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sábado, 28 de diciembre de 2019

HAZ LO QUE PUEDAS, Y A TU PROPIO MODO

"Algunas conclusiones: literatura, contemplación, soledad, América Latina, Asia, zen, islam, etc. Todas estas cosas se asocian en mi vida. Sería una locura pretender que el «monaquismo» se defina por la simple renuncia a todo ello. Yo sería menos monje. Otros tienen su propio camino. Escribir a Squirru. Seguir a Miguel Grinberg en su desplazamiento a San Francisco y posteriormente a la Argentina, con una carta cuando sea necesario. Pensar con esos hombres nuevos. La apertura hacia el sur no se ha cerrado" (Julio 1964).

"En la meditación es muy necesaria la disciplina. La lectura ayuda. Las primeras horas de la mañana son buenas, aunque en la meditación matutina (una hora) el fuego me distrae fácilmente. Una hora no es mucho, pero yo puedo meditar más a gusto en la hora de lectura que sigue (y que se pasa muy rápidamente). Para mí es importante la presencia de Nuestra Señora, que, aun cuando inaprehensible, es una realidad en esta ermita. Su influjo es una exigencia de amor, pero sería inútil explicar esto con palabras. Yo la necesito, y ella está aquí. Tal vez mi pensamiento debería ocuparse de ella más explícitamente y más a menudo" (Diciembre 1965).

"Aunque resulta duro, es bueno vivir de acuerdo con la naturaleza utilizando una tecnología primitiva basada en el corte de madera y el fuego, más que de acuerdo con la tecnología desarrollada que ha suplantado a la naturaleza creando su propio clima, etc., etc. Sin embargo, también tiene sus ventajas una casa con calefacción y un horno automático. No es necesario prestar juramento de fidelidad a ninguno de esos sistemas. Caliéntate como puedas, ama a Dios y ora" (Febrero 1965).

Thomas Merton
Diarios  

viernes, 20 de diciembre de 2019

LO QUE SOMOS, ES PLENITUD (2)

"Salvación es sinónimo de plenitud. Y eso es lo que somos...

Solo cuando advertimos nuestra identidad  ilimitada, somos capaces de comprender el juego de la Vida, que no consiste en otra cosa sino en el despliegue admirable del Ser en cada una de las infinitas formas que lo expresan, en una hermosa e inequívoca no-dualidad. El YO SOY, que es uno, se disfraza y juega en cada yo individual.

Bendecir al Señor equivale a bendecir toda la realidad, que no es sino su disfraz permanente. En toda ella, el Misterio nos visita y sale a nuestro encuentro. Cuando estamos en conexión con nuestra verdadera identidad -ese mismo y único misterio- vemos su rostro en todo rostro y admiramos su presencia en todas las cosas. En realidad, en todas ellas, el Misterio se ve a sí mismo y sonríe dulcemente".

Enrique Martínez Lozano.
Otro modo de leer el Evangelio.

viernes, 13 de diciembre de 2019

CREER CUANDO LAS COSAS VAN MAL...

"Los Evangelios de Adviento, como la mayor parte de los demás textos litúrgicos de la época, son sobrios hasta la austeridad. Tómese por ejemplo la pregunta de San Juan Bautista en la prisión de Herodes, donde iba a sufrir una trágica muerte, tan cruel como sin sentido: "¿Eres Tú  el que ha de venir, o esperamos a otro?" Palabras extrañas y aun escandalosas, que algunos nunca han sido capaces de aceptar por lo que valen a simple vista: ¿Cómo podía haber preguntado eso en serio Juan, si había visto al Espíritu Santo descender sobre Jesús en el Jordán? Pero la forma directa con que se hacía la pregunta era garantía de su desesperada seriedad: pues en el extremo de su vida, a Juan no le importaba sólo, como diríamos, el éxito de su misión, sino, aun más profundamente, la verdad de su vida, la verdad de Israel, más aun, la verdad del mismo Yahvé. 

 En nuestro tiempo, lo que falta no es tanto el valor para hacer esa pregunta cuanto el valor para esperar una respuesta. Hay bastantes hombres, algunos grandes, que piensan que la única postura auténtica es la franca aceptación de la desesperanza ante la vida.  Quizá una razón por la que Sartre toma esta posición es que percibe que los cristianos siempre se dan a sí mismos una respuesta cómoda a una pregunta desesperada que no tienen el valor de hacer: en cuyo caso nuestra alegre aceptación de la respuesta no sea nada edificante.  

San Gregorio Magno dijo que todos los cristianos deberían continuar la misión profética de Juan señalando la presencia de Cristo en el mundo. Eso puede significar cosas diferentes. Juan supo señalar a Cristo en el Jordán, en un momento de plenitud, que dio significado a toda su vida. Pero Juan también hubo de dar testimonio de Cristo en la prisión, frente a la muerte, en el fracaso, cuando hasta el significado de su otro momento glorioso parecía haber quedado borrado


Así también, a veces quizá seamos capaces de señalar a Cristo al mundo en momentos en que todos podemos distinguir claramente en la historia alguna confirmación del mensaje cristiano. Pero sigue en pie el hecho de que nuestra tarea es buscar y encontrar a Cristo en nuestro mundo tal como es y no como podría ser.  El hecho de que el mundo sea diferente de lo que podría ser no altera la verdad de que Cristo está presente en él, y que Su plan no ha fracasado ni cambiado: en efecto, todo se hará conforme a Su voluntad. 

 Nuestro Adviento  es la celebración de esa esperanza. Lo que es incierto no es la venida de Cristo sino nuestra acogida a Él, nuestra respuesta a Él, nuestra docilidad y capacidad de salir a Su encuentro. Hemos de estar dispuestos a verle y a aclamarle, como hizo Juan, aun en el mismo instante en que todo el trabajo de nuestra vida y todo su significado, parecen derrumbarse. 

