar la profunda seriedad, a veces angustiada, del Adviento, cuando las embusteras celebraciones de nuestra cultura mercantil armonizan tan fácilmente con nuestra tendencia a considerar la Navidad, conscientemente o no, como un regreso a nuestra inocencia y a nuestra infancia. El Adviento debería recordarnos que el "Rey que ha de venir" es algo más que un encantador niñito sonriendo (o si se prefiere una espiritualidad dolorosa, llorando) en las pajas. Cierto que no hay nada malo en los tradicionales gozos familiares de la Navidad, ni tenemos que avergonzarnos de seguirlos hallando capaces de aguardarlos sin demasiada ambivalencia. Después de todo, eso, por sí mismo, no es poca fiesta. 

 Pero la Iglesia, al prepararnos para el nacimiento de un "gran profeta", un Salvador y un Rey de Paz, piensa en algo más que en un júbilo estacional. El misterio del Adviento enfoca la luz de la fe sobre el significado mismo de la vida, de la historia, del hombre, del mundo y de nuestro propio ser. En el Adviento celebramos la venida y aun la presencia de Cristo en nuestro mundo...".

Thomas Merton, Tiempos de celebración

jueves, 30 de noviembre de 2023

LLEGÓ EL ADVIENTO...

"La liturgia es la gran escuela de vida cristiana y la fuerza transformadora que vuelve a dar forma a nuestras vidas y a nuestros caracteres en la semejanza de Cristo... 
La liturgia hace que el mismo paso del tiempo santifique nuestras vidas... 
Cada nueva fiesta nos llama la atención hacia la gran verdad de Su presencia en medio de nosotros..." 

Thomas Merton
Tiempos de celebración

martes, 21 de noviembre de 2023

UNA IGLESIA NUEVA

"Quizá haya llegado el momento de despedirnos de una iglesia clerical. Posiblemente estemos ante una nueva época de la historia de la Iglesia muy diferente, en la que volvamos a ver una cristiandad semejante a aquel grano de mostaza, que ya está surgiendo en grupos pequeños, aparentemente poco significativos, pero que gastan su vida en luchar intensamente contra el Mal, y en tratar de devolver el Bien al mundo; están dando entrada a Dios en el mundo... Probablemente no habrá conversiones en masa al cristianismo, no se darán cambios que pudieran ser considerados ejemplares para la historia, pero existe una presencia nueva y muy fuerte de la fe, que da aliento a los hombres. Ahora hay más dinamismo, más alegría. Hay una presencia nueva de la fe llena de significado para el mundo"

 (Cardenal Joseph Ratzinger, La sal de la tierra. Una conversación con Peter Seewald).

EL SÍMBOLO NOS REMITE A LA VERDAD COMPLETA

"La Biblia, aunque Palabra de Dios, es hija de su tiempo. Refleja, por tanto, las concepciones propias de la época en que se escribe. Por desgracia, con frecuencia se hace una lectura literal, que no tiene en cuenta los condicionantes propios del texto, o moralizadora, convirtiendo la Escritura, antes que nada, en código de comportamiento. Cuando avanzamos en una lectura simbólica, la descubrimos como un caudal de sabiduría. En una tradición más bien dogmática, los creyentes suelen desconfiar del simbolismo, pensando que de ese modo se quiere escamotear la realidad, en el sentido de que «simbólico» sería lo contrario a «real». Sin embargo no es así. Si vamos a la etimología, descubrimos que es precisamente lo simbólico lo que nos remite a la verdad completa que, de otro modo, se nos escapa. Por eso precisamente el mensaje religioso no puede prescindir nunca del símbolo, porque en otro lenguaje no podría expresar todo su contenido."

(Enrique Martínez Lozano, Nuestra cara oculta)

SER DESCUBIERTOS POR ÉL

 

"Nuestro descubrimiento de Dios es, en cierto modo, ser descubiertos por Él. No podemos ir a buscar a Dios en el cielo, porque nos resulta imposible saber dónde está o qué es el cielo. Él baja del cielo y nos encuentra. Nos ve desde el fondo de Su infinita realidad que está en todas partes y su mirada nos da un nuevo ser y una nueva mente en la que también nosotros lo descubrimos

Conocemos a Dios solo en la medida en que somos conocidos por Él y nuestra contemplación de Él es una participación en la contemplación de Sí mismo

Nos hacemos contemplativos cuando Dios se descubre a Sí mismo en nosotros. En ese momento se abre el punto de nuestro contacto con él, atravesamos el centro de nuestra nada y entramos en la realidad infinita donde despertamos como nuestro verdadero yo".

Thomas Merton

Semillas de contemplación

lunes, 13 de noviembre de 2023

DESPERTAR EL YO INTERIOR

 "Ha quedado claro que no existe ninguna técnica especial para descubrir y despertar al yo interior porque éste es, sobre todo, una espontaneidad que no es nada si no es libre. Es por tanto inútil intentar definir primero el yo interior e inferir luego de sus propiedades esenciales algún medio adecuado e infalible para controlarlo, como si la esencia pudiera darnos alguna pista de aquello que es vulnerable en él, de algo que nos sirva para dominarlo.  Semejante idea significaría comprender de una forma totalmente errónea la realidad existencial de la que se está hablando. 

