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sábado, 13 de septiembre de 2025

CELEBRAR PARA TRANSFORMAR

En medio de las tensiones que atraviesan nuestras comunidades —entre lo antiguo y lo nuevo, entre la identidad y la exclusión, entre la fe vivida y la fe ritualizada— la liturgia se ha convertido, muchas veces, en campo de batalla. Pero no fue pensada para eso. La liturgia es el lugar donde el misterio se hace carne, donde el pueblo se reúne para escuchar, celebrar y ser transformado. Es comunión, no ideología. Es escuela del Reino, no espectáculo religioso.

Esta entrada en el blog quiere ser una invitación a redescubrir la liturgia como espacio de formación espiritual, reconciliación comunitaria y encarnación cotidiana. No como teoría, sino como camino.

📚 1. La liturgia como escuela del Reino

La liturgia no transmite ideas abstractas. Transmite vida. En ella, el pan se parte, la Palabra se escucha, el cuerpo se inclina, el canto se eleva. Cada gesto enseña algo: que somos llamados a compartir, a escuchar, a responder, a esperar.

Jesús no dejó un manual. Dejó gestos: partir el pan, lavar los pies, bendecir a los pequeños. La liturgia recoge esos gestos y los ofrece al pueblo como camino. Celebrar es aprender a vivir como Él vivió: con humildad, con apertura, con ternura.

La liturgia forma el corazón sin imponerlo. Educa sin moralizar. Nos enseña a vivir el Evangelio sin necesidad de explicarlo todo.

🧎‍♂️ 2. El cuerpo que ora: gestos, silencio y presencia

En una cultura que fragmenta el cuerpo, la liturgia lo recupera como lugar de revelación. No solo pensamos la fe: la encarnamos. La celebramos con los pies que caminan, las manos que se abren, los labios que cantan, los ojos que contemplan.

Cada gesto litúrgico —la señal de la cruz, la inclinación, el abrazo de paz— es lenguaje espiritual. El silencio no es ausencia de sonido: es presencia plena. Las posturas —estar de pie, arrodillarse, caminar en procesión— educan el alma.

Cuando el cuerpo participa, la fe se encarna. Cuando el cuerpo se ausenta, la liturgia se vuelve abstracta. Celebrar con todo el ser es abrirse al Dios que se hizo carne.

🤝 3. La liturgia como espacio de reconciliación

En tiempos de polarización, el rito puede dividir o puede unir. Puede imponer o puede acoger. Puede ser espectáculo o puede ser comunión.

La Eucaristía no es propiedad de unos pocos. Es mesa compartida. Es lugar donde todos —clérigos y laicos, jóvenes y ancianos, buscadores y creyentes— pueden encontrarse con el Dios que se hace pan, palabra, gesto compartido.

Reconciliar no es uniformar. Es acoger. Es permitir que el gesto compartido nos devuelva al centro. Cuando el rito se vive como encuentro, el Reino se hace presente.

🌾 4. Del altar a la calle: liturgia y vida

La liturgia no termina con la bendición final. Comienza allí. Lo que celebramos en el altar está llamado a encarnarse en la calle, en la casa, en el trabajo, en el dolor y en la esperanza del pueblo.

El gesto litúrgico —el compartir el pan, el saludo de paz, la escucha de la Palabra— nos enseña a vivir de otra manera. A partir el pan con los pobres, a reconciliarnos con los que nos duelen, a escuchar sin juzgar.

Celebrar bien es aprender a vivir bien. A bendecir la mesa familiar, a guardar silencio interior en medio del ruido, a reconocer el rostro de Cristo en el que sufre.

Conclusión: celebrar para transformar

La liturgia es escuela, es cuerpo, es puente, es impulso. No es un paréntesis sagrado: es el corazón que late en medio de la vida. Celebrar bien es aprender a vivir con hondura, con ternura, con fidelidad.

Que lo que celebramos transforme lo que vivimos. Que el pan partido nos haga más generosos. Que la Palabra escuchada nos haga más compasivos. Que el silencio compartido nos haga más disponibles.

La liturgia no es propiedad de unos pocos. Es el lugar donde el Espíritu sigue haciendo nuevas todas las cosas.

(P. Valls)

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.