 En efecto, cosa aún más temible, la misma Iglesia quizá sea llamada algún día a señalar al Redentor victorioso y Rey de los tiempos en medio del derrumbamiento de todo lo que ha edificado laboriosamente la devoción de siglos y culturas, con sincera intención de que fuera cristiano

 El Advenimiento de Cristo en la historia no está esencialmente vinculado al desarrollo y progreso de una civilización cristiana. La cristiandad es y ha sido una gran cosa, pero nunca ha sido un bien absoluto y sin matizar, ni un bien en sí mismo. La cristiandad no es el cristianismo. No es el Reino y no es el Cristo místico.

Nuestro Adviento no es una celebración de valores tradicionales meramente culturales, por grandes y dignos de perpetuación que sean. El Adviento no es un mero retorno, una repetición, una renovación de lo antiguo. No puede ser un regreso a la infancia, personal o social. La venida del Señor, que es lo mismo que Su "presencia", es la venida de lo nuevo, no la renovación de lo viejo, y la Historia Sagrada es como el río de Heráclito en que nadie se baña dos veces".

Thomas Merton
"Tiempos de Celebración"
(Adviento:¿esperanza o engaño?)


miércoles, 11 de diciembre de 2019

THOMAS MERTON HABLA DE SAN JUAN DE LA CRUZ

“Fuera de su nativa España, San Juan de la Cruz nunca fue un santo muy popular. Su doctrina es considerada como “difícil”, y le exige a los demás la misma austeridad intransigente que él practicó durante su vida entera. Sin embargo, un estudio más ceñido a su doctrina…, probaría que San Juan de la Cruz poseía todo el equilibrio, la prudencia y la “discreción” que caracteriza a la más elevada santidad. No es un fanático aplicado a sobrecargar a sus subordinados con fardos insoportables que acabarían por reducirlos a ruinas morales y físicas. Las exigencias que formula son inflexibles en lo esencial pero flexibles en sus aspectos accidentales. Su único propósito consiste en situar al hombre entero, cuerpo y alma, bajo la guía del Espíritu de Dios. En la práctica, San Juan de la Cruz se opuso inexorablemente al formalismo y la inhumanidad de quienes comparaba con “herreros espirituales” que martillaban violentamente las almas de sus víctimas para hacerlas calzar en algún modelo convencional de perfección ascética. Sabía muy bien que este tipo de ascetismo era uno de los más defectuosos, porque a menudo era una manifestación de incorregible orgullo espiritual. La claridad y la lógica de este carmelita español, sumada a su insuperable y experimentado conocimiento de las cosas de Dios, lo sitúan de lejos como uno de los más grandes y más confiables de todos los teólogos místicos”.

Ascenso a la Verdad”, páginas 320-323
Thomas Merton
Ed. Lumen

martes, 10 de diciembre de 2019

LA LEY DEL AMOR (AMISTAD EN MERTON)

En Conjeturas de un espectador culpable, una de las obras más reflexivas de Merton se lee el pasaje siguiente: 

"Las demandas de la Ley de Amor son progresivas. Empezamos por amar la vida misma, por amar la supervivencia a toda costa. Pero la demanda más importante de la Ley de Amor es que amemos libremente. Se nos manda elegir nuestro objeto de amor, y no sencillamente amar cualquier objeto que nos pongan delante... Nuestra elección se sujeta a ciertas posibilidades definidas. Pero, sin embargo, podemos y debemos elegir amar a los hombres que encontramos de hecho, sea como amigos o como hombres amados a pesar de su hostilidad". 

De hecho parece ser que esta fue la conducta que Merton “elaboró” a lo largo de su vida sobre la amistad, y le llevó a una conclusión realmente sorprendente, que explica su vida de relaciones con personas de toda índole, personas que le acompañaban en su búsqueda espiritual y le ayudaron a encontrar también lo que él más deseaba: 

"Si el fundamento más profundo de mi ser es el amor, entonces en ese mismo amor, y en ningún otro lugar me encontraré a mí mismo y al mundo, a mi hermano y a Cristo...No es cuestión de “exclusivismos y pureza”, sino de integridad, buen corazón, que encuentra el mismo fundamento de amor en todo”. 

Merton, sin haber escrito específicamente sobre la amistad ni haber dedicado a este tema algún capítulo de sus libros, fundamenta en este párrafo lo que en él había de capacidad para la amistad, por una parte desde el punto de vista espiritual; y, por otra, desde el punto de vista de buscador de la verdad. Por eso se sirvió de esa capacidad innata y elaborada para ponerse en contacto con un enorme número de personas con las que, en la mayoría de los casos, llegó a una profunda amistad.

Francisco Rafael de Pascual, ocso 
Tomado de: "Teresa de Jesús y Thomas Merton".

lunes, 9 de diciembre de 2019

AGRADECER: LA ÚNICA RESPUESTA.

Leo este pasaje de Thomas Merton (de 1968, junio):

 “Parece que todos tenemos que afrontar una tristeza tras otra. Pero no olvidemos la esperanza que la fe nos da. Dios es nuestra fuerza, y ningún tipo de fe debería impedirnos comprenderlo. Por el contrario, la aflicción debería ayudarnos a profundizar y confirmar nuestra confianza. Es una vieja historia, pero en la medida en que me concierne, es a la que siempre volvemos. No hay otra”. 

Y luego, en un pasaje de sus diarios correspondiente a diciembre de 1964, en un momento en que toma consciencia de sí mismo y de lo que ha recibido de Dios, escribe: 

De repente me impactó, por así decirlo, el conjunto completo del significado de todo: que la inmensa misericordia de Dios estaba sobre mí, que el Señor en su infinita bondad me había mirado y me había dado esta vocación por amor, y que desde siempre había proyectado hacerlo, y qué necios y triviales habían sido todos mis miedos y mi desesperación… La única respuesta es salir de uno mismo con todo lo que es, que es nada, y derramar esa nada en gratitud a que Dios es quien es”.

jueves, 5 de diciembre de 2019

LA MEJOR RELIGIÓN...