El yo interior no forma parte de nuestro ser, no es como el motor de un coche, sino que es nuestra realidad sustancial entera, al nivel más elevado, personal y existencial que puede darse. Es como la vida y es la vida: es nuestra vida espiritual cuando rebosa de vida. Es la vida que sustenta y mueve todo cuanto hay en nosotros. Se encuentra en nuestro interior, por todas partes y más allá de cuanto somos. Y si se le despierta, comunica una nueva vida a la inteligencia en la que vive, de tal guisa que se convierte en una viva consciencia de sí mismo: y esta consciencia no es algo que tenemos, sino más bien algo que somos. Es una nueva e indefinible cualidad de nuestro ser vivo".

Thomas Merton

La Experiencia interior

viernes, 10 de noviembre de 2023

EUCARISTÍA

"No soy capaz de leer nada, excepto a san Juan de la Cruz. He abierto su Llama de amor viva por el verso que dice: «Rompe la tela de este dulce encuentro». ¡El sacerdocio como un encuentro de la sustancia de mi alma con el Dios vivo! No lo comprendo todavía. Acaso lo comprenda mejor el jueves. De todos, ésta será mi oración: que la cortina se descorra cada vez más, para que disminuya la servidumbre de los deseos que gravitan sobre mi vida, para que quede liberado y me acerque más al Señor en todas las misas que celebre. Que cada misa ilumine la oscuridad y sea un paso más hacia el cielo y la visión. Que cada misa sea un enriquecimiento y una liberación para mi alma y para todas aquellas que, en los designios de Nuestra Señora, dependan de esas misas para llegar a la santidad y a la contemplación, para encontrar la libertad y la alegría".

Thomas Merton 
El signo de Jonás
(23 de mayo de 1949)

CRISTO EN LA RAÍZ

En “Enraizados en Jesucristo. Ensayo de eclesiología radical”, de Daniel Izuzquiza, sj (San Terrae, 2008), al hablar del Cuerpo de Cristo, encarnado, pone cuatro modelos: 

Teresa de Calcuta (cuerpo roto, los pobres), Carlos de Foucault (cuerpo silencioso, los olvidados, los que están lejos), Pierre Teilhard de Chardin (cuerpo cósmico, la creación toda) y Óscar Arnulfo Romero (cuerpo transfigurado). 

Cristo como verdadero y único Señor de mi vida, de la Iglesia, de la historia y de la sociedad. “Creo que los cristianos no podemos dar por supuesta una afirmación tan impresionante y que constituye el armazón central de mi experiencia espiritual, de mi reflexión teológica y de mi propuesta política. Una y otra vez, necesitamos volver al encuentro personal con la Raíz que nos hace vivir. Así, enraizados en Él, afianzamos nuestra fe en el señorío de Cristo sobre toda la realidad y ganamos en libertad frente a tantos poderes que pretenden dominar el mundo” (Dimensión política de la experiencia mística del cristiano).

“Afirmar el señorío absoluto de Jesucristo podría llevar a lecturas teocráticas o imposiciones particularistas, si olvidamos el recordatorio permanente de la misma entraña de Jesús: la cercanía a los pobres, el servicio radical, la fraternidad-filiación universal, la humildad que nos humaniza”.

La identidad cristiana es, por definición, abierta, plural, católica”.

La liturgia, lejos de ser una evasión intimista, desempeña un papel esencial… en la medida en que plasma el carácter místico-político de la comunidad cristiana, y encarna la alternativa a la lógica instrumental que domina nuestro mundo” (Alegría, gratuidad).

Eucaristizar el mundo”: entender y transformar toda la realidad desde las categorías eucarísticas. Celebración cotidiana de la eucaristía como espacio del encuentro radical con el Señor y de la transformación radical del mundo. 

Cuatro acciones: tomar, bendecir, partir y repartir.

(Recomiendo la lectura íntegra del libro)

domingo, 5 de noviembre de 2023

EL SÍMBOLO RELIGIOSO: LUGAR DE PRESENCIA Y ENCUENTRO CON EL MISTERIO

"Todo encuentro entre el hombre y la divinidad acaece por medio de símbolos
. El símbolo no es otra cosa que una realidad sensible a través de la cual acaece la hierofanía, es decir, la manifestación y la revelación de lo Sagrado, su comunicación y su presencia viva, así como el encuentro y la comunión del hombre con la divinidad. El símbolo, pues, es mediación de una presencia recíproca, de un encuentro interpersonal entre Dios y el hombre. 

Por su carácter de mediación, el símbolo entraña de por sí una estructura dialéctica: es revelación en velación, presencia que acaece en el marco de la ausencia, manifestación del Misterio a la vez que ocultamiento. Es en el terreno del símbolo religioso primordial donde hunde sus raíces últimas el sacramento cristiano. Son innumerables las cosas que pueden convertirse en lugar de manifestación y de presencia del Misterio: el árbol o la montaña, los fenómenos de la naturaleza o los cuerpos astrales e incluso determinadas funciones biológicas o ciertos órganos del cuerpo humano. Según Mircea Eliade, resulta imposible catalogar el vasto mundo de los símbolos, porque su amplitud es tal que coincide de hecho con la infinita gama de los seres de la creación'. 

El símbolo religioso general entraña no sólo una comunión entre la divinidad y el hombre, sino además cierta comunión interhumana, y por ello implica una dimensión social. El mismo verbo griego syn-ballein, que está a la raíz del sustantivo symbolon encierra la idea de reunir o conjugar (en el sentido del coniungere latino), de confluir aproximando o «arrojando» a un ser hacia otro. El símbolo implica de por sí una dimensión dialogal, de relación e intercomunión personal, por lo que se convierte en vínculo de comunión y en generador de comunidad. Por eso, la religión es de ordinario un fenómeno social, comunitario, tendente a aglutinar a los hombres en grupos que de por sí no tendrían por qué ser cerrados frente a otros grupos. Dado que el hombre es ser simbólico por su propia naturaleza, los símbolos primordiales (que son aquellos que pertenecen no tanto al ámbito de las cosas cuanto a la dimensión corporal del propio ser humano, como el gesto o el lenguaje) son en su esencia comunes a todas las razas y culturas, por lo que el símbolo tiende en principio hacia el universalismo, a la comunión universal

Por otra parte, el mundo de los símbolos adquiere también vigencia y significación concretas en el contexto previo de una comunidad humana y de una tradición anterior que dan primacía a determinados símbolos frente a otros, otorgándoles su sentido y valor específicos. Así es la comunidad la que acepta o rechaza un conjunto determinado de símbolos como más eficaz expresión del Misterio (de manera semejante a la selección que acaece en el lenguaje). El símbolo, pues, a la vez que generador de comunidad o comunión, es asimismo —en su determinación concreta— generado por la comunidad humana. No obstante, a pesar de ese trasfondo comunitario, siempre inherente al símbolo religioso, se puede afirmar que en el ámbito general de las religiones predomina el símbolo-cosa: la hierofanía o la presencia del Misterio acaece a través de la mediación de las cosas de la naturaleza".

La comunidad es el símbolo religioso primordial en el Antiguo Testamento; el símbolo fundamental en el cristianismo es la Iglesia como sacramento

Manuel Gesteira Garza
La Eucaristía, misterio de comunión
Sígueme, 1999

viernes, 27 de octubre de 2023

LA HORA DE SER TRAPENSE (Thomas Merton y Teresa de Lisieux)

“Era a finales de noviembre. Todos los días eran cortos y oscuros. Finalmente, el jueves de esa semana, por la noche, me sentí de pronto presa de una intensa convicción:

-Me ha llegado la hora de ir a ser trapense.

¿De dónde había venido el pensamiento? Todo lo que sabía era que repentinamente estaba allí. Era algo poderoso, irresistible, claro.

Tomé un librito titulado La vida cisterciense, que había comprado en Gethsemaní, y volví las páginas, como si tuvieran algo que decirme. Me parecían estar todas escritas con palabras de llama y fuego.

Fui a cenar y volví a mirar el libro. Mi mente estaba literalmente colmada con esta convicción. Y, sin embargo, en medio, se mantenía la vacilación: aquella cuestión de siempre. Pero ahora no podía haber dilación. Debía acabar con eso, una vez para siempre, y obtener una respuesta. Podía conseguirse en cinco minutos. Y era la hora. Ahora.

¿A quién consultaría? El padre Filoteo estaba probablemente en su habitación de abajo. Bajé las escaleras y salí al patio. Sí, había una luz en la habitación del padre Filoteo. Muy bien. Entra y oye lo que tiene que decirte.

Pero, en lugar de eso, salí de golpe a la oscuridad y me dirigí al soto.

Era la noche del jueves. La Sala del Alumno empezaba a llenarse. Iban a pasar una película. Pero apenas lo observé: no se me ocurrió que acaso el padre Filoteo iría al cine con los demás. En el silencio del soto mis pasos resonaban en la grava. Caminaba y rezaba. Estaba muy oscuro junto a la capilla de la Florecita. "¡En nombre del Cielo, ayúdame!", murmuré.

Regresé hacia los edificios. "Muy bien. Ahora realmente voy a entrar allí a preguntarle. He aquí la situación, padre. ¿Qué piensa usted? ¿Debería ir yo a ser trapense?"

Había aún una luz en la habitación del padre Filoteo. Entré valientemente en la sala, pero cuando hube llegado a unos seis pies de su puerta sentí como si alguien me hubiera detenido y me retuviera donde me encontraba con manos físicas. Algo interfería en mi voluntad. No podía dar un paso más, aun cuando quería. Di como un empujón al obstáculo, que era acaso un demonio, entonces me volví y salí corriendo de la casa una vez más.

De nuevo me encaminé hacia el soto. La Sala del Alumno estaba casi llena. Mis pies resonaban en la grava. Me encontraba en el silencio del soto, entre árboles húmedos.

