Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.
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lunes, 1 de junio de 2009
Monasticismo.
Ser parte de todo...
-Thomas Merton-
Santidad es descubrir quién soy...
“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).
LA DANZA GENERAL.
Thomas Merton.
ORACIÓN DE CONFIANZA...
“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros
Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.
7 comentarios:
Los monasterios fueron la institución cultural más típica desde la decadencia del Imperio hasta el surgimiento de las universidades: a través del monasticismo la religión ejerció una influencia formativa directa en la historia cultural de estos siglos.
La comunidad monástica era una sociedad autónoma, cristiana y regulada por una regla de vida que desplazó la costumbre social y la ley temporal. Ésta había llegado a ser órgano esencial de la Iglesia y esperanza fundamental para el porvenir de la cultura cristiana.
Estoy de acuerdo con Merton en que esta concepción monástica, que yo veo cerrada y vinculada a un momento sociocultural, e incluso económico, con una finalidad clara de preservar la llamada civilización occidental (romana), requeriría una apertura en su planteamiento y acción, si quiere seguir siendo una plataforma viva, pero sobre todo activa de nuestro Cristo en el hombre de hoy.
Creo que en el aquí y ahora en el que vivimos sería necesario ejercer una actuación de la Palabra. Habría que superar las divisiones básicas económicas, sociales y culturales, para que fuera posible vencer discriminaciones por sexo, raza, religión, ideología, filosofía, pobreza o condición física. Transitar por un camino de convergencia entre las opciones ideológicas, religiosas o filosóficas, para alcanzar la paz, la tolerancia y la solidaridad, recuperando lo que puede unirnos a todos.
Y todo eso, pienso que tiene que trascender los muros físicos y mentales de un monasterio, sin su desaparición, descubriendo la fórmula que haga posible la contemplación y la acción. Porque ahora, creo que es muy importante que el Cristo Amor, que es y está en cada uno, se manifieste, se vuelque en los otros a través de nuestras manos. Para esto hay que aislarse, separarse lo más posible, pero no del mundo (al menos de forma perenne), sino de nuestro egoísmo, indiferencia y pasividad ante las injusticias y los sufrimientos ajenos.
De nuevo otro fragmento en el que descubro la clarividencia de Merton. Su visión espiritual me parece fabulosa.
Las últimas cinco líneas del texto encierran un pensamiento muy claro. Hay que superar o trascender:ir más allá.
Luis
Veo que Merton tenía vista larga para comprender la situación real por la que pasa el monasticismo, aun siendo él parte de su estructura. Ello denota sensibilidad, claridad espiritual y libertad iterior. Creo que la vida monástica es un elemento positivo para el mundo, pero al mismo tiempo debe estar abierta a los signos de los tiempos para saber responder a las necesidades espirituales del ser humano ahora. La estructuras son siempre accidentales, lo importante es conservar la esencia, el espíritu.
El monacato cristiano surge a fines del siglo III. El monje era el hombre que vivía apartado de los demás, con el objetivo de seguir el ejemplo de Cristo.
En el siglo XXI habría que pensar si sigue siendo un modelo válido para ese seguimiento o tendría que discurrir hacia una estructura de acuerdo con el imperativo evangélico del amor, sirviendo al prójimo en medio del mundo.
En los monasterios que todavía continuan siendo fuentes de paz y alegría para la Iglesia, el Espíritu seguirá haciendo su obra.
Merton no se limita, trasciende el monasticismo para corresponder por la fe a la Palabra que siempre va más allá en el amor compasivo por el mundo.
Lucía Caram, op. (Tucumán, Argentina, 1964), mujer y religiosa dominica, practica el monacato, es argentina y catalana de adopción. Encarna cómo es posible, en nuestros días, vivir al mismo tiempo en el mundo y en el claustro, concretamente en el Convento de Santa Clara de Manresa (Barcelona) al que llegó en 1994 y donde convive con otras seis dominicas. Junto con la actividad propiamente contemplativa, Sor Lucía Caram tiene un programa semanal en la Cadena SER Manresa y preside la ONG SOS Tucumán, una Fundación que promueve la ayuda y la solidaridad con diferentes pueblos de América Latina. El año pasado recibió el Premio Memorial Juan XXIII para la Paz, que concede el Ayuntamiento de Barcelona, por esta labor, gracias a la cual se han enviado, en los últimos cinco años, más de dos millones y medio de libros a quince países, además de ayuda humanitaria. Sor Lucía participó el pasado mes de noviembre en el Forum de Pastoral con Jóvenes para, según sus propias palabras, “aportar las voces de la vida contemplativa”, pero casi sin quererlo fue la única que aportó también la voz de las mujeres. La suya fue una de las intervenciones más polémicas y más criticadas por los sectores más conservadores de la Iglesia. Aunque no hubo en sus palabras nada que no se haya dicho en otros foros, nada que no se haya escrito en las página de tantas revistas. Las palabras de Sor Lucía molestaron, tal vez por ser mujer (silenciada), tal vez por ser religiosa (más silenciada aún), tal vez por ser contemplativa (en el colmo del silencio eclesial).
De Revista Alandar, artículo de C. Ruiz Fernández.
Evadirse de la realidad,bien en la arquitectura de un monasterio bien en la mental, nunca es bueno. Lo que subyace es siempre una evasión del yo auténtico.
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