Jesús era un maestro de las parábolas. En el caso de Mateo 7, 21. 24-27, la parábola pregunta, al que lee o escucha, por los cimientos en que está apoyando su existencia, y que marcan el contraste entre la "apariencia" y la "solidez". 

Para Jesús, confirmado además en otra parábola, la del Buen Samaritano, hay un camino para encontrarse con Dios que no pasa por el templo.  Dicho brevemente: Jesús, en la línea de la mejor tradición profética judía, sitúa la ética por encima de la religión (La ortopraxis por encima de la ortodoxia). 

"La mejor religión es la que hace mejores personas", afirmó en una ocasión el Dalai Lama. Podría decirse de otro modo: la religión es saludable cuando se vive al servicio de la persona y de la espiritualidad (entendiendo por espiritualidad aquella dimensión básica y fundamental del ser humano que posibilita la plenitud de la vida). Por el contrario, cuando se absolutiza, olvidando que es solo un instrumento siempre relativo, se hace dogmática, indigesta y peligrosa, llegando incluso a pervertirse. 

"No es el hombre para el sábado, sino el sábado para el hombre", proclamó Jesús. Lo mismo vale para la religión.  En el mejor de los casos, la religión es como un mapa que nos ayuda a descubrir y fortalecer la "roca" sobre la cual construir nuestra casa. Pero la roca es solo una: el núcleo último de todo lo que es, aquello que constituye nuestra identidad única, sobre la que podemos siempre descansar.

( Extracto de un texto de: Enrique Martínez Lozano)

martes, 3 de diciembre de 2019

EL SEGUNDO ADVENIMIENTO


En TIEMPOS DE CELEBRACIÓN, Thomas Merton dedica un capítulo a "El sacramento del Adviento en la espiritualidad de San Bernardo". De él tomo el texto que comparto a continuación, en el que habla de tres Advenimientos o venidas de Cristo, resaltando la segunda, la del tiempo presente:


Los tres Advenimientos de Cristo son el cumplimiento de la Pascua Christi...pero el segundo, en cierto sentido, es el más importante para nosotros. El "segundo Advenimiento", por el que Cristo está presente en nuestras almas, ahora, depende de nuestro reconocimiento presente de su pascha o transitus, el paso de Cristo por nuestro mundo, a través de nuestras vidas.


Meditando sobre los Advenimientos pasado y futuro, llegamos a reconocer el Advenimiento presente que tiene lugar en cada momento de nuestra vida terrenal como caminantes.  Tomamos conciencia del hecho de que cada momento del tiempo es un momento de juicio, de que Cristo pasa y somos juzgados por nuestra conciencia de su paso. Si nos unimos a Él y viajamos con Él hacia el Reino, el juicio se hace salvación para nosotros. Pero si le despreciamos y le dejamos pasar, nuestro descuido es nuestra condenación. 

 La meditación sobre el primer Advenimiento nos da esperanza de la promesa que se nos ha ofrecido. El recuerdo del tercero nos invita a temer, no sea que por culpa nuestra no sepamos recibir el cumplimiento de esta promesa. El segundo advenimiento, el presente, situado entre esos dos términos, es, por tanto, necesariamente un tiempo de angustia, un tiempo de conflicto entre miedo y gozo. ¡Pero esa es una batalla saludable! Acaba en salvación y victoria, porque purifica todo nuestro ser.


El Advenimiento medio es más un tiempo de consuelo que de sufrimiento, si reflexionamos que ahí también viene Cristo realmente a nosotros, y se nos da realmente, de modo que ya poseemos nuestro cielo en esperanza. Este advenimiento medio es el camino por donde pasamos del primero al tercero. En el primero, Cristo fue nuestra redención; en el último, aparecerá como nuestra vida. En este actual, mientras dormimos entre las tierras (en nuestra herencia) Él será nuestro descanso y nuestro consuelo.

 No hay nada inactivo en este sueño. Sin duda esto puede significar quietud, tinieblas y vacío para nuestra actividad natural. Pero en esa "tiniebla" Dios viene a nosotros y actúa misteriosamente desde dentro de nosotros en espíritu y en verdad, para que el fruto de Su obra se haga manifiesto en el tercer Advenimiento cuando llegue en gloria y majestad.

Thomas Merton
Tiempos de Celebración

viernes, 29 de noviembre de 2019

PERSONAS LIBRES Y MADURAS QUE CELEBRAN...

A punto de comenzar un nuevo ciclo litúrgico (A), es útil recordar el sentido de la liturgia y también el valor de nuestros rituales. Sobre estos temas escribía Merton, a partir de los cambios promovidos por el concilio Vaticano II, en Tiempos de Celebración:

"Si la liturgia no es la actividad de personas libres y maduras, que participan inteligentemente reunidas en el culto en corporación que expresa y constituye su sociedad espiritual visible, no puede tener un verdadero significado espiritual. Esto es decir, por supuesto, que desde el momento en que el culto en corporación deja de ser genuinamente comunal y se convierte, en cambio, en meramente colectivo; tan pronto como deja de ser la colaboración de personas libres, ofreciendo cada cual su contribución insustituible, y se convierte en en el funcionamiento mecánico de unidades anónimas, cuya identidad y contribución individual no tiene especial valor, entonces pierde su derecho a llamarse litúrgica o culto cristiano. Ya no es el testimonio público de personalidades libres y responsables: se ha convertido en una demostración de hombres-masa, o esclavos.

Es cierto que el Señor habla en el Evangelio de sus fieles como de "ovejas", pero eso no da derecho a suponer que la liturgia sea meramente el balar organizado de animales irracionales reunidos en manada por la coerción y amaestrados por una ingeniosa disciplina hasta que sepan realizar acciones aparentemente humanas que no son capaces de comprender.

La liturgia no puede ser meramente la actuación de un grupo de especialistas en presencia de unos espectadores pasivos. No es meramente teatro. La liturgia requiere la participación inteligente y activa de todos los miembros maduros de la asamblea". 

Thomas Merton
Tiempos de celebración

jueves, 28 de noviembre de 2019

LO QUE SOMOS, ES PLENITUD

La liberación es ahora. Ahora es el momento de levantarse, alzar la cabeza y vivir como personas liberadas. Lo que somos, es plenitud. En un nivel relativo, superficial, pueden temblar los astros, aparecer miedo y angustia...; pero en el nivel absoluto, profundo, el Fondo que nos sostiene y constituye nos hace vivir en la confianza. Solo necesitamos reconocernos conectados a él. O mejor, reconocer que él constituye nuestra verdadera identidad.

Dar vueltas a las cosas en la cabeza no suele proporcionar más claridad ni más descanso, sino más confusión y sufrimiento. Por eso, todo pasa por acallar la mente y dejar de identificarnos con sus mensajes. Lleva la atención a la respiración, disfruta sencillamente de sentir el movimiento respiratorio y consiente en descansar en lo que es. No quieras pensarlo ni "controlar" mentalmente el proceso. No gastes tampoco energía en "pensar" a Dios; seguramente cuando dejes de pensarlo, te descubrirás en él, sin ningún tipo de distancia ni separación. De hecho, es imposible "escapar" de él, ya que es la Presencia imposible de evitar y, por ello, fuente de Confianza. 

Enrique Martínez Lozano
Otro modo de leer el Evangelio

lunes, 25 de noviembre de 2019

ADENTRARSE EN LA LUZ...

A propósito del inminente ADVIENTO, comparto una vez más algunos textos de Thomas Merton sobre este tiempo litúrgico, de su libro “Tiempos de celebración”. 

Me gusta el Adviento, su color, su música, sobre todo su alegría y su esperanza. Pensando en este momento de mi vida, abierto siempre a la eterna novedad de Dios, con clara certeza de la cercanía de un nuevo nacimiento, me preparo interiormente con el auxilio de la Palabra. Y además de las lecturas habituales, la compañía de los maestros, la escucha atenta en el silencio y la contemplación de la naturaleza, me abro también al mensaje del arte: la música, el cine, la literatura. Con todo ello preparo el sitio y creo la melodía que acunará al fruto por venir. Cuatro semanas mágicas, con la magia vital del existir, para recrear y renovar lo que somos y estamos llamados a ser. Los ángeles, amigas y amigos, acompañan en la búsqueda del misterio, y en la consecución de la plenitud a la que estamos llamados.
Juntos empujemos suavemente la puerta, y adentrémonos en la luz del último mes del año. Aun en medio de la más profunda oscuridad hay una vida nueva que asoma su cara, y nos sonríe.

Nuestro Adviento no es una celebración de valores tradicionales meramente culturales, por grandes y dignos de perpetuación que sean. El Adviento no es un mero retorno, una repetición, una renovación de lo antiguo. No puede ser el regreso a la infancia personal o social. La venida del Señor, que es lo mismo que Su “presencia”, es la venida de lo nuevo, no la renovación de lo viejo”.

"Nuestra tarea es buscar y encontrar a Cristo en nuestro mundo tal y como es y no como podría ser. El hecho de que el mundo sea diferente de lo que podría ser no altera la verdad de que Cristo está presente en él, y que Su plan no ha fracasado ni cambiado: en efecto, todo se hará conforme a Su voluntad. Nuestro adviento es la celebración de esa esperanza. Lo que es incierto no es la "venida" de Cristo sino nuestra acogida a Él, nuestra docilidad y capacidad de salir a Su encuentro".


El misterio de Adviento es un misterio de vaciamiento, de pobreza, de limitación. Debe ser así. De otro modo no podría ser un misterio de esperanza. El misterio de Adviento es un misterio de comienzo: pero también es el misterio de un fin. La plenitud del tiempo es el final de todo lo que todavía estaba incompleto, todo lo que todavía era parcial. Es el cumplimiento en unidad de todo lo que era fragmentario. El misterio de Adviento en nuestras vidas es el comienzo del fin de todo lo que en nosotros no es todavía Cristo. Es el comienzo del fin de la irrealidad”.

“Adviento, para nosotros, significa aceptación de ese comienzo totalmente nuevo. Significa una disposición para hacer que la eternidad y el tiempo se encuentren no sólo en Cristo sino en nosotros, en el Hombre, en nuestra vida, en nuestro mundo, en nuestro tiempo. Si hemos de entrar en el comienzo de lo nuevo, debemos aceptar la muerte de lo viejo. El comienzo, pues, es el fin. Hemos de aceptar el fin, antes de poder empezar. O más bien, para ser más fieles a la complejidad de la vida, hemos de aceptar el final en el comienzo, ambos juntos".

Thomas Merton
Tiempos de Celebración

domingo, 24 de noviembre de 2019

VERDADERAMENTE LIBRES...

"Vivamos en Cristo, totalmente abiertos a su Espíritu, sin preocuparnos de la seguridad institucional, libres de toda preocupación por estructuras ideales que nunca serán construidas, y conformémonos con la Noche Oscura de la fe, la única en la que realmente estamos seguros, porque somos verdaderamente libres".

Thomas Merton

UNA NUEVA IDENTIDAD

"Descubrir la vida contemplativa es un nuevo descubrimiento de uno mismo. Podríamos decir que es el florecimiento de una identidad más profunda en un plano completamente diferente de un simple descubrimiento psicológico, una nueva identidad paradójica que tan sólo se descubre con la pérdida del ego. Encontrarse perdiéndose: eso es parte de la contemplación".

