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jueves, 14 de agosto de 2025

UN DESIERTO LLAMADO COMPASIÓN

🌵 Un desierto llamado compasión: Thomas Merton y la paradoja del amor profundo

Hay palabras que no aparecen a primera vista, pero que atraviesan una obra como un hilo invisible. En los escritos de Thomas Merton, la compasión es una de ellas. Al principio pensé que no figuraba en los diccionarios ni en los índices temáticos. Pero al buscar con más atención, descubrí que sí está: aparece como voz propia, y en el índice analítico se recogen más de 40 citas donde la compasión se hace presente.

Además, el diccionario temático de su obra vincula la voz compasión con otras que forman parte de su núcleo espiritual: misericordia, no violencia y contemplación. Esta red de significados revela que para Merton, la compasión no es solo una actitud afectiva, sino una forma de estar en el mundo que nace de la contemplación, se expresa en la misericordia, y se traduce en una vida de no violencia.

Este hallazgo me hizo pensar en cómo lo esencial, a veces, se esconde. No por ausencia, sino por profundidad. Como si la compasión en Merton no necesitara gritar su nombre, porque ya está en el tono, en la mirada, en la forma de estar en el mundo.

Una frase de sus diarios me acompaña desde hace tiempo:

¿Cuál es mi nuevo desierto? Su nombre es compasión. No existe un yermo tan terrible, tan bello, tan árido y tan fructífero como la compasión.”

Cuando leí esas palabras por primera vez, sentí que Merton me hablaba desde un lugar muy hondo. La compasión no como emoción pasajera, sino como experiencia espiritual. Como desierto. Un lugar donde se pierde lo que ya no sirve, donde se quema lo que no es esencial, y donde —si uno se queda lo suficiente— brota algo nuevo.

Esta imagen me recuerda al profeta Oseas, que dice:

La atraeré al desierto y hablaré a su corazón…” (Oseas 2:14)

El desierto, en la tradición bíblica, es lugar de encuentro. De intimidad. De escucha. Y también de prueba. Merton lo sabía bien. En su vida monástica, en su retiro, en sus luchas interiores, descubrió que la compasión es ese terreno árido donde uno se encuentra con el dolor del otro, sin máscaras. Y que ese encuentro, aunque duela, puede fecundar el alma.

La compasión, para Merton, no es sentimentalismo. Es contemplación encarnada. Es mirar al otro con los ojos de Dios, sin juicio, sin prisa, sin necesidad de corregir. Es dejarse tocar por el sufrimiento ajeno, y permitir que ese sufrimiento nos transforme.

Él mismo lo expresa con claridad:

La contemplación no tiene sentido para alguien que no intente cultivar la compasión por los demás.”

Esta frase no solo ilumina su pensamiento, sino que lo desafía. Nos recuerda que la vida espiritual no puede ser evasión, ni refugio cómodo. La contemplación verdadera nos lleva al corazón del mundo, allí donde el dolor y la belleza conviven, y donde la compasión se vuelve camino.

🌏 Epílogo: La compasión como puente entre tradiciones

En los últimos años de su vida, Thomas Merton descubrió que la compasión no era solo un camino cristiano, sino una verdad universal. Al encontrarse con el budismo zen, con el Dalái Lama, con monjes tibetanos y japoneses, reconoció que el corazón contemplativo late también en otras tradiciones. Y que ese latido común es la compasión.

Más allá de las diferencias doctrinales, Merton vio que el verdadero diálogo espiritual ocurre cuando dos almas se encuentran en el desierto del amor. Allí donde no hay necesidad de convencer, sino de comprender. Allí donde la compasión no es teoría, sino presencia.

Hoy, en medio del ruido, la polarización, la prisa, esta compasión silenciosa parece un acto de resistencia. Un camino espiritual. Un desierto que no todos quieren atravesar, pero que guarda una promesa: si nos atrevemos a entrar, algo en nosotros puede renacer.

Fray Manuel de Jesús, ocd

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Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.