Señor, Dios, dueño del tiempo y de la eternidad, tuyo es el hoy y el mañana, el pasado y el futuro. Al terminar este año quiero darte gracias por todo aquello que recibí de TI.
Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.
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sábado, 31 de diciembre de 2022
ORACIÓN PARA EL FINAL DE UN AÑO
Señor, Dios, dueño del tiempo y de la eternidad, tuyo es el hoy y el mañana, el pasado y el futuro. Al terminar este año quiero darte gracias por todo aquello que recibí de TI.
martes, 27 de diciembre de 2022
EL MÁRTIR Y EL MÍSTICO (ESTEBAN Y JUAN)
Dentro de las fechas de Navidad, la Iglesia celebra en este día a Juan evangelista. Durante siglos, se pensó que este Juan era uno de los Doce y, al mismo tiempo, el autor del cuarto evangelio –al que pertenece el texto que leemos hoy– e incluso el “discípulo amado”. Para la exégesis contemporánea, tal identificación no se sostiene. Ni el autor del cuarto evangelio fue uno de los Doce ni el apóstol Juan es el “discípulo amado”. El cuarto evangelio es obra de varias manos –diferentes redactores y glosadores–, aunque quizás las comunidades joánicas se reconocieran legitimadas por la figura de un discípulo en particular que hubiera podido llamarse Juan (¿y que coincidiría con el “discípulo amado”?; no lo podemos saber). En el texto que comentamos, el “discípulo amado” se define por su capacidad de “correr” y de “ver”: es lo que le ocurre al amor. La persona que ama está pronta, disponible, atenta y se siente animada de una energía especial que le permite “correr”, como si el mismo amor la llevara en volandas. Por otro lado, es capaz de ver más allá de las apariencias y por debajo de la superficie de las cosas. Seguramente, porque “solo se ve bien con el corazón”, como diría El Principito. Al hablar de “corazón” no me refiero a una mera emoción superficial, que se halla a merced de los vaivenes circunstanciales, sino a la hondura de nuestra identidad más profunda, donde somos amor. Lo que sucede es que, para poder mirar con el corazón, necesitamos aquietar la mente, no identificarnos con ella (ni con sus ideas, etiquetas, creencias, expectativas…). Acallada la mente, hacemos posible la visión verdadera. Aquieta la mente, sal del bucle en el que tiende a instalarse… y saborea el silencio que nada separa: ahí empezarás a “ver”.
sábado, 24 de diciembre de 2022
NAVIDAD 2022: "CRISTO, LUZ DE LUZ, HA NACIDO HOY"
sábado, 10 de diciembre de 2022
¿ERES TÚ EL QUE HA DE VENIR? (Louis Evely)
martes, 6 de diciembre de 2022
MUNDO SOLEDAD PERSONA
viernes, 2 de diciembre de 2022
ANCLADOS EN LA EXPERIENCIA DE DIOS
"En aquel tiempo, lleno de la alegría del Espíritu Santo, exclamó Jesús: Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a la gente sencilla" (Lc 10, 21-24).
Jesús, lleno de alegría, estalla en una explosión de gratitud, al constatar que la gente sencilla “ve”. La alegría y la gratitud brotan, sin duda, de la consciencia viva de su identidad más profunda, allí donde se siente uno con el Padre y con todos los seres.
Por el contexto, sabemos que la expresión “los sabios y entendidos” alude a las autoridades religiosas y a los teólogos oficiales (escribas o doctores de la ley), es decir, a quienes creen saberlo todo y presumen de conocer a Dios y su Ley. “Los sencillos”, por el contrario, son aquellos que resultan sospechosos a los “entendidos”: los pecadores, los analfabetos, los grupos marginados (niños, mujeres, enfermos, pobres…) que, al acoger la palabra de Jesús, encuentran luz (se les “revela”) y dicha.
Tanto la alegría como la gratitud no son sino otros nombres de nuestra verdadera identidad. Podemos experimentar tristeza y tener reacciones ingratas, pero somos Gozo y Gratitud, como lo era Jesús; como lo son todos los seres. Porque todos somos uno con el “Padre”, con la Fuente o el Vacío de donde todo brota.
Pero no lo veremos a través de la mente. Esta puede hacernos “entendidos” en muchas cosas, pero corremos el riesgo de caer en una trampa tan sutil como peligrosa: la de creer que pensar es lo mismo que conocer, y así reducimos lo Real a nuestros conceptos. Como ha escrito Giorgio Nardone, “es una perversión de la inteligencia creer que la razón lo solventa todo”. Nos libraremos de esa trampa gracias a la sabiduría del no-saber (del no-pensamiento): “Entréme donde no supe y quedéme no sabiendo, toda ciencia trascendiendo”, sabía bien san Juan de la Cruz.
