1- Confianza básica cristiana: Puede ser un entorno católico familiar en el cual se crece, pero también una experiencia de conversión sólida, en una comunidad que acoge y vive la fe autenticamente. Un hogar cristiano es lo ideal, pero es algo que no es fácil encontrar hoy, y me refiero a uno realmente cristiano, y no sólo por tradición. La fe cristiana como inconmovible base de la vida, abierto siempre a lo nuevo, a lo porvenir, sin dejarse llevar por la nostalgia que idealiza el pasado.
2- Batalla a lo largo de la vida en torno a la relación con Dios: porque Dios no es algo dado, sino que hay que actualizar siempre la fe; superar las visiones culturales propias de cada época, incitando siempre al debate intelectual, pero siempre caminando de lo genérico a lo concreto, del sistema al individuo, del individuo a la profundidad de la persona. Elaborar una comprensión propia de la realidad espiritual sin desligarse de la comunidad, y comprender que una teología negativa es mucho más realista: "Dios es siempre más".
3- Descubrimiento del lenguaje: un elemento que también yo he considerado siempre importante. Es importante saber expresar adecuadamente lo que se quiere trasmitir. Limpiar las palabras. El lenguaje es siempre el resultado de una rica experiencia cultural; la lengua, las palabras, los conceptos, si no son los adecuados, pueden empobrecer o neutralizar el más rico patrimonio espiritual. La poesía, la música, la danza, son un lenguaje más pleno.
4- Puesta al día: El testimonio de una Iglesia vida. Vivir significa cambiar. Importante la apertura al mundo, el debate con el pensamiento contemporáneo, nuevas corrientes teológicas. Perspectivas sociales de la religión.
Importante trasmitir experiencia cuando hablamos de fe; una experiencia que va de la vida a la cabeza, y de la cabeza al corazón. Por importante que sea la dimensión social para el cristianismo no olvidar que la existencia cristiana se basa en el encuentro con Dios, en la experiencia de Dios. Pasa que los teólogos a menudo escriben y piensan desde un despacho, y pasa que los que están a pie de obra no son capaces de reflexionar en su experiencia dando un fundamento teórico a su experiencia. Es importante que se establezca un diálogo entre experiencia y reflexión. Esto ayudará a superar la subcultura que hoy abunda caracterizada por lo pseudoreligioso, lo esotérico, o la supertición. Una experiencia descafeinada, que ha perdido su radicalidad. El hombre no deja de sentir el aguijón de lo negativo, y lo religioso puede darle herramientas para asumir las preguntas esenciales; para ello no son suficientes teorías de despacho, sino que se reclama una teología espiritual vivida y reflexionada.
Me parece que estas ideas pueden aydar en la conformación de una espiritualidad cristiana desde lo personal.
6 comentarios:
Unas ideas muy interesantes, claras y bien expuestas, Manuel.
Pienso que en la espiritualidad, en nuestra fe, tenemos que ponernos al día. Crecer, tener una fe adulta. Aunque para ello debamos, a veces, salir del cómodo letargo que supone caminar repitiendo, sin cuestionamiento alguno, piedades complacientes y esquemas tradicionales.
Vivir la fe como adulto requiere un esfuerzo, no conformarse con las experiencias e interpretaciones de otros, pensar y buscar, en nosotros y en la vida, la semilla de Dios.
Poniendo la fe al día, viviendo una experiencia personal de la fe, siempre sale fortalecida la imagen del Dios en el que creemos. En mi caso, un Dios que me libera en el Amor, para que yo me sienta persona amada y ame. No creo en un Dios que agobia, atormenta y atemoriza. Tampoco creo en un Dios que no nos hace más humanos y que no se encuentra en los hombres.
Jesús dijo: “he venido para que tengan vida, vida en abundancia”. Claridad absoluta la de esta manifestación. Vida libre, plena, verdadera. Los seguidores de Jesús no podemos ser nunca esclavos, hombres rotos; da igual que las cadenas sean la droga, la mentira, la ideología o el derecho canónico. La ley sirve cuando sirve al hombre.
La libertad no es la verdad. Pero no hay verdad sin libertad. Ejercitar la libertad no te garantiza la plenitud humana, pero es el único camino para llegar a ella. Si eres libre empiezas a ser hombre.
Y, desde luego, para encontrar a Dios en los otros, hay que haber experimentado un encuentro personal e íntimo con Él. Esa experiencia interior, cuanto más fuerte y profunda es, más nos abre al exterior, a la vida, al mundo, a los otros.
Es vital para la fe su actualización y puesta al día. Renovarse o morir, como dice el dicho. Transformación que tiene que empezar por el lenguaje, el estilo, de la espiritualidad. Para abrirse al hombre de hoy es imprescindible revisar conceptos y dogmas. Lo construido siempre precisa de acondicionamiento y cambios si quiere seguir en pie. En fin, todo lo que expones es substancial para una fe viva.
San me gusta mucho lo que dices y como lo escribes.
Roberto
"Los consagrados y las consagradas de este tiempo buscamos ser discípulos del amor, más que maestros. Sabemos muy bien que aprender a amar de verdad sólo es posible cuando dejamos atrás los modos conocidos y sabidos de la gramática del amor de nuestra cultura y nos adentramos en el territorio de lo que está por conocer. El discipulado es la condición de nuestro ser amante: siempre en proceso de aprendizaje, como los niños en la escuela, como los jóvenes en la vida o los adultos en su momento de madurez.
Somos muy conscientes de que solamente cuando nos arriesgamos a soportar el golpe de la sorpresa, que echa abajo lo que creíamos saber amar, es cuando comenzamos a saber lo que significa ser discípulos del verdadero amor. Queremos ir un paso por detrás de Aquel que, enamorando nuestro corazón, nos incita hacia lo nuevo, hacia las posibilidades ignoradas de nuestro ser. Seguidores de Aquel que, al incluirnos en su cariño, nos ha despertado energía nuevas, y nos ha sacado de las zonas en sombra de nuestra historia. El Amor que nos seduce el corazón y nos tienta a improvisar lo inedito de un mayor amor.
Nuestro aprendizaje del amor tiene una exigencia: debemos deja atrás nuestras prevenciones de enterados, para aprender de todos, de los que parecen o tener nada que enseñar y de los que se nos presentan como maestros consumