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jueves, 28 de diciembre de 2017

LIBROS FUNDAMENTALES

He escrito muchas veces sobre mis libros fundamentales, y también sobre los libros de Karlfried Graf Dürckheim, y en especial sobre “Meditar, por qué y cómo”; hoy volví a tomarlo del librero para repasar algunas páginas, y pensaba: Dürckheim puso el esqueleto a mi visión espiritual, pues son sus conceptos los que sustentan y explican mi modo de entender la relación con Dios. No es que rechace o desprecie la teología que aprendí a lo largo del tiempo, y creo haberla estudiado y seguir haciéndolo en la actualidad, pero mi comprensión de esta se sostiene en lo fundamental sobre lo que aprendí de este maestro experimentado. Él utilizó un lenguaje más acorde con estos tiempos para explicar los conceptos más tradicionales, comunes a toda experiencia religiosa, y en ellos redescubrí y puede empezar a explicarme mi propio encuentro con la Trascendencia, y el camino que trataba de recorrer, impulsada por esta.

 “Todo pesar, cuando se le sufre bien, marca el umbral de una nueva etapa. La forma justa de tratar el sufrimiento es, por tanto, hacer lo contrario a como actúa el hombre natural. Este intenta rechazar el sufrimiento, distraerse, evadirse en otra cosa que le permita olvidar su mal. Sin embargo, desde el dolor físico hasta la miseria psíquica o los sufrimientos que causan una situación insoportable o la pérdida de un ser querido, todo sufrimiento aparece para aquel que se compromete en el camino, firmemente decidido a encontrarse a sí mismo, como un don y como una tarea a llevar a cabo para avanzar un paso en el camino interior. Desde el punto de vista iniciático, una vida totalmente exenta de sufrimiento, preservada de penas o dificultades, es siempre vida estéril” (Dürckheim).


 Algunos términos que descubrí en Dürckheim: Ser Esencial, lo numinoso, camino iniciático, el devenir, el valor de la sombra y la sexualidad, la experiencia cotidiana como camino, el Maestro Interior

viernes, 22 de diciembre de 2017

NAVIDAD: VIDA Y LUZ.

“Cristo, luz del mundo, ha nacido hoy, y puesto que ha nacido para nosotros, ha nacido en nosotros como luz. Por tanto, los que creemos, hemos nacido hoy a una nueva luz. Eso es decir que nuestras almas han nacido a nueva vida y nueva gracia al recibirle a Él, que es la Verdad (.....) 
Quiere ser visible en nosotros, vivir en nosotros, y salvarnos mediante su acción secreta en nuestros corazones y en los corazones de nuestros hermanos. Así, hemos de recibir, por la fe,  la  luz de nuestro Salvador recién nacido, para manifestarlo por nuestro testimonio en alabanza común y por las obras de nuestra caridad mutua”.
 -
"Oh, Palabra perfecta
cuyo nombre es Salvador
y a quien deseamos poseer: 
arde en nuestros corazones, en nuestra médula
y en todo nuestro ser;
ocúltanos y sánanos en el abrazo de tu deleite
cuyo admirable poder
canta en el horno abrasador de la triple gloria."

THOMAS MERTON

Les deseamos una Navidad luminosa y vital, queridos amigos y amigas del blog.

jueves, 14 de diciembre de 2017

CAMINOS DE ADVIENTO

Para recordarnos los caminos de Cristo
(Una vieja entrada para recordar)


Al hablar del Adviento, Thomas Merton hace un señalamiento importante y curioso que llama nuestra atención. Es el siguiente:

“Puede ocurrir que los mejores cristianos estén entre los que, por alguna razón, se consideran malos cristianos. Eso también puede ser parte del misterio de Adviento, y nos puede recordar los caminos de Cristo”.

¿Qué piensan? Léanlo varias veces y verán cuántas ideas llegan, cuántas preguntas, y también algo de luz. Aquí está eso que la teología ha llamado la “kénosis” o “abajamiento” de que habla la Carta a los Hebreos y San Pablo también. Sigamos escuchando a Merton:

“La plenitud del tiempo es el tiempo de Su vaciamiento en nosotros. La plenitud del tiempo es el tiempo de nuestro vaciamiento, que atrae a Cristo a bajar a nuestras vidas de modo que en nosotros y por medio de nosotros pueda traer la plenitud de Su verdad al mundo”.

Dice Merton:
“Aquí es donde hemos de tener cuidado con nuestros torcidos conceptos de “plenitud” y “planificación”. Es cierto que la gloria y la presencia de Cristo a veces han rebosado visiblemente no sólo en carismas espirituales, sino también en lo que podríamos llamar el carisma de la cultura y las formas espirituales de la civilita. Pero, obviamente, ese “carisma”, en el mejor de los casos, es metafórico o analógico, ya que implica el “bautizar” formas que son muy limitadas en el tiempo y en la geografía. Cuanto más “llenos” estamos de esos cumplimientos, y cuanto más identificamos la fisonomía de una cultura próspera con el rostro del Kyrios glorificado, más tendemos a dejarnos engañar por una proyección y cumplimiento ilusorios, y mayor el peligro de que nuestro Cristianismo se convierta en una vana presunción ante los ojos de Dios. En tal caso, el Advenimiento del Señor no pide ni más ni menos que un retorno al “vaciamiento” de la fe. Incluso puede significar la destrucción de la falsa imagen que habíamos erigido en honor de nuestro propio logro, o que, aunque erigida en honor del Señor, no era digna de Él”.

Sigue entonces su argumentación para acabar de iluminar la frase inicial de esta entrada:

“Si el Señor desea vivir en nosotros Su vaciamiento de Sí mismo, Su Kénosis, no es probable que tolere en nosotros la plenitud y ufanía de la arrogancia colectiva. ¿En quién descansará Su Espíritu sino en los humildes y en los pobres? Eso no significa que el orgullo ocasional, o incluso corriente, pueda arrojar válidas dudas sobre la verdad de la Iglesia; pero significa que la fuerza y santidad de la Iglesia no están, en ese momento, donde se supone y se afirma que están”.

Aquí habría ahora que volver a leer la frase inicial, y por eso vuelvo a  escribirla:

“Puede ocurrir que los mejores cristianos estén entre los que, por alguna razón, se consideran malos cristianos. Eso también puede ser parte del misterio de Adviento, y nos puede recordar los caminos de Cristo”.

¡Recordarnos los caminos de Cristo! Qué importante es esto siempre...

Comentarios recientes sobre Thomas Merton en mi diario

Escribo en Matanzas, donde pasaré unos días. Aquí podré escribir y dar una primera revisada al Diccionario de Merton, un regalo reciente de S...  Temprano tomo el Diccionario y leo las introducciones (a la edición en inglés y en español) que me auguran momentos de interés y disfrute intelectual, sobre todo por el acceso a parcelas de la obra de Merton que conozco menos.

 También recibí otros libros de TM, además del Diccionario; estos son: “El palacio del vacío de Thomas Merton (Encontrar a Dios: despertar al verdadero yo)”, de James Finley (Sal Terrae); “Thomas Merton. El verdadero viaje”, de Fernando Beltrán Llavador (Sal Terrae); “La voz secreta. Reflexiones sobre mi obra en Oriente y Occidente”, Thomas Merton (Sal Terrae); “Amar y vivir”, de Thomas Merton (Oniro). El primero es una obra de 1978, ya considerado un clásico entre los estudios sobre el pensamiento de TM, y los dos últimos son reediciones, pues ambos títulos ya se habían publicado, pero ahora están mejor editadas. Las tres primeras aparecieron con motivo del Centenario del natalicio de Merton; siempre es una alegría, que casi había empezado a olvidar, el recibir nuevas publicaciones de este maestro, que no deja de acompañarme en mi personal búsqueda de Dios.


Voy revisando poco a poco el Diccionario de Merton: lo referido a su correspondencia me resulta de especial interés, así como el desglose más amplio de sus diversos diarios y la poesía, ya que hay mucho de esto todavía sin traducir al español. Alguna información resulta confusa, y se echa en falta un  poco de sentido crítico, aunque el prólogo advierte que así se lo propusieron los autores del diccionario. Ya S. me dijo que no había visto nada sobre M., y de ser cierto esto también sería una carencia importante del diccionario

En el diario publicado de TM, Run to the mountain (1939-1941) aparece como segunda parte el texto “The Cuban interlude” (Interludio cubano), que recoge la visita de Merton a la isla, y que he leído parcialmente. Leo que el texto completo consta de 76 páginas y que contiene algunas de las mejores descripciones del libro. También se recoge en el “Diario Secular”, en su segunda parte, primavera 1940, pero la referencia no resalta suficientemente, a mi entender, su experiencia mística en un templo cubano, ni he encontrado referencias a su intercambio epistolar con Cintio Vitier y otros poetas cubanos.

Las estructuras de la vida religiosa en la Iglesia deben servir como un marco propicio para estimular los carismas individuales y no para uniformar, haciendo que sus miembros sean meras copias mediocres de un modelo que depende mucho de corrientes e intereses ajenos a la fe. Pienso en esto cuando vuelvo a leer sobre las dificultades de Merton para vivir su singularidad, lo mismo que otras figuras eclesiales, pero sobre todo en tanta gente anónima, mujeres u hombres, que pasaron por ese rígido filtro  uniformador. También yo lo experimenté, como lo hace todo aquel que ha pasado por esas estructuras con un mínimo de sentido crítico.

 La voz M. sí aparece en el Diccionario de Merton, para referirse a la enfermera con la que Merton se relacionó en una etapa de su vida. Es natural que su nombre no aparezca en la entrada MUJERES, pues su vínculo con Merton es de otro tipo, más personal y directo, más íntimo, por lo que merecía una entrada propia.

Sigo leyendo el Diccionario TM: algunas voces de especial interés, datos nuevos, pero también hay conceptos muy tradicionales y faltan elementos que me gustaría poder conocer; por ejemplo, más sobre Bramachari. Me gustan especialmente la voz CELIBATO y CENTRO DE ESTUDIOS THOMAS MERTON, así como lo referente a sus CARTAS y a sus DIARIOS. Conozco muchas cosas de Merton, pero también hay muchísimas que desconozco. Estoy tratando de hacer una lectura general del volumen, para luego detenerme específicamente en aquellas partes que conozco menos y trabajarlas un poco; creo que este libro renovará una vez más mi personal entusiasmo por la persona y la obra de Merton. Es que de las cosas buenas también uno descansa, pero también a ellas siempre se vuelve, y Merton es un referente importante en mi propio itinerario de búsqueda de la verdad.


Terminé de revisar, primera mirada, el DICCIONARIO DE TM, y estas son mis primeras impresiones: un regalo de primer orden, largamente esperado, pero de momento estoy algo decepcionado con él. Primero, con su formato: grande y pesado; luego, es poco crítico, a veces tiende a ser tradicional en algunas voces (o espiritual, ligeramente devoto). Se echa de menos la falta de algunas merecidas entradas, como: Cuba, espiritualidad carmelitana, Teresa de Lisieux, San Juan de la Cruz, recepción católica a la obra de Merton, críticas que se le han hecho, Cintio Vitier… Por otra parte contiene información sobre libros no traducidos, personas o acontecimientos, y especialmente me interesa lo relativo a la poesía de Merton, o a sus diarios íntegros. A pesar de los límites que aprecio en la publicación, me aprovecharé indudablemente de ella y trataré de sacarle todo el jugo. Creo que desde ya me ha servido para volver a conectar espiritualmente con TM y entusiasmarme de nuevo con sus libros, sus ideas, y su vida.

Me cuenta S. que ha salido en SAL TERRAE una nueva edición de “Los manantiales de la contemplación”, que recoge un grupo de charlas que TM dio a religiosas en la abadía de Getsemaní, entre 1967 y 1968. Conservo una edición de Sudamericana, regalo de Alx y comprada en una Feria del Libro de la Habana hace unos años, que está en mal estado, porque la encuadernación no era buena y yo lo he manoseado mucho. Permite acceder a un Merton más espontáneo y diverso, hablando de los desafíos de la vida contemplativa y consagrada en la Iglesia de su tiempo, pero con intuiciones importantes para hoy. Sin embargo, al consultar el DICCIONARIO DE THOMAS MERTON, casi recién adquirido, constato un error; en la entrada que habla de este libro deja entender (o dice) que fue el propio Merton quien reunió estas charlas y las publicó. Cito:

En diciembre de 1967 y de nuevo en marzo de 1968, Thomas Merton organizó pequeños encuentros de superioras de conventos de clausura para ayudarlas en sus esfuerzos por la renovación de la vida religiosa de mujeres contemplativas, en el espíritu del Concilio Vaticano II y reunió esas charlas en un volumen”.

Por lo que dice la presentación del volumen que tengo en las manos, esas charlas nunca estuvieron impresas, sino que las religiosas, después de la muerte de Merton, transcribieron las cintas en las que fueron grabadas, haciendo los arreglos pertinentes para que el texto resultara más formal, es decir trasladaron el lenguaje oral, informal, a un texto más ordenado, pero respetando el espíritu original con que Merton se expresó, y luego lo dieron para ser publicado.
 (Creo recordar que parte del prólogo de este libro, firmado por Mary Luke Tobin, apareció en el blog hace ya un tiempo).

Mañana domingo, día 10, es aniversario de la muerte de Thomas Merton, y como otros años quiero vivir una larga jornada de reencuentro con él, con su obra y sus propuestas espirituales, enriqueciendo así la vivencia de mi Adviento, Navidad y Epifanía, hasta el 31 de enero, aniversario de su nacimiento, y también ahí estará, dentro de este período, mi propio cumpleaños  56. Aprovecharme del Diccionario, de los nuevos libros que me regaló S., y pensar en la idea de ampliar algunas páginas de mi tesina en Comillas. Leer a TM siempre me resulta gratificante y positivo para mi desenvolvimiento personal y espiritual.

