Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.
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domingo, 21 de junio de 2009
La Otra orilla.
Ser parte de todo...
-Thomas Merton-
Santidad es descubrir quién soy...
“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).
LA DANZA GENERAL.
Thomas Merton.
ORACIÓN DE CONFIANZA...
“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros
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8 comentarios:
Los cambios siempre producen miedos, dudas, incertidumbres. Sean para cambiar de orilla, de rumbo de navegación o de salir de un puerto seguro o cómodo. Por eso pido una fe que me libere de todos los miedos, que me redima la confianza de haber elegido creer en una esperanza que comienza en la certeza de Cristo es mi felicidad. Con miedo, ni siquiera es posible rozar ningún cielo.
Con miedo y cobardía la vida es una fracaso máximo.
Esta reflexión me gusta y la creo importante y necesaria para todos...
Me gustaría mucho que la llevaras también a Preludio, cuanta más seamos los que la leamos mejor.
Un saludo
mj
Dices, los sueños por necesarios son ya reales. Creo que te equivocas, o al menos te equivocas desde mi percepción. Creo que los sueños son ilusiones que componemos para que nuestro barco navegue por tierra firme. Los sueños pueden darnos la ilusión de agua, pero no son agua. Vivir un sueño es vivir una realidad en en el territorio siempre cómodo del cuerpo dormido.
Luis
Creo, como Manuel, que los sueños son tan necesarios como la realidad, porque la preceden y la preparan, y sobre todo la hacen mejor. Quien no sueña en realidad no vive, es un vegetal. No por gusto temen tanto los dictadores a los que sueñan.
Soñar, los sueños admiten todo tipo de interpretaciones. Todas encierran la verdad subjetiva del intérprete. A mí me gusta ésta de Sartre:
“Soñar en teoría, es vivir un poco, pero vivir soñando es no existir”.
Entiendo lo que supone soñar para alguien como Manuel, que es cubano; allí soñar es desafiar la realidad, ser más libre y superar fronteras. Allí la realidad es tan aplastante que se necesita mucha imaginación para ponerle alas a la mediocridad. Alguna vez le escuché decir que la fe había sido para él como unas alas enormes.
Martha S.
¿Cuál es la otra orilla?...
Si es el Señor quien me invita a cruzar y conocerla, debe ser simplemente, maravillosa.
Sin embargo hay condiciones para llegar a ella:
- Ofrecerle a Él, mi barca, y no otra. Mi corazón, es decir el Centro de mi Vida, tal cual como esté... así como Jesús sube, tal cual como es Él.
- Dejar a la multitud... abandonar al ego... renunciar al falso yo..., que sin duda desatarán huracanes para evitar tan profunda travesía.
Pero el Raboní nos enseña nada menos que el despertar espiritual, para no ahogarnos en la tibieza de la inoperancia.
Acallar toda voz, y sencillamente dejarnos sumergir en el Silencio. Ese santo Silencio que sobreviene sólo por su "Palabra".
Palabra que disipa cualquier tempestad en la vida... para llegar a la tierra prometida.
GABRIEL MERCURI
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