Thomas Merton
Acción y contemplación

MERTON, EL SALMISTA

Thomas Merton dedicó su vida a escribir acerca de la contemplación; sin embargo, su propia forma de orar era, de hecho, sorprendentemente simple, «centrada por entero en prestar atención a la presencia de Dios y a su Amor y su Voluntad... una especie de alabanza que brotaba del centro de la Nada y el Silencio... sin pensar en nada, sino buscando directamente el Rostro del Invisible». Mucho se ha escrito acerca de Merton el monje, el contemplativo, el maestro espiritual, el profeta social y eclesial, el pionero del diálogo interreligioso, el crítico de arte, cultura y literatura, así como de Merton el poeta; pero no se ha escrito explícitamente acerca de Merton el salmista. Sin embargo, hay un salterio virtual a lo largo de sus numerosos escritos, tanto en verso como en prosa, que constituye un precioso ejemplo de alabanza cristiana inequívocamente contemporánea. Él insistía en que su tarea no consistía simplemente en ser poeta y escritor, y menos aún comentarista o pseudo-profeta, sino «básicamente, en alabar a Dios a partir de un centro íntimo de silencio, agradecimiento y "conciencia". [...1 Mi trabajo no es otra cosa que la expresión anhelante de dicho agradecimiento día a día, con absoluta sencillez, abriendo mis manos, por lo demás, a todo cuanto me pueda llegar y haciendo que el trabajo forme parte de la alabanza».

Y refiere cómo en alguna ocasión se ha levantado de la cama en mitad de la noche porque sentía la imperiosa necesidad de recitar salmos tumbado y con el rostro en tierra, completamente a solas, sin mujer alguna, extasiadamente abrazado a su silenciosa amante, el bosque, cuya dulce y oscura calidez era la raíz de todos los secretos que los amantes conocían y que los místicos ansiaban conocer. El hombre «intoxicado de Dios» había extinguido todos los deseos, excepto uno: estar en la misma casa de su amor, en el jardín del Paraíso. De camino hacia allí, y una vez llegado, los cánticos que entonaba eran los salmos que cantaba al ritmo de las horas del día, verdadero aliento y latido de su vida cisterciense.

A medida que se ahondaba la vida de salmodia de Merton, despertaba al salmista que le habitaba. Comenzó inscribiendo nuevos salmos en la prosa poética y en los incontables poemas que parecían fluir del inagotable manantial de su silencio, depósito original del auténtico lenguaje humano del que toda alabanza brota y al que acaba retornando. En una cascada de elocuencia literaria, no tardó en convertirse en la voz única e incomparable de un nuevo y contemporáneo despertar contemplativo, insuflando en sus lectores un ansia semejante de la experiencia de Dios. Para Merton, la poesía era el horizonte cercano de este encuentro, porque, al igual que la música y el arte, ponía al alma en sintonía con Dios, induciendo el contacto con el Creador de un universo en el que brillan con luz propia las huellas de la divinidad. La poesía era la «expresión libre» del nuevo ser humano, el mismo Cristo, renacido a la conciencia edénica en virtud del trabajo de conversión. Gracias a la simpatía creativa y a la comprensión intuitiva, Merton encontró un acceso a la «totalidad oculta»" que informa un universo sacramental preñado de misterio, un nivel paradisíaco de plenitud. Reaccionaba con meteóricos estallidos de luminosidad verbal, celebrando el poder de Dios de ocultarse, para que todos lo vean, en el esplendor de la creación y de susurrar en el secreto del corazón humano.

A medida que la prosa de Merton efectuaba cada vez más ataques contra la horrible brutalidad y violencia de nuestro tiempo, sus poemas místicos eran otras tantas incursiones en lo indecible. Con un lenguaje rico e incluso excesivo, exuberante y fastuoso, exponía una bellísima y sorprendente visión de la existencia a los ojos de la depauperada imaginación religiosa del cristianismo posmoderno. Al espíritu teñido de sangre del siglo XX, que languidecía en el eclipse de un escepticismo y una inseguridad entumecedores, Merton se atrevía a hablarle con la inocencia de la fe: la intuición primordial de la original integridad, sentido y compasión que anidan en el corazón mismo de la realidad. Mientras, a lo largo de su vida, el «relato original» del cristianismo se había visto progresivamente sometido a la distorsión, la discontinuidad y la fragmentación, Merton se mostró infatigable a la hora de rehacer la urdimbre de la historia sagrada en el telar de su inspirada imaginación religiosa, sin disculparse en absoluto por referir una larga e improbable historia con la que cubrir su desnudez existencial, una vestimenta con la que celebrar sus cotidianas liturgias de alabanza.

La de Thomas Merton era una nueva voz de la miseria y grandeza de nuestra experiencia del mundo, y sus versos expresaban una visión plenamente integrada de nuestro tiempo y el espíritu del mismo. Su poesía tenía alas, las cuales le permitían despegar y volar por encima y más allá del horizonte del habitual discurso sobre Dios. Con su poesía seducía a sus lectores y nos persuadía de que renunciáramos a las ya agonizantes y formularias traducciones del discurso sagrado y nos atreviéramos, al igual que él, a ser salmistas de los nuevos tiempos y a devolverle el encanto a un mundo cuya alma se veía seriamente amenazada. Nos invitaba a acceder a la mente del místico cruzando la «puerta del mito» del discurso profético", asegurándonos que al otro lado se despierta uno del sueño y accede a una nueva realidad a través de la puerta del cielo, que se encuentra en todas partes.

Kathleen Deignan
El Libro de las Horas
Sal Terrae

viernes, 22 de noviembre de 2019

PARA COMENZAR EL AÑO LITÚRGICO...

La salvación, aunque ya la estamos experimentando en nuestra vida presente, acontece de formas definitiva en el futuro de Dios. Por eso la ESPERANZA, que es una espera confiada y activa en la promesa de Cristo; Él es el camino que nos conduce definitivamente a ese futuro: "cielo nuevo y tierra nueva". Más que ir a un lugar donde está Dios, vamos a Dios; Él es el Cielo de nuestra fe. Y nuestro caminar en el tiempo, hacia esa meta, se vive en la liturgia, la constante "acción de gracias", para que el mismo Cristo se vaya manifestando en nosotros, sus discípulos. Celebrar no es meramente evocar el pasado, satisfacer los deseos de un ser todopoderoso, sino ACTUALIZAR EL MISTERIO que celebramos en nuestra propia historia personal, familiar, comunitaria. No basta evocar a Cristo en la liturgia: ella tiene que convertirnos en otros Cristos

Precisamente la tarea profética del pueblo de Dios en el transcurso de la historia ha consistido en encender la llama de la esperanza; esa llama frágil, agonizante, que cualquier soplo, en cualquier instante, puede apagar. La pueden apagar tanto el anclarse en el pasado, que nos convierte en estatuas de sal, como hacerlo en el presente. magnificándolo, y quitándole ese toque de insatisfacción necesario para que no nos cierre a lo porvenir. La tensión de la fe no consiste en vivir entre el mundo y Dios, la tierra y el cielo, sino en hacerlo entre el presente, que es sacramento de Dios, abierto al porvenir. Esa es la ESPERANZA: no desentendernos del presente, mirando los celajes en un sueño que no acaba, sino vivir despiertos, vigilantes, para percibir con ojos de fe lo que nos aguarda  delante de nosotros. 