Leyendo unas páginas del diario de Merton: su visita a la abadía de Getsemaní para un retiro; luego evoca su visita a Cuba, un año antes, y menciona varios lugares en la Habana: Hotel Andino; club Pensilvania, una terraza en la plaza, donde vendían helados; Río Cristal, habla de una comida fabulosa; también recuerda las iglesias de El Santo Cristo y San Francisco de Asís, y un periódico de la época, El Diario de la Marina. Todo lo anterior sucede en 1940; me gustaría encontrar fotos de estos ligares en aquel tiempo en que TM visitó nuestra isla.

“No puedo saber lo que me espera, lo que nos espera, en adelante, pero cada vez soy más consciente de que Dios quiere que me ponga en Sus manos y le deje llevarme a través de las cosas que están por venir, y debo aprender a confiar en Él sin miedo ni preguntas ni vacilaciones ni pasos atrás”
(Thomas Merton, Diarios, diciembre 1947).




domingo, 10 de diciembre de 2017

MERTON: DE SUS PALABRAS FINALES.

        En fecha como la de hoy, Merton pronunció en Bangkok la conferencia Marxismo y perspectivas monásticas, que aparece en el Apéndice VII de su Diario de Asia. No imaginaba que era el último día de su vida y algunas de sus últimas palabras. Las traemos hoy, casi escogidas al azar, para recordar su muerte y sobre todo su fructífera vida, pidiéndole su cercanía y ayuda.  





"A partir de ahora, hermano, cada cual se tiene por sus propios pies.
Creo que es a eso a lo que apuntan el budismo, el cristianismo...y el monacato, si se entiende en términos de gracia (...)
Ya no podemos confiar en el respaldo de unas estructuras que pueden ser destruídas en cualquier momento (...) En el zen hay un dicho (...) que, en cierto sentido, es análogo: 
" ¿A dónde vas desde lo alto de un poste de treinta pies?"

  THOMAS MERTON, 10 de diciembre de 1968



"A los cincuenta y tres años, en 1968, obtuvo el permiso para viajar al Lejano Oriente. Al participar de una conferencia de abades de monasterios contemplativos cristianos de toda Asia, buscaba acercarse más íntimamente a la espiritualidad oriental. Visitó diferentes monasterios budistas, habló muchas veces con el Dalai Lama, dirigió debates y dio una charla para los monjes y las monjas reunidos en la conferencia.
El 10 de diciembre de 1968, poco después de la conferencia, lo encontraron muerto en su habitación. Se había electrocutado con un ventilador averiado. Su cuerpo fue llevado de regreso a su monasterio de Getsemaní  (Ky, E.U), donde fue enterrado 
el 17 de diciembre."

HENRI NOUWEN. Encuentros con Thomas Merton.

Imagen:  Ofrendas 3. Óleo de Silvia Rodríguez Rivero



  

viernes, 8 de diciembre de 2017

MARÍA, HERMANA NUESTRA.


"En la Galilea del siglo I, pobre y explotada, agitada políticamente y desestimada en lo religioso, sucedieron cosas admirables. Allí, una mujer, María de Nazaret, se convirtió en testigo de algo inmenso: testigo de la entrañable misericordia de Dios. De lo que es y hace ese Dios. De sus costumbres y maneras, de su tendencia a adelantarse y a tomar la iniciativa para bendecir y hacer bien.


María era una mujer de pueblo, y nada más. Su mínima densidad social muestra lo que Dios ve, en qué se fija; y su vida corriente revela cómo ese Dios se abre paso en la historia concreta de los hombres y mujeres, de cualquier época.

Teresa de Lisieux, que sabía poca cosa de crítica textual o de cuestiones historiográficas, intuía algo de todo esto, cuando se sentía atraída por María, al imaginarla mezclándose con las demás mujeres y andando por la vía común. Creía que la «llena de gracia» había vivido pobremente, sin «éxtasis, ni raptos, ni sonoros milagros», y le cantaba: «Tú me haces comprender que no es cosa imposible caminar tras tus huellas».

Cada año, vuelve la «fiesta de la gracia de María», la fiesta que celebra que estuvo envuelta, anticipadamente, en el amor y la fidelidad de Dios. Y celebramos lo que esa gracia especial descubre: que eso es lo que quiere hacer Dios, el camino que quiere recorrer con todos los seres humanos: envolver la vida de todos en ese amor absoluto.