Y lo mismo vale para Dios, tal como lo expresaba el místico cristiano Angelus Silesius, en el siglo XVII: “Qué sea Dios, lo ignoramos…; es lo que ni tú ni yo ni criatura alguna ha sabido jamás antes de haberse convertido en lo que Él es”. O la poetisa Charo Rodríguez: “Solo el Dios encontrado, / ningún dios enseñado puede ser verdadero, / ningún dios enseñado. / Solo el Dios encontrado / puede ser verdadero”. Tendremos que “dejar caer” todas nuestras ideas y creencias sobre Dios –en realidad, son solo “objetos mentales”–, para anclarnos en la Presencia que se nos regala a través del silencio de la mente".
Enrique Martínez Lozano
Otro modo de leer el Evangelio
miércoles, 30 de noviembre de 2022
ADVIENTO EN THOMAS MERTON
martes, 29 de noviembre de 2022
TRES IDEAS FUNDAMENTALES SOBRE LA ESPIRITUALIDAD CRISTIANA
1. El centro de la espiritualidad cristiana no está en la renuncia a todo lo bueno y gozoso que Dios ha puesto en este mundo, sino en la vida, en la plenitud de la vida, en la dignidad de la vida y también en el goce y el disfrute de la vida.
2. La espiritualidad cristiana comporta unas exigencias éticas que arrancan del mensaje de Jesús sobre el reino de Dios, lo que no significa reducir el cristianismo a un proyecto ético, porque la ética de Cristo no se puede llevar a la práctica si no se vive desde una profunda experiencia mística.
3. La espiritualidad cristiana no se puede vivir sino desde una verdadera pasión por la utopía. De forma que la utopía tiene que ser el motor de toda persona que pretenda tomar en serio la espiritualidad que brota del Evangelio.
José María Castillo, Espiritualidad para insatisfechos
lunes, 28 de noviembre de 2022
LA RELIGIÓN DE JESÚS
"El problema más importante que tiene que afrontar y resolver la Iglesia, está en que el centro de su vida, su organización y su presencia en el mundo, no es el Evangelio, sino la religión.
En efecto, lo que la gente ve en el cristianismo es una religión. Una más, entre tantas otras. Las catedrales, los templos, el clero (obispos, curas, frailes y monjas), palacios episcopales, parroquias, conventos, ceremonias sagradas, los santos y sus procesiones, todo eso no produce (ni puede producir) otra impresión que no sea el respeto reverente de quien asiste, con devoción sumisa, a un ceremonial sagrado. O sea, ni más ni menos, que una religión en toda regla.
Pues bien, así las cosas, el que se ve metido en semejante ambiente, si es que oye leer el Evangelio, ¿Qué puede pensar de lo que está oyendo? Pues muy sencillo: el Evangelio es uno de los componentes o elementos, uno más, de la religión. El que asiste a un acto religioso –ya se sabe– allí verá curas, velas, incienso; oirá música y cantos religiosos, verá gente seria y bien vestida. Y escuchará lecturas sagradas, de la Biblia y de los santos. Hasta que llega el momento “más religioso” de “toda la religión”. El momento en que todo el mundo se pone de pie porque se va a leer el Evangelio. Por eso, ¿Qué puede pensar la gente del Evangelio? Pues lógicamente, que es el momento o el componente más religioso de toda la religión.
¿Y para eso vino Jesús a este mundo? ¿Para darles más bombo y platillo a las ceremonias de los sacerdotes? Es evidente que a nadie se le ocurre semejante estupidez. Pero, entonces, ¿Qué es y qué representa esto que llamamos “el Evangelio”?
Ante todo, quede claro lo más importante: Jesús no vino a este mundo, ni a reformar o mejorar la religión que había, ni a fundar otra nueva. ¿Cómo iba a pretender reformar o refundar la religión un ciudadano que fue odiado y perseguido por los más distinguidos representantes oficiales de la religión, que lo persiguieron y lo insultaron, lo juzgaron y lo condenaron, y presionaron al procurador romano hasta que lo torturó y lo mató de la forma más cruel que en aquel tiempo se podía ejecutar a un malhechor?
Así se fraguó el Evangelio. ¿Y semejante libro va a resultar que es un libro de religión? Hay que precisar, con sumo cuidado, la respuesta a esta pregunta. El Evangelio es un conjunto de relatos, en los que el protagonista, Jesús de Nazaret, habla con singular frecuencia de la relación con Dios (el Padre). Pero la relación con Dios, según Jesús, no consiste o se consigue mediante el templo, los sacerdotes, los rituales santos, las ceremonias y la total sumisión que imponen y exigen los “hombres de la religión”. La relación con Dios consiste y se consigue mediante la conducta, que se resume en la bondad y la misericordia en todo y con todos. Jesús lo dejó claro en el “mandamiento nuevo”, que impuso al final de su vida: Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros… En esto conocerán que sois mis discípulos (Jn 13, 34-35).