No creo que jamás hubo un momento en mi vida en que mi alma sintiera una angustia tan apremiante y especial. Había rezado todo el tiempo, por lo que no puedo decir que empezara a rezar cuando llegué allí donde estaba la capilla: pero las cosas se iban precisando.

-Por favor, ayúdame. ¿Qué voy a hacer? No puedo continuar así. ¡Tú puedes verlo! Mira el estado en que me encuentro. ¿Qué debo hacer? Muéstrame el camino. ¡Como si necesitara más información o alguna clase de signo!

Pero dije esta vez a la Florecita:

-Muéstrame lo que he de hacer.

-y añadí:

- Si entro en el monasterio, seré tu monje. Ahora enséñame lo que he de hacer.

Estaba peligrosamente cerca del camino equivocado para rezar ... haciendo promesas indefinidas y pidiendo una especie de signo.

De repente, tan pronto como hube dicho esa plegaria, me sentí consciente del bosque, los árboles, las colinas oscuras, el viento húmedo de la noche, y luego, más distintamente que cualquiera de estas realidades obvias, en mi imaginación, empecé a oír la gran campana de Gethsemaní, tocando en la noche ... la campana de la gran torre gris, tocando y tocando, como si sólo estuviera detrás de la primera colina. La impresión me dejó sin aliento, tuve que pensar detenidamente para darme cuenta de que era sólo en mi imaginación que oía la campana de la abadía trapense tocando en la oscuridad. Pero, como después calculé, era alrededor de la hora que la campana toca cada noche para la Salve Regina, hacia el final de Completas.

La campana parecía decirme cuál era mi sitio ... como si me llamara a casa.

Esta fantasía ejerció tal determinación en mí que inmediatamente regresé al monasterio ... desandando el camino, pasando por la capilla de Nuestra Señora de Lourdes y el final del campo de fútbol. Con cada paso que daba mi mente se decidía más firmemente en que ahora yo habría acabado con todas estas dudas, vacilaciones, preguntas y todo lo demás, y resolvería este asunto, e iría a los trapenses, donde estaba mi lugar.

Cuando entré en el patio, vi que la luz de la habitación del padre Filoteo estaba apagada. En realidad, todas las luces estaban apagadas. Todos habían ido al cine. Mi corazón desfalleció.

Pero había una esperanza. Fui directamente a la puerta, penetré en el corredor y doblé hacia la sala común de los frailes. Nunca me había acercado a aquella puerta. No me había atrevido nunca. Pero ahora subí, golpeé la vidriera, abrí la puerta y miré al interior.

No había nadie allí, excepto un solo fraile, el padre Filoteo.

Le pregunté si podía hablarle y fuimos a su habitación.

Era el fin de toda mi ansiedad, de toda mi vacilación. Tan pronto como le expuse todas mis vacilaciones y preguntas, el padre Filoteo dijo que no podía ver ninguna razón para que yo no entrara en un monasterio y me hiciera sacerdote.

Puede parecer irracional, pero en aquel momento sucedió como si tendiesen un puente ante mis ojos y, repasando todas mis preocupaciones e interrogaciones, pude ver con claridad cuán vacías y vanas habían sido. Sí, era evidente que era llamado a la vida monástica: todas mis dudas acerca de ello habían sido principalmente sombras”.

(Thomas Merton, La montaña de los siete círculos)

martes, 24 de octubre de 2023

THOMAS MERTON Y TERESA DE LISIEUX (La Pequeña Flor)

 

(Fragmento de “La montaña de los siete círculos”)

“El gran regalo que se me dio, ese octubre, en el orden de la gracia, fue el descubrimiento de que la Florecita era realmente una santa, y no santa muda como una muñeca en las imaginaciones de muchas ancianas sentimentales. No sólo era santa, sino una gran santa, una de las mayores: ¡tremenda! Le debo toda clase de disculpas y reparación por haber ignorado su grandeza durante tanto tiempo; pero para hacer tal cosa necesitaría un libro entero, y aquí sólo puedo disponer de unas pocas líneas.

Descubrir un nuevo santo es una maravillosa experiencia. Pues Dios se magnifica grandemente y se hace maravilloso en cada uno de Sus santos. No hay dos santos iguales; pero todos ellos son como Dios, como El de un modo diferente y especial. De hecho, si Adán nunca hubiese caído, toda la raza humana habría sido una serie de imágenes magníficamente diferentes y espléndidas de Dios, cada uno de todos los millones de hombres exponiendo Sus glorias y perfecciones de un modo asombrosamente nuevo, cada uno brillando con su santidad particular, una santidad destinada a Él desde toda la eternidad como la perfección sobrenatural más completa e inimaginable de su personalidad humana.

 Si, desde la caída, este plan nunca se realizara en millones de almas, millones frustrarán ese destino glorioso suyo, ocultarán su personalidad en una corrupción eterna de deformidad, sin embargo, reformando Su imagen en almas desfiguradas y medio destruidas por el mal y el desorden, Dios hace las obras de Su sabiduría y amor lo más sorprendentemente bellas por razón del contraste con el medio en que Él no desdeña operar.