Todo momento o acontecimiento de nuestra historia tiene el carácter de inacabamiento, de provisionalidad; son estaciones de una trayectoria, momentos de un proceso, pero a la vez están grávidos de futuro, en ellos resplandece la promesa.  Y así andamos, encontrando umbrales nuevos, puertas que se abren, para asomarnos a nuevos paisajes de vida. Y así, hasta que se produzca el ADVIENTO definitivo, la parusía. 

En apenas ocho días comenzamos el nuevo año cristiano (Ciclo A), con el primer domingo de Adviento, y resultará provechoso espiritualmente prepararnos para ello con algunas lecturas. Será un paso más de la “interminable aventura de la vida espiritual”, pues cada año –dice Joan Chittister- es un punto de crecimiento claramente identificable en la vida de una persona. Las celebraciones del año litúrgico tienen el propósito de sintonizar la vida del cristiano con la vida de Jesús, el Cristo, por ello nos sumergen en el sentido y la esencia de la vida cristiana, en un verdadero “ejercicio de maduración espiritual”.

En este mismo blog podrán buscar información sobre el tema en las entradas de los años anteriores, sobre todo textos de Thomas Merton, y su libro “Tiempos de celebración”, cuya lectura resulta muy apropiada para adentrarse en el sentido de la liturgia cristiana. Entre los ensayos que incluye destacaría “Liturgia y personalismo espiritual”, “El tiempo y la liturgia” y “Adviento: ¿Esperanza o engaño?”.

También incluiría la lectura de algunos libros de Anselm Grün, y en primer lugar “Año litúrgico sanador. El año litúrgico como psicodrama” (Verbo Divino, 2002), así como otros escritos suyos que ofrecen pautas para la vivencia cotidiana de la fe; sumo además un libro de Joan Chittister, “El año litúrgico. La interminable aventura de la vida espiritual”, publicado por Sal Terrae. Seguro que cada uno tendrá alguna lectura especial para este tiempo, y a ella volverá seguramente durante las próximas semanas. 

Así, entre lecturas nuevas y relecturas, podemos prepararnos para el nuevo tiempo litúrgico, de manera que “pueda desarrollar las dimensiones cósmicas de lo que significa estar vivo en la entraña misma de la vida cotidiana”. Como sustrato de lo anterior suelo leer cada año la amplia introducción que trae el primer tomo de la Liturgia de las Horas, en las que aparece muy bien presentado el sentido del ciclo anual de celebraciones en la oración comunitaria de la Iglesia.

Otra sugerencia: yo suelo revisar cada año, a lo largo de estas dos últimas semanas, los textos bíblicos que se utilizarán en los cuatro domingos de Adviento, para captar el sentido espiritual del “camino” que voy a emprender. En dichos textos, busco encontrar frases o ideas que expresen para mí: un anhelo, una suplica, una certeza y un propósito. Podemos hacerlo solos, a nivel personal, o a nivel de grupos en nuestra comunidad religiosa o parroquial.

Es importante que no seamos meramente entes pasivos en este proceso, sino que además de aprovechar los espacios eclesiales, las celebraciones, etc, también aprendamos a ser creativos en nuestra vida espiritual, para no perder nunca la ESPERANZA, hasta que el Señor venga. La Eucaristía de cada domingo, y la de cualquier otro día de la semana, son nuestro "Maran-atha" (Ven, Señor).

Fray Manuel de Jesús, ocd

viernes, 15 de noviembre de 2019

CUALQUIER VOCACIÓN ES UN MISTERIO

"Permanecerán por siempre dentro de los muros sagrados" 

"Yo también permaneceré por siempre situado en una posición permanente.  Estoy contento, estoy verdaderamente feliz, estoy realmente agradecido a Dios, porque ello significa salvación eterna. 
 Y, sin embargo, suscita de nuevo la pregunta sin respuesta: ¿Qué estoy haciendo aquí? La he respondido un millón de veces. Aquí es donde pertenezco, y no es respuesta. En definitiva, no hay respuesta. Cualquier vocación es un misterio, y hacer juegos malabares con las palabras no la hace más clara.
 Es una contradicción que debe seguir siéndolo"

Thomas Merton
Diarios, noviembre de 1957

domingo, 10 de noviembre de 2019

PENSAR Y HABLAR DEL MÁS ALLÁ...

Pensar y hablar del más allá es imposible. Es como pedirle a un ordenador que nos de el resultado de una operación sin suministrarle los datos. Ni siquiera podemos imaginarlo. Puedo imaginar lo que es una montaña de oro aunque no exista en la realidad, pero tengo que haber percibido por los sentidos lo que es el oro y lo que es una montaña. No tenemos ningún dato que nos permita imaginar el más allá, porque todo lo que llega a nuestra mente ha entrado por los sentidos.

Las imaginaciones para el más allá carecen de sentido. Lo único racional es aceptar que no sabemos absolutamente nada. El instinto más visceral de cualquier ser vivo es la permanencia en el ser; de ahí que la muerte se considere como el mal supremo. Para el ser humano, con su capacidad de razonar, ningún programa de salvación será convincente si no supera su condición mortal. Si el hombre considera la permanencia en el ser como un valor absoluto, también considerará como absoluta su pérdida. Todos los intentos por encontrar una salida son inútiles.

