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viernes, 22 de noviembre de 2019

PARA COMENZAR EL AÑO LITÚRGICO...

La salvación, aunque ya la estamos experimentando en nuestra vida presente, acontece de formas definitiva en el futuro de Dios. Por eso la ESPERANZA, que es una espera confiada y activa en la promesa de Cristo; Él es el camino que nos conduce definitivamente a ese futuro: "cielo nuevo y tierra nueva". Más que ir a un lugar donde está Dios, vamos a Dios; Él es el Cielo de nuestra fe. Y nuestro caminar en el tiempo, hacia esa meta, se vive en la liturgia, la constante "acción de gracias", para que el mismo Cristo se vaya manifestando en nosotros, sus discípulos. Celebrar no es meramente evocar el pasado, satisfacer los deseos de un ser todopoderoso, sino ACTUALIZAR EL MISTERIO que celebramos en nuestra propia historia personal, familiar, comunitaria. No basta evocar a Cristo en la liturgia: ella tiene que convertirnos en otros Cristos

Precisamente la tarea profética del pueblo de Dios en el transcurso de la historia ha consistido en encender la llama de la esperanza; esa llama frágil, agonizante, que cualquier soplo, en cualquier instante, puede apagar. La pueden apagar tanto el anclarse en el pasado, que nos convierte en estatuas de sal, como hacerlo en el presente. magnificándolo, y quitándole ese toque de insatisfacción necesario para que no nos cierre a lo porvenir. La tensión de la fe no consiste en vivir entre el mundo y Dios, la tierra y el cielo, sino en hacerlo entre el presente, que es sacramento de Dios, abierto al porvenir. Esa es la ESPERANZA: no desentendernos del presente, mirando los celajes en un sueño que no acaba, sino vivir despiertos, vigilantes, para percibir con ojos de fe lo que nos aguarda  delante de nosotros. 

Todo momento o acontecimiento de nuestra historia tiene el carácter de inacabamiento, de provisionalidad; son estaciones de una trayectoria, momentos de un proceso, pero a la vez están grávidos de futuro, en ellos resplandece la promesa.  Y así andamos, encontrando umbrales nuevos, puertas que se abren, para asomarnos a nuevos paisajes de vida. Y así, hasta que se produzca el ADVIENTO definitivo, la parusía. 

En apenas ocho días comenzamos el nuevo año cristiano (Ciclo A), con el primer domingo de Adviento, y resultará provechoso espiritualmente prepararnos para ello con algunas lecturas. Será un paso más de la “interminable aventura de la vida espiritual”, pues cada año –dice Joan Chittister- es un punto de crecimiento claramente identificable en la vida de una persona. Las celebraciones del año litúrgico tienen el propósito de sintonizar la vida del cristiano con la vida de Jesús, el Cristo, por ello nos sumergen en el sentido y la esencia de la vida cristiana, en un verdadero “ejercicio de maduración espiritual”.

En este mismo blog podrán buscar información sobre el tema en las entradas de los años anteriores, sobre todo textos de Thomas Merton, y su libro “Tiempos de celebración”, cuya lectura resulta muy apropiada para adentrarse en el sentido de la liturgia cristiana. Entre los ensayos que incluye destacaría “Liturgia y personalismo espiritual”, “El tiempo y la liturgia” y “Adviento: ¿Esperanza o engaño?”.

También incluiría la lectura de algunos libros de Anselm Grün, y en primer lugar “Año litúrgico sanador. El año litúrgico como psicodrama” (Verbo Divino, 2002), así como otros escritos suyos que ofrecen pautas para la vivencia cotidiana de la fe; sumo además un libro de Joan Chittister, “El año litúrgico. La interminable aventura de la vida espiritual”, publicado por Sal Terrae. Seguro que cada uno tendrá alguna lectura especial para este tiempo, y a ella volverá seguramente durante las próximas semanas. 

Así, entre lecturas nuevas y relecturas, podemos prepararnos para el nuevo tiempo litúrgico, de manera que “pueda desarrollar las dimensiones cósmicas de lo que significa estar vivo en la entraña misma de la vida cotidiana”. Como sustrato de lo anterior suelo leer cada año la amplia introducción que trae el primer tomo de la Liturgia de las Horas, en las que aparece muy bien presentado el sentido del ciclo anual de celebraciones en la oración comunitaria de la Iglesia.

Otra sugerencia: yo suelo revisar cada año, a lo largo de estas dos últimas semanas, los textos bíblicos que se utilizarán en los cuatro domingos de Adviento, para captar el sentido espiritual del “camino” que voy a emprender. En dichos textos, busco encontrar frases o ideas que expresen para mí: un anhelo, una suplica, una certeza y un propósito. Podemos hacerlo solos, a nivel personal, o a nivel de grupos en nuestra comunidad religiosa o parroquial.

Es importante que no seamos meramente entes pasivos en este proceso, sino que además de aprovechar los espacios eclesiales, las celebraciones, etc, también aprendamos a ser creativos en nuestra vida espiritual, para no perder nunca la ESPERANZA, hasta que el Señor venga. La Eucaristía de cada domingo, y la de cualquier otro día de la semana, son nuestro "Maran-atha" (Ven, Señor).

Fray Manuel de Jesús, ocd

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Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.