Jesús no suprimió la religión, sino que modificó la religión: la sacó del templo y la puso en el centro de la vida, en la relación que mantenemos los unos con los otros".
José María Castillo
La religión de Jesús
lunes, 21 de noviembre de 2022
LA PURA GLORIA DE DIOS EN NOSOTROS
viernes, 18 de noviembre de 2022
VOZ QUE RESUENA...
martes, 15 de noviembre de 2022
REDENCIÓN
Para Merton, como para San Pablo, la vida del cristiano es fundamentalmente un "compartir la muerte y resurrección de Cristo", una muerte al pecado y el regalo de la nueva vida "en Cristo", que nos lleva al descubrimiento de la verdad misma, a la realización de la auténtica comunidad, a la unión contemplativa con Dios.
martes, 8 de noviembre de 2022
ESPIRITUALIDAD COMPROMETIDA
"La espiritualidad comprometida como paradigma del encuentro religioso, comporta tres elementos básicos: práctica contemplativa, acción social y diálogo interreligioso. Ninguno de estos elementos es específico de una tradición, es decir, ninguno está confinado a una tradición religiosa particular. Toda religión tiene sus prácticas contemplativas; y tales prácticas difieren en los distintos credos. No obstante, en la actualidad, el encuentro religioso global nos revela que los adherentes a una religión particular, el cristianismo, pueden compartir prácticas de otra religión, el budismo. Cuando esto sucede, los fieles de ambos credos logran reconocer los elementos que ambas religiones tienen en común, por ejemplo, que la meditación budista no difiere demasiado de ciertas formas de oración cristiana. Esta posibilidad de compartir ciertas prácticas los capacita para una mayor comprensión y estima de otros credos. A menudo sucede que terminan apropiándose de estas prácticas y expanden, así, su repertorio contemplativo.
Robert King
Thomas Merton y Thich Nhat Hanh. Espiritualidad comprometida en la era de la globalización
viernes, 4 de noviembre de 2022
CRUCES Y GRACIAS
PALABRAS DEL ESPÍRITU...
sábado, 29 de octubre de 2022
OCULTO, FRÁGIL Y FECUNDO
viernes, 28 de octubre de 2022
VOCACIÓN PROFÉTICA
lunes, 24 de octubre de 2022
EL CAMINO DE LA SABIDURÍA
viernes, 14 de octubre de 2022
MIRAR A CRISTO
lunes, 10 de octubre de 2022
APRENDAMOS A MEDITAR
viernes, 7 de octubre de 2022
LO ESENCIAL PARA VIVIR LIBREMENTE
viernes, 30 de septiembre de 2022
ORAR CON LA BIBLIA
sábado, 17 de septiembre de 2022
POLÍTICA Y TRASCENDENCIA
viernes, 16 de septiembre de 2022
DIMENSIÓN CONTEMPLATIVA DEL CAMINO CRISTIANO
Específicamente, el Evangelio considera a todo ser surgiendo del Padre, Dios, en su Palabra, que es la luz del mundo. «En ella (la Palabra) estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres, y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron» (Juan 1,4-5). Ahora muy a menudo las preocupaciones generalmente activas y éticas de los cristianos les hacen olvidarse de esta dimensión más contemplativa del camino cristiano. Tan activa ha sido, de hecho, la faz presentada por el cristianismo al mundo asiático que el elemento contemplativo oculto del cristianismo ni siquiera es sospechado por los asiáticos. Pero sin la raíz profunda de la sabiduría y la contemplación, la acción cristiana no tendría sentido ni propósito. El cristiano no es, pues, simplemente un hombre de buena voluntad, comprometido con un cierto conjunto de creencias, con una concepción dogmática definida del universo, del hombre y de la razón de la existencia humana. No es simplemente alguien que sigue un código moral de hermandad y benevolencia con un énfasis marcado sobre algunas recompensas y castigos de los que se hace acreedor el individuo. Lo que subyace al cristianismo no es sencillamente un conjunto de doctrinas sobre Dios, que mora en lo remoto del cielo, y sobre el hombre, luchando sobre la tierra, lejos del cielo, para apaciguar al Dios distante por medio de sus actos virtuosos. Por el contrario, los propios cristianos con frecuencia no se dan cuenta de que el Dios infinito mora en ellos, de que Él está en ellos y ellos en Él. No se dan cuenta de la presencia de la fuente infinita del ser en medio del mundo y de los hombres. La verdadera sabiduría cristiana se orienta, por tanto, a la experiencia de la Luz divina que está presente en el mundo, la Luz en la que todas las cosas existen y que, sin embargo, es desconocida al mundo porque ninguna mente puede ver o comprender su infinidad. «En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa y los suyos no la recibieron» (Juan 1,10-11).
Ser parte de todo...
-Thomas Merton-
Santidad es descubrir quién soy...
“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).
LA DANZA GENERAL.
Thomas Merton.
ORACIÓN DE CONFIANZA...
“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros
Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.