Nunca fue, ni pudo ser, sorpresa para mí que se encontraran santos en la miseria, dolor y sufrimiento de Harlem, en las colonias de leprosos como Molokai del padre Damián, en los barrios bajos del Turín de Juan Bosco, en los caminos de Umbría de la época de San Francisco, o en las ocultas abadías cistercienses del siglo doce, o en la Cartuja Mayor, o la Tebaida, la cueva de Jerónimo (con el león haciendo guardia a su biblioteca), o el pilar de Simón. Todo esto era evidente. Estas cosas eran reacciones fuertes y poderosas en edades y situaciones que exigían heroísmo espectacular.

Pero lo que me asombraba completamente era la aparición de una santa en medio de la fealdad y mediocridad hinchada, aterciopelada, superdecorada y cómoda de la burguesía. Teresa del Niño Jesús era carmelita, es verdad; pero lo que llevó al convento consigo fue una naturaleza formada y adaptada al fondo y mentalidad de la clase media francesa de finales del siglo diecinueve, más complaciente y aparentemente inmutable, de lo cual nada podía imaginarse. Lo que parecía más o menos imposible para la gracia era penetrar en la costra espesa y elástica de la presunción burguesa y asir reamente el alma inmortal de debajo de aquella capa, a fin de hacer algo de ella. En el mejor de los casos, pensaba yo, tales gentes pudieran resultar inocuos pedantes, ¿pero de gran santidad? ¡Nunca!

En realidad, un pensamiento tal era un pecado contra Dios y mi prójimo. Era una subestimación blasfema del poder de la gracia, un juicio extremadamente poco caritativo sobre toda una clase de gente, con fundamentos poco meditados, generales y algo nebulosos: ¡aplicando una gran idea teórica a cada individuo que cae dentro de una cierta categoría!

Primero me interesé en Santa Teresa de Lisieux, leyendo el sentido libro de Ghéon sobre ella: un afortunado principio. Si hubiese dado con alguna otra literatura de la Florecita que anda circulando, la débil chispa de devoción potencial en mi alma se habría apagado al momento.

No obstante, apenas tuve una débil impresión del carácter real y de la real espiritualidad de Santa Teresa, cuando inmediata y fuertemente me sentí atraído a ella ... una atracción que era obra de la gracia, puesto que, como digo, me hizo franquear de un salto miles de obstáculos y repugnancias psicológicas.

Y he aquí lo que me sorprende como lo más fundamental de ella. Llegó a santa no desertando de la clase media, no abjurando, despreciando y maldiciendo la clase media, o el ambiente en que había crecido; por el contrario, se pegó a él en tanto puede pegarse una persona o tal cosa y ser una buena carmelita. Conservó todo lo que era burgués en ella y todavía no incompatible con su vocación: su afecto nostálgico por una graciosa quinta llamada "Les Buissonnets", su gusto por el arte completamente almibarado, por los angelitos de azúcar y santos de pastel jugando con corderos tan suaves y vellosos que literalmente crispan los nervios a la gente como yo. Escribió una serie de poemas que, sin importar lo admirable de sus sentimientos, se basaban ciertamente en los modelos populares más mediocres.

Para ella habría sido incomprensible que alguien pensara que estas cosas eran feas o extrañas, y nunca se le ocurrió que tuviera que abandonarlas, aborrecerlas, maldecirlas o enterrarlas bajo un montón de anatemas. Y no sólo llegó a ser santa, sino la mayor santa que ha tenido la Iglesia en trescientos años... Aun mayor, en ciertos aspectos, que los dos tremendos reformadores de su orden: San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Ávila.

El descubrimiento de todo esto fue, en verdad, una de las humillaciones más grandes y saludables que he tenido en mi vida. No digo que cambiara mi opinión de la presunción de la burguesía del siglo diecinueve, ¡Dios no lo quiera! Cuando algo es repulsivamente feo, es feo, y así es. No me encontré llamando bello lo exterior de esa cultura fantasmagórica. Pero tenía que admitir que, en cuanto a santidad se refería, toda esa fealdad exterior era, per se, del todo indiferente. Y, más aun, como todos los males físicos del mundo, podía servir muy bien, per accidens, de ocasión o hasta de causa secundaria de un gran bien espiritual.

El descubrimiento de un nuevo santo es una experiencia tremenda, tanto más porque es completamente distinto del descubrimiento peliculero de una nueva estrella. ¿Qué puede hacer fulano con su nuevo ídolo? Mirar su fotografía hasta que le dé vértigo. Eso es todo. Pero los santos no son objetos inanimados de contemplación. Se hacen nuestros amigos, participan de nuestra amistad, la corresponden y nos dan inequívocas muestras de su amor por nosotros mediante las gracias que recibimos a través de ellos. Así, ahora que tenía esta gran amiga nueva en el cielo, era inevitable que la amistad empezara a tener su influencia en mi vida.