Todos queremos ser eternos en nuestro yo individual porque no hemos descubierto nuestro verdadero ser más allá de nuestra contingencia. Esa contingencia no es un fallo, sino mi propia naturale­za; por lo tanto no es nada que tengamos que lamentar ni de lo que Dios tiene que librarnos, ni ahora ni después. Mis posibilidades de ser las puedo desplegar aquí y ahora, a pesar de esa limitación. No creo que sea coherente el postular para el más allá un cielo maravilloso mientras seguimos haciendo de la tierra un infierno.

Nuestro ser, que creemos autosuficiente, hace siempre referencia a Otro que me fundamenta, y a los demás que me permiten realizarme. La razón de mi ser no está en mí sino en Otro. Yo no soy la causa de mí mismo. No tiene sentido que considere mi propia existencia como el valor supremo. Si mi existir se debe al Otro, Él será el valor supremo también para mi ser individual y aparentemente autónomo. Si el Otro, desde su ser permanente, se relaciona conmigo, esa relación no puede terminar y mi relación con Él también lo será eterna.


Para los semitas, el ser humano era un todo, no un compuesto de partes. Se podían distinguir en él, distintos aspectos: a) Hombre-carne. b) Hombre-cuerpo. c) Hombre-alma. d) Hombre-espíritu. Por otro lado, los filósofos griegos consideraron al hombre como compuesto de cuerpo y alma. Afirmaban la inmortalidad del alma, pero no concedían ningún valor al cuerpo; al contrario lo consideraban como una cárcel. La muerte era una liberación, una ascensión.

Los semitas, al no conocer un alma sin cuerpo, no podían imaginar un ser humano sin cuerpo. Ni siquiera tienen una palabra para esa realidad desencarnada. Tampoco tienen un término para expresar el cuerpo sin alma. La doctrina cristiana sobre el más allá, nace de la fusión de dos concepciones del ser humano irreconciliables, la judía y la griega. Lo que hemos predicado los cristianos hubiera sido incomprensible para Jesús. La palabra que traducimos por alma quiere decir simplemente “vida”. Y la palabra que traducimos por cuerpo, quiere decir persona.

El NT proclama la resurrección de los muertos. Aunque nosotros hoy pensamos en la supervivencia del alma, no es esa la idea que nos quiere trasmitir la Biblia. Nos hemos apartado totalmente del pensamiento de la Biblia y ha prevalecido la idea griega, aunque tampoco la hemos conservado con exactitud, porque para los filósofos griegos no se necesitaba ninguna intervención de Dios para que el alma subsistiera y la resurrección del cuerpo era un flaco favor.

La base de toda reflexión sobre al más allá está en la resurrección de Cristo. La experiencia que de ella tuvieron los discípulos es que en Jesús, Dios realizó plenamente la salvación de un ser humano. Jesús sigue vivo con una Vida que ya tenía cuando estaba con ellos, pero que no descubrieron hasta que murió. En él, la última palabra no la tuvo la muerte sino la Vida. Esta es la principal aportación del texto de hoy: “serán como Ángeles, serán hijos de Dios”.

¿Cómo permanecerá esa Vida que ya poseo aquí y ahora? Ni lo sé ni puedo saberlo. No debemos rompernos la cabeza pensando como va a ser ese más allá. Lo que de veras me debe importar es el más acá. Descubrir que Dios me salva aquí y ahora. Vivenciar que hoy es ya la eternidad para mí. Que la Vida definitiva la poseo ya en plenitud ahora mismo. En la experiencia pascual, los discípulos descubrieron que Jesús estaba vivo. No se trataba de la vida biológica sino la Vida divina que ya tenía antes de morir, a la que no puede afectar la muerte biológica.

Los cristianos hemos tergiversado hasta el núcleo central del mensaje de Jesús. Él puso la plenitud del ser humano en el amor, en la entrega total, sin límites a los demás. Nosotros hemos hecho de esa misma entrega una programación. Soy capaz de darme, con tal que me garanticen que esa entrega terminará por redundar en beneficio de mi ego. Lo que Jesús predicó fue que la plenitud humana está precisamente en la entrega total. Mi objetivo cristiano debe ser deshacerme, no garantizar mi permanencia en el ser. Justo lo contrario de lo que pretendemos.

¿Te preocupa lo que será de ti después de la muerte? ¿Te ha preocupado alguna vez lo que eras antes de nacer? Tú relación con el antes y con el después tiene que responder al mismo criterio. No vale decir que antes de nacer no eras nada, porque entonces hay que concluir que después de morir no serás nada. La eternidad no es una suma de tiempo sino un instante más allá del tiempo. Desde la visión más escolástica, para Dios soy igual en este instante que antes de nacer o después de morir. Desde la visión de Dios que tenemos hoy, no somos nada distinto de Él y en Él siempre hemos sido y seremos lo mismo.

"...porque para Él, todos están vivos". ¿No podría ser esa la verdadera plenitud humana? ¿No podríamos encontrar ahí el auténtico futuro del ser humano? ¿Por qué tenemos que empeñarnos en que nos garanticen una permanencia en el ser individual para toda la eternidad? ¿No sería muchísimo más sublime permanecer vivos solo para Él? ¿No podría ser que consumirnos en favor de los demás fuese la auténtica consumación del ser humano? ¿No es eso lo que celebramos en cada eucaristía?

Fray Marcos
(Tomado de Religión Digital)

viernes, 8 de noviembre de 2019

LUZ PARA EL CAMINO

"Cuenta la leyenda que cuando los egipcios, persiguiendo a los israelitas durante el éxodo, se hundieron en las aguas del mar rojo, los ángeles entonaron cánticos de alegría. Pero Dios los hizo callar y les reprochó: La obra de mis manos acaba de perecer ahogada en el mar: ¿cómo cantan un himno de alegría? El amor de Dios es así de universal".

