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miércoles, 8 de julio de 2020

LOS DIARIOS DE THOMAS MERTON: TRAS EL IDEAL DE LA VIDA MONÁSTICA

El tercer volumen de los diarios privados de Thomas Merton lleva por título "A search for Solitude", e incluye entradas escritas entre el 25 de julio de 1952 al 23 de mayo de 1960.  Cuando Merton comenzó este diario llevaba viviendo más de 10 años en la abadía de Gethsemani, era monje profeso desde hacía 5 años, y sacerdote desde hacía 3. La escritura no es continúa, en algunos períodos escribe poco o nada, como es el caso de parte de 1952-1953; a partir de 1956 lo hizo de manera regular. 

 El editor dividió el volumen en dos partes: la primera, "Master of Students" (Maestro de estudiantes), julio 1952-marzo 1953, y la segunda, "Master of Novices" (Maestro de novicios), julio 1956- mayo 1960. Esta división  refleja las responsabilidades que Merton asumió durante esos años en el monasterio; estuvo encargado de preparar a los monjes para la ordenación sacerdotal primero, y luego, como maestro de novicios, acompañó a los que  aspiraban a convertirse en monjes. En este período publicó diez libros; parte de lo que recoge este volumen de sus diarios sería luego trabajado y publicado en libros, como es el caso de "Conjeturas de un espectador culpable", y otros. 


En estas páginas destaca la mirada poética de Merton sobre todo lo que le rodea: la naturaleza, sus hermanos de comunidad con sus singularidades, y la propia vida monacal. Aunque el diario comienza con un viaje a Ohio para una posible fundación (una de las pocas salidas de Merton fuera del monasterio), luego vuelca su mirada sobre el interior, describiendo en profundidad y detalla su propia vida en el monasterio. Es evidente su creciente deseo de soledad: "Estoy ahora casi completamente convencido de que solamente soy un monje cuando estoy solo en el viejo cobertizo que el reverendo padre me dio". Esos momentos de soledad en los que leía, escribía y oraba le sostenían y paliaba sus anhelos de marcharse de Gethsemani, con los cartujos o los camaldulenses, en busca de mayor aislamiento. Merton lucha en todo este volumen con el voto de estabilidad que hizo como monje, incluso ya al final cuando piensa en irse a Sudamérica, para vivir allí su monacato. La atención a su papel de maestro de estudiantes queda evidente en sus notas sobre dirección espiritual, recogidas luego en "Contemplación y dirección espiritual".

En la segunda parte del volumen, que lleva como subtítulo "Siguiendo la verdadera vida de monje", trata de su trabajo como maestro de novicios, iniciando a otros en la vida monástica y sus tradiciones, a la vez que profundiza el mismo en su vocación al monacato y a la soledad. Este último tema ocupa un espacio importante en estas páginas; Merton solicita un indulto para marcharse del monasterio y vivir como monje en algún lugar de Latinoamérica, pero le es negado, y tras un primer momento, lo asume con obediencia y ecuanimidad, quizá hasta con alivio.  A partir de ahí va redescubriendo su deseo de mayor soledad bajo otro prisma, pues mientras unas puertas se cerraban, otras se iban abriendo, y le harían vivir su condición de monje de un modo radicalmente nuevo.

Tres ideas importantes en relación con lo anterior
1. Merton empieza a disfrutar de sus contactos con escritores y líderes religiosos de todo el mundo. No solo lee a muchos, como Suzuki, Pasternak o Milosz, sino que se cartea con ellos, entrando en sus mundos y enriqueciéndose con ello. Así se abre a la sabiduría de Oriente, a la amistad más allá de la geografía y a los peligros de los regímenes totalitarios. Su ex novicio, Ernesto Cardenal, le acercará a la realidad de la otra América, a su literatura y cultura, e incluso  contactará con judíos, y estudiará el Islam. 

2. Merton experimenta cambios fundamentales en su modo de entenderse a sí mismo. Lo más significativo queda plasmado de modo simbólico en la conocida "epifanía de Louisville", el 18 de marzo de 1958; cae en la cuenta de que su sentido de superioridad y diferencia como monje había sido mera ilusión; se vió como "un miembro de la raza humana". El texto que, al respecto, recoge en el diario, sirvió de base para una interpretación más amplia y rica de esta experiencia en "Conjeturas de un espectador culpable". El 5 de mayo de 1958, escribe: "Pensando en la nueva y necesaria lucha en mi vida interior. Por fin estoy saliendo de la crisálida. Mis años anteriores me parecen extrañamente inertes y negativos, pero creo que la pasividad era necesaria. Ahora siendo el dolor y la lucha de estar combatiendo por algo mejor y más grande. Tengo que ver y abrazar a Dios en el mundo entero. (Está muy bien decir: He estado viendo a Dios en Sí mismo. Pero no lo he visto. Solo le he estado viendo en un mundo monástico muy pequeño. Y este es demasiado pequeño)". Y luego, en otro lugar, añade: "Para ser un hombre de la Iglesia tengo que ser completamente yo -totalmente responsable y libre ante Dios- , no solo una unidad o un simple miembro". 

3. Merton se va dando cuenta de que su compromiso con el monasterio no es solo compatible con, sino que requiere un compromiso con la Iglesia toda y con el mundo. Lee las cartas de Gandhi y las comparte con la comunidad; escribe a un dirigente soviético a favor de Pasternak; va imaginando su vocación en términos mundiales, pero también revisa su sentido de ser norteamericano, que no se limita a Estados Unidos, sino que lo vincula con toda la América.  

"Mi vocación y mi tarea en este mundo es mantener vivo todo lo que es individual y personal en mí, ser contemplativo en sentido completo, y compartirlo con otros, para ser testigo de la nobleza de la persona particular y de su primacía sobre el grupo".

Repasando las páginas de los diarios resumidos, publicados en español, de este período, encontramos frases como estas: "La verdad adquiere forma en el silencio, el trabajo y el sufrimiento, a través de los cuales nosotros nos hacemos verdaderos"; "Yo necesito la soledad para poder alcanzar la plenitud que busco, la de ser una persona corriente"; "Toma de conciencia de que soy un sacerdote, un don que se me ha dado para que pueda conocer algo del significado de la cruz".

La peculiar mirada de Merton, ya en este período, acerca del ECUMENISMO: "Si soy capaz de unir en mí mismo, en mi propia vida espiritual, el pensamiento de Oriente y de Occidente, de los Padres griegos y latinos, crearé en mí mismo una reunificación de la Iglesia dividida y, de esa unidad en mí mismo, podrá derivarse la unidad externa y visible de la Iglesia. Porque, si queremos que Oriente y Occidente alcancen la unidad, no lo conseguiremos haciendo que uno se imponga al otro. Hemos de dar cabida a ambos en nosotros mismos y trascenderlos a ambos en Cristo" (28 de abril de 1957).

"Ser capaz, en la medida de lo posible, de extender los brazos y abarcar todos los extremos y contenerlos en uno mismo sin confusión" (15 de febrero de 1958).

"Debo ver y abrazar a Dios en el mundo entero"
(5 de mayo de 1958)

Así, la búsqueda de la soledad estaba llevando a Thomas Merton a buscar el verdadero sentido y alcance de su condición de monje. 

(Notas creadas a partir de lo escrito en el DICCIONARIO DE THOMAS MERTON).





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Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

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