Lo primero que Teresa de Lisieux podría hacer por mí era encargarse de mi hermano, a quien puse bajo su tutela rápidamente, porque ahora, con vertiginosidad característica, había cruzado la frontera del Canadá, y me había dicho por correo que se encontraba en las Reales Fuerzas Aéreas Canadienses.

No era una gran sorpresa para nadie. Como se le acercaba el tiempo de ser reclutado, empezaba a hacerse claro que iría a donde fuere con tal de no entrar en la infantería. Finalmente, cuando estaba a punto de ser llamado, se había ido al Canadá, a alistarse voluntariamente de aviador. Puesto que el Canadá ya hacía tiempo que estaba realmente en la guerra, y sus aviadores entraban rápidamente en acción, donde eran grandemente necesitados, en Inglaterra, era muy evidente que las probabilidades de John Paul para sobrevivir una guerra larga eran muy escasas. Por lo que yo podía colegir, él entraba en las fuerzas aéreas como si pilotear un bombardero no fuera más peligroso que conducir un coche.

 Ahora estaba acampado en algún lugar cerca de Toronto. Me escribió, con alguna esperanza vaga de que, como él era fotógrafo, pudieran mandarlo de observador para sacar fotos de las ciudades bombardeadas, hacer mapas y demás. Pero entretanto, hacía servicio de guardia, a lo largo de una gran valla de alambre. Y envié a la Florecita de centinela para que cuidara de él. Cumplió bien el encargo.

Pero las cosas que sucedieron en mi vida, antes de que hubiesen transcurrido dos meses, también llevaban la huella de su intervención…”.

viernes, 20 de octubre de 2023

NUEVO LIBRO SOBRE THOMAS MERTON

"De la inmersión paulatina en el silencio llegamos a la orilla en la que el cielo de Dios es un estrato de nuestro ser que surge cuando nos abandonamos en él, despojados no ya de deseos, sino de nosotros mismos, muertos para nacer a nueva vida, por y para Dios. En la playa de Dios se alza un nuevo ser, libre porque Dios lo ha rescatado de sí mismo y capaz de ver en todo el rastro de Dios y de amarlo sin querer adueñarse de lo que ve.

Al acercarnos a Thomas Merton contemplamos la historia de un hombre decidido a afrontar un silencio que rompe con los dinamismos de una callada y sumisa resignación, aquella que le lleva a uno a pensar que camina sobre seguro. El silencio del que hablamos remueve el interior de la persona y la impulsa a seguir en el empeño, día tras día, de ceder el protagonismo de su existencia a la presencia que lo habita. Por eso, el camino del silencio apunta a un horizonte que excede la propia vida, señala a Dios y tiende a él".

Publicado por PPC, 2022

ANHELO DE DIOS

"En la «oración del corazón» buscamos, en primer lugar, el terreno más profundo de nuestra identidad en Dios. No razonamos sobre los dogmas de fe o sobre los «misterios». Más bien tratamos de obtener una comprensión existencial directa, una experiencia personal de las verdades más profundas de la vida y de la fe, encontrándonos a nosotros mismos en la verdad de Dios. La certeza interna depende de la purificación. La noche oscura rectifica nuestras intenciones más profundas. En el silencio de esta «noche de fe» regresamos a la sencillez y a la sinceridad del corazón. Aprendemos el recogimiento, que consiste en escuchar la voluntad de Dios, en una atención simple y directa a la realidad. El recogimiento es el conocimiento de lo incondicional. Así pues, la oración significa el anhelo de la sencilla presencia de Dios, de la comprensión personal de su palabra, del conocimiento de su voluntad y de su capacidad para escucharle y obedecerle. Por lo tanto, es algo mucho más que pronunciar peticiones de cosas buenas ajenas a nuestras preocupaciones más profundas".

Thomas Merton
El clima de la oración monástica

miércoles, 18 de octubre de 2023

LOS DOCE PASOS DE ALCOHÓLICOS ANÓNIMOS COMO CAMINO ESPIRITUAL

Comparto algunas ideas importantes vinculadas al Camino de los 12 pasos de Alcohólicos Anónimos, entendido como una verdadera senda de crecimiento espiritual:

1- Admitir nuestra impotencia, el poco control que tenemos sobre nuestra vida: Este es casi siempre el camino por el que empieza la conversión, el cambio de vida de una persona. La comprensión de nuestra impotencia se puede convertir en el firme cimiento sobre el cual podemos edificar una vida útil y feliz, una vida verdadera. Pero todos nuestros instintos naturales se rebelan ante la idea de que somos impotentes, frágiles, que hemos torcido nuestra vida, que estamos en un camino destructivo. Nos es difícil reconocer nuestro fracaso. Sin embargo, nuestra fe nos habla siempre de que Dios ama a los pobres y pecadores; Dios ama al que reconoce su pobreza y su impotencia frente al mal. Un camino basado en la vanagloria de la propia rectitud no da resultados satisfactorios, y conduce a la ruina. El camino del crecimiento espiritual y la fortaleza interior es un camino de sencillez y abajamiento, al estilo de Jesús.

2- El segundo paso de AA tiene que ver con el reconocimiento de un Ser Superior: Para ello es muy importante tener una mente abierta, pues los caminos de la fe son innumerables. Hay una frase en el libro de AA que dice: No se puede creer en Dios y desafiarlo a la vez. La fe es confianza y no desafío. Es una frase hermosa, pero verdadera a medias. También el desafío, la lucha, puede formar parte del camino de la fe. Es muy importante que tengamos humildad y una mente libre de prejuicios e ideas preconcebidas acerca de Dios, pues solo así podemos encontrar la fe. Es importante creer en Dios, pero más importante es saber que Dios cree en ti, que está a tu puerta, llamando, y sobre todo, que somos amados por Él desde la eternidad.

3- El tercer paso tiene como elemento clave la buena voluntad. Es necesario que se abra una puerta para entrar en el camino de liberación, crecimiento y desarrollo espiritual, y la llave de esa puerta es la buena voluntad, los buenos deseos, que han de ser grandes, al decir de Santa Teresa. En los dos pasos anteriores era importante reflexionar. El tercer paso requiere ACCIÓN FIRME. Uno puede decir que tiene fe y sin embargo mantener a Dios fuera de su vida, de ahí que este es el paso en el cual debemos encontrar como y por qué medios podemos lograr que él entre (o también, reconocer que ya está dentro). ¿Qué hace falta? UN PRINCIPIO, por insignificante que sea, un paso, un deseo, una obra. Puedes hacerte un propósito fácil y sencillo, por ejemplo: levantarte un poco más temprano y tener unos minutos de oración, rezar diariamente el rosario, visitar algún enfermo semanalmente, leer la Biblia, rechazar alguna acción que te aparte de Dios. Aquí es también importante saber que mientras más ponemos nuestra vida en las manos de Dios, más independientes y libres somos. Para desarrollar la cualidad de la buena voluntad se requiere un ESFUERZO INDIVIDUAL SOSTENIDO. Esto significa: una disciplina espiritual que abarque TODA y no una parte de nuestra vida. Hoy en día hemos perdido de vista la importancia de la disciplina, tanto en el crecimiento humano como en el crecimiento espiritual. Sin disciplina no hay madurez.

4- En el cuarto paso se nos pide hacer un minucioso inventario moral de nosotros mismos. Partamos de una afirmación: Todos tenemos deseos e instintos naturales; estos deseos, vinculados con la seguridad, la sexualidad, las emociones, las relaciones, son justos y necesarios, y siempre DONES DE DIOS. Pero: cuando estos dones se desbocan o nos tiranizan nos ocasionan graves dificultades. Este cuarto paso es un esfuerzo laborioso y vigoroso para descubrir cuáles han sido y son esos riesgos en nosotros. Descubriendo cuáles son nuestras deformaciones podemos corregirlas. Sin este examen es imposible avanzar en la senda espiritual. Y es que cuando un ser humano se vuelve el campo de batalla de sus instintos, nunca tendrá paz en su corazón.

5- ¿Cuáles son los sentimientos que nos llevan por las sendas del mal? El miedo, la frustración, la depresión, los sentimientos de culpa, la autosuficiencia, la envidia, el rencor, la mentira, el odio. Es importante enfrentarse a todo esto, y saber reconocer que hay mucho que está mal en nosotros; al aceptarlo y llamarle por su nombre, crecemos en perspectiva y humildad. Es importante decir aquí: NO al resentimiento, NO a sentirnos lástima, NO al orgullo injustificado. Es importante NO FLOJEAR, no dejar las cosas para después, no vivir a media capacidad, pues esto corroe los cimientos del edificio que intentamos levantar. El cuarto paso es el comienzo de una costumbre para toda la vida, es crearnos buenos hábitos para vivir, es poner los cimientos de una vida justa. Tratemos de examinar primero nuestros defectos más notorios, y e irnos creando una autodisciplina. Es de gran ayuda el poner por escrito nuestras reflexiones.

6- En el quinto paso de AA es importante señalar la importancia de encontrar a alguien con quien compartir nuestras luchas, nuestras dificultades en el camino espiritual. Podemos señalar aquí la importancia para los católicos de ser iglesia, del sacramento de la confesión y de la dirección espiritual (“No mires nuestros pecados- decimos en la misa- sino la fe de tu iglesia”). Aquí es entonces cuando sentimos que pertenecemos a algo o alguien, porque somos capaces de hablar con claridad de nuestros defectos y oímos a otros hacer lo mismo, y así podemos perdonarnos mutuamente y recibir el perdón de Dios. Aquí en este paso ganamos en REALISMO Y HONRADEZ, y entendemos que podemos recibir y otorgar perdón. Reconocemos lo que somos, y nos esforzamos por llegar a ser lo que podemos ser. En el camino espiritual contra el mal NECESITAMOS DE DIOS Y NECESITAMOS DE LOS OTROS. Airear nuestras oscuridades interiores, recibir consejos y aceptar la ayuda de otro son aspectos básicos en esta etapa. En cuestiones espirituales es peligroso conducirse solo. (Ejemplo de los santos). Es importante para la guía espiritual encontrar a la persona idónea, con experiencia y espíritu, no es cualquiera.

7- En el paso 6 se nos recuerda que es importante mirar hacia la perfección o el mejoramiento constante, y estar preparados a marchar en esa dirección: no importa si tropezamos una y otra vez, lo importante es perseverar en el propósito. Decía Teresa: Tengan grandes deseos. La llamada a ser santos es vocación para todos. Podemos decir: Este problema no lo puedo superar todavía, pero no digas: Esto no lo podré superar nunca.

8- En el séptimo paso es importante descubrir el valor de la humildad, y practicar esta virtud. Humildad, dijo Teresa, es ANDAR EN VERDAD, e insistía en que lo primero era CONOCIMIENTO DE UNO MISMO. Lo primero no ha de ser la confianza en nosotros, sino la CONFIANZA EN DIOS, Hacer siempre su voluntad. La humildad es el camino a la verdadera libertad del espíritu humano. RECORDAR SIEMPRE: los fracasos y desgracias pueden transformarse en bienes inestimables con la ayuda de la humildad y aceptación. Segundo: No hay que temerle al dolor: puede ser la entrada a una vida espiritualmente superior. Decía Teresita que a veces no podemos dar el gran salto para superar un obstáculo, y entonces podría ser que lo consigamos pasándole por debajo; esto es humildad.

9- Los pasos 8 y 9 tratan de las relaciones personales. Es un aspecto fundamental del crecimiento espiritual. Aquí se prueba la autenticidad de nuestros propósitos, y la verdad de nuestros buenos deseos de cambio y conversión. Lo primero es mirar atrás y descubrir nuestros errores; lo segundo, hacer un esfuerzo para enmendar el daño que hemos causado, y en tercer lugar, considerar como establecer con los otros relaciones sanas que propicien el crecimiento mutuo. Es una tarea grande y difícil, pero necesaria: el aprender a vivir con los demás. Descubrir nuestros propios fallos nos dispone para ser más comprensivos con los demás, y nos hace más dispuestos para perdonar. Las malas relaciones personales pueden llegar a ser la causa de nuestra perdición, por eso es básico el establecer relaciones con los demás fundadas en el respeto mutuo, la comprensión, y el perdón. El perdón es el cemento de toda comunidad humana. Perdonar es el comienzo del fin de una vida individualista y aislada, es la apertura de un mundo de intimidad y fraternidad, un mundo de maduración humana y espiritual. Por eso se debe escoger el momento propicio para restaurar las relaciones rotas, reparar el daño que hicimos, y hacerlo siempre con cautela, prudencia y amor. Asumir responsablemente, además, las consecuencias de nuestros actos pasados.

10- El paso 10: Convertir el examen de sí mismo en un hábito, una costumbre y corregir con insistencia y paciencia cada dificultad, cada fallo, cuidándonos de la cólera, el mal humor, los resentimientos, pues ellos tienen el poder de hacernos retroceder en el camino espiritual. Es importante insistir aquí en la disciplina, la constancia, la paciencia para con nosotros mismos, pues a menudo caemos en los mismos errores, y nos sentimos desanimados. PROCURAR EL PROGRESO es lo primero, crecer día a día; todo lo que alcanzamos es pura GRACIA DE DIOS, también una vida perfecta. Dedícate a Cultivar la bondad, la cortesía, la justicia. Haz el propósito de aspirar a: Un arrepentimiento sincero de las faltas cometidas, una genuina gratitud por las bendiciones que recibimos y una buena voluntad para el logro de metas superiores.

11- En el paso 11: La oración y la meditación son los principales medios que tenemos para comunicarnos conscientemente con Dios. Ellas nos sostienen, y van siempre junto al examen de conciencia de que hablamos en el paso anterior. A través de la meditación recibimos la luz del sol, que es Dios. Vale aquí entender la oración en sentido teresiano: Amistad con Dios, cultivar el trato con Él, escucharle, mirarle y dejarnos mirar por Él. Dios es Padre y es amigo, y su llamada es la guía que ha acompañado el camino de superación que hemos emprendido, tal vez con múltiples motivaciones, pero es su voz la que resuena en nuestro interior, es la luz que nos está ayudando a despertar. También es importante la lectura espiritual, tanto de la Biblia como de otros libros, y leer espiritualmente que viene a ser de algún modo un dejarse leer por lo que se lee. Los buenos libros son una inestimable ayuda en este camino, como lo son los buenos amigos y los buenos maestros.

12- El paso 12 tiene como tema fundamental la alegría de vivir. Es el modo de devolver cuanto hemos recibido en el camino, es el momento de amar desinteresadamente, de dar la vida, de la compasión. Aquí también caemos en la cuenta de que estamos viviendo el DESPERTAR ESPIRITUAL. Aquí podemos detenernos para comprender mejor en qué consiste este despertar, meta de todo camino de crecimiento humano y espiritual.

P. Manuel Valls.
(Resumen y apropiación de comentarios)



 

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.