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viernes, 2 de diciembre de 2022

ANCLADOS EN LA EXPERIENCIA DE DIOS

"En aquel tiempo, lleno de la alegría del Espíritu Santo, exclamó Jesús: Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a la gente sencilla" (Lc 10, 21-24).

 Jesús, lleno de alegría, estalla en una explosión de gratitud, al constatar que la gente sencilla “ve”. La alegría y la gratitud brotan, sin duda, de la consciencia viva de su identidad más profunda, allí donde se siente uno con el Padre y con todos los seres

Por el contexto, sabemos que la expresión “los sabios y entendidos” alude a las autoridades religiosas y a los teólogos oficiales (escribas o doctores de la ley), es decir, a quienes creen saberlo todo y presumen de conocer a Dios y su Ley. “Los sencillos”, por el contrario, son aquellos que resultan sospechosos a los “entendidos”: los pecadores, los analfabetos, los grupos marginados (niños, mujeres, enfermos, pobres…) que, al acoger la palabra de Jesús, encuentran luz (se les “revela”) y dicha

Tanto la alegría como la gratitud no son sino otros nombres de nuestra verdadera identidad. Podemos experimentar tristeza y tener reacciones ingratas, pero somos Gozo y Gratitud, como lo era Jesús; como lo son todos los seres. Porque todos somos uno con el “Padre”, con la Fuente o el Vacío de donde todo brota. 

Pero no lo veremos a través de la mente. Esta puede hacernos “entendidos” en muchas cosas, pero corremos el riesgo de caer en una trampa tan sutil como peligrosa: la de creer que pensar es lo mismo que conocer, y así reducimos lo Real a nuestros conceptos. Como ha escrito Giorgio Nardone, “es una perversión de la inteligencia creer que la razón lo solventa todo”. Nos libraremos de esa trampa gracias a la sabiduría del no-saber (del no-pensamiento): “Entréme donde no supe y quedéme no sabiendo, toda ciencia trascendiendo”, sabía bien san Juan de la Cruz

Y lo mismo vale para Dios, tal como lo expresaba el místico cristiano Angelus Silesius, en el siglo XVII: “Qué sea Dios, lo ignoramos…; es lo que ni tú ni yo ni criatura alguna ha sabido jamás antes de haberse convertido en lo que Él es”. O la poetisa Charo Rodríguez: “Solo el Dios encontrado, / ningún dios enseñado puede ser verdadero, / ningún dios enseñado. / Solo el Dios encontrado / puede ser verdadero”. Tendremos que “dejar caer” todas nuestras ideas y creencias sobre Dios –en realidad, son solo “objetos mentales”–, para anclarnos en la Presencia que se nos regala a través del silencio de la mente".

Enrique Martínez Lozano

Otro modo de leer el Evangelio

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Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.