Pero María era, también, una mujer libre y con capacidad de decisión. No se vio forzada por Dios, ni por su gracia anticipada. Y, cuando el Espíritu llamó a su vida, no dio un paso adelante porque no le quedara otro remedio. Dijo: «que se cumpla en mí tu Palabra», y lo hizo desde su fe y su libertad. Así es como pudo el Espíritu crear en ella una vida nueva.

Cuando el Espíritu de Dios encuentra abierta la puerta de la libertad humana y de la confianza, crea, realiza algo nuevo, algo que será un fruto para los demás. Ese es el modo de actuar del Espíritu de Dios, que en María se hace especialmente transparente.

Celebrar la Inmaculada es recordar que hay una buena noticia para todos los seres humanos y es mantener la esperanza en esta tierra. Es revivir la acción poderosa de Dios, poderosa en el amor y fuerte en la fidelidad. Pero conlleva un riesgo: el de perder de vista lo que la Iglesia, con paciencia y profundidad, ha logrado recuperar de María de Nazaret. Todo aquello que llevó a Pablo VI a llamar a la Madre de Jesús, «verdadera hermana nuestra».

Devolver a María su humanidad, en nada disminuye su grandeza. Muestra su hondura –la que puede alcanzar el ser humano– y su inmensa capacidad, su ser imagen de Dios, en definitiva. Y revela la presencia creadora, la fuerza de la Palabra cuando es acogida.

Los escuetos relatos bíblicos dejan el rastro que se puede seguir para acercarse a María. ¿Qué sucedió? Nadie lo sabe exactamente. María aceptó la palabra que Dios le dirigió, dio fe a la presencia del Espíritu y respondió libremente: así se hizo carne Dios.

La magnitud del misterio, no disipa el rigor de la historia ni trastoca mágicamente las circunstancias. Más bien, desvela cómo lo grande se realiza a través de lo pequeño.

La decisión de María cambió la historia de la humanidad, pero tuvo para ella consecuencias graves y la llevó a recorrer un camino difícil. Si conoció la inmensa alegría que nace de vivir con el ancla echada en Dios y de la fe compartida, también vivió la más larga y dolorosa soledad.

Teresa de Jesús recordaba a María al pie de la cruz y decía que estaba allí «no dormida». Hablaba de una mujer despierta en el mundo, consciente del dolor y de las fosas de desesperanza que pueden tragarse a la humanidad, a la vista de la injusticia. Porque lo que María veía era a su hijo, que había sido repudiado sin haber hecho nada malo, hasta el punto de ser torturado y condenado a muerte por los poderes del momento.

El siglo XXI está lleno de Galileas. Lugares desechados, en el tercer mundo y en el primero. Poblados de chabolas, barrios deprimidos, ciudades arrasadas por las guerras, países hundidos bajo dictaduras, de la mano de un hombre o del puño del dinero. Y está, todavía, lleno de mujeres que no pueden levantar la cabeza como lo hizo María: con libertad y dignidad.

Su Cántico es el canto de una mujer verdadera y por eso puede tender la mano a quienes habitan en esos lugares. Su gracia se hace solidaria y se extiende por generaciones, como la misericordia de Dios, que deshace el camino de los poderosos y endereza a los hundidos.

Esta mujer es María Inmaculada, «verdadera hermana nuestra». La mujer de fe, que reclama y sostiene en los creyentes la confianza en Dios, la fe que puede hacer que sigan sucediendo cosas admirables en todas las Galileas."


GEMA JUAN


sábado, 2 de diciembre de 2017

ADVIENTO Y VIDA.

"El misterio de Adviento en nuestras vidas es el comienzo del fin de todo lo que en nosotros no es todavía Cristo. Es el comienzo del fin de la irrealidad. Y eso, sin duda, es motivo de alegría. Pero por desgracia nos aferramos a nuestra irrealidad, preferimos la parte al todo, continuamos siendo fragmentos, no queremos ser ”un solo hombre en Cristo”.

Adviento, para nosotros, significa aceptación de ese comienzo totalmente nuevo. Significa una disposición para hacer que la eternidad y el tiempo se encuentren no sólo en Cristo sino en nosotros, en el Hombre, en nuestra vida, en nuestro mundo, en nuestro tiempo. Si hemos de entrar en el comienzo de lo nuevo, debemos aceptar la muerte de lo viejo. El comienzo, pues, es el fin. Hemos de aceptar el fin, antes de poder empezar. O más bien, para ser más fieles a la complejidad de la vida, hemos de aceptar el final en el comienzo, ambos juntos".

THOMAS MERTON

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.