(Ariel Álvarez)


"La rigidez de la Iglesia oficial sobre sus instituciones se debe a una razón distinta de la del derecho divino: al mantenimiento de la organización eclesiástica contra viento y marea. La fidelidad a las instituciones puede esconder una infidelidad a los seres humanos. La indiferencia que manifiestan nuestros coetáneos respecto a la palabra oficial constituye acaso la sanción de esa desviación. Querer a toda costa el orden del bien, con menosprecio de lo humano, es exponerse al peligro de engendrar el mal"

 (Christian Duquoc)

jueves, 7 de noviembre de 2019

MEDITACIÓN Y SUFRIMIENTO

"Toda vida humana implica sufrimientos. Desde el simple desagrado hasta la pena profunda, el hombre se halla siempre bajo la influencia de una dificultad o de un pesar. Y también le siguen en la meditación. ¿Qué comportamiento hay que adoptar durante el ejercicio?

La meditación no se hace para descubrir el punto en que cesa el sufrimiento. Por el contrario, comprendiéndola bien, enseña a soportar las preocupaciones y las penas de una forma justa, es decir, fecunda. Sea cual fuere la desdicha o el pesar que turben al hombre, éste debe utilizar sus horas de meditación para sacar provecho de ellas.  Lo cual  sólo es posible si se hace frente al sufrimiento, portándole consigo en la meditación. Soltar presa, instalarse en el hara, devenir uno, se practica en tal caso como un establecerse y unirse al sufrimiento ya que sólo así se puede salvar el fruto secretamente contenido en todo dolor.


Todo pesar, cuando se le sufre bien, marca el umbral de una nueva etapa. La forma justa de tratar el sufrimiento es, por lo tanto, hacer lo contrario a como actúa el hombre natural. Este intenta rechazar el sufrimiento, distraerse, evadirse en otra cosa que le permita olvidar su mal. Sin embargo, desde el dolor físico hasta la miseria psíquica o los sufrimientos que causan una situación insoportable o la pérdida de un ser querido, todo sufrimiento aparece para aquel que se compromete en el camino, firmemente decidido a encontrarse a sí mismo, como un don y como una tarea a llevar a cabo para avanzar un paso en el camino interior. Desde el punto de vista iniciático, una vida totalmente exenta de sufrimiento, preservada de penas o dificultades, es siempre una vida estéril. 

Cuando un hombre permite valientemente que su sufrimiento se mantenga presente en la conciencia y lo acepta -y ese mismo tormento puede acompañar la meditación durante horas e incluso días-, llegará un momento en que él se sentirá pasar a través de ese muro.  En un plano profundo, no solamente se liberará de ese pesar, sino que él mismo se sentirá liberado y abierto a algo que antes le era desconocido"

Karlfried Graf Dürckheim
Meditar, por qué y como
Mensajero, 1989

martes, 5 de noviembre de 2019

UNA EXPRESIÓN EFÍMERA DE TU AMOR ETERNO

"Decir que he sido creado a imagen de Dios es decir que el amor es la razón de mi existencia, ya que Dios es amor. El amor es mi verdadera identidad. El desinterés es mi verdadero yo. El amor es mi verdadera personalidad. El amor es mi nombre. Así pues, si hago, pienso, digo o conozco algo que no sea sólo por amor a Dios, no puede darme paz, descanso, plenitud ni alegría. Para encontrar el amor tengo que entrar en el santuario donde está escondido, que es el misterio de Dios". 


"Oh, gran Dios y Padre de todas las cosas, cuya luz infinita es oscuridad para mí, cuya inmensidad es para mí como vacío, Tú has querido llamarme porque me amas en Ti mismo. Yo no soy más que una expresión efímera de Tu inagotable y eterna realidad. Yo no Te conocería, estaría perdido en esta oscuridad, desaparecería para Ti en ese vacío, si Tú no me mantuvieras sujeto a Ti mismo en el corazón de Tu Hijo unigénito"

Thomas Merton
El libro de las horas
Sal Terrae

miércoles, 30 de octubre de 2019

NO PODEMOS RECHAZAR LA HISTORIA

"La vida contemplativa no es ni puede ser un mero apartamiento, una pura negación, el volver la espalda al mundo con sus sufrimientos, sus crisis, sus confusiones y sus errores. Ante todo, aun el intentarlo ya sería ilusorio. Nadie puede apartarse completamente de la compañía de sus semejantes: y la comunidad monástica, para bien o para mal, está profundamente implicada en las estructuras económicas, políticas y sociales del mundo contemporáneo. Olvidarlo o ignorarlo no absuelve al monje de su responsabilidad por la participación en los acontecimientos en que su mismo silencio y su mismo saber pueden constituir una forma de complicidad. El mero hecho de ignorar lo que pasa puede convertirse en una decisión política. Con excesiva frecuencia ha ocurrido que ciertas comunidades contemplativas de Europa, cuyos miembros, uno por uno, estaban absorbidos en meditación sobre el otro mundo, dieran su apoyo oficial y público a movimientos totalitarios. En tales casos, cabe decir, en definitiva, que el monje, en su liturgia, en su estudio o en su contemplación, está participando de hecho en las mismas cosas que se felicita por haber renunciado.

El monje debería estar libre de las confusiones y las falsías de la disputa partidista... pero entiendo que la vida contemplativa del cristiano no es una vida de abstracción, de apartamiento, para concentrarse solamente en esencias ideales, en absolutos, en la eternidad nada más. El cristianismo no puede rechazar la historia. No puede ser una negación del tiempo. El cristianismo está centrado en un acontecimiento histórico que ha cambiado el significado de la historia. La libertad del contemplativo cristiano no es libertad respecto al tiempo, sino libertad en el tiempo. Es la libertad para salir al encuentro de Dios en el misterio inescrutable de Su voluntad aquí y ahora, en este preciso momento en que pide la cooperación del hombre para dar forma al curso de la historia, conforme a las exigencias de la verdad divina, de la misericordia y la fidelidad divinas.

Thomas Merton
Julio de 1964
(Semillas de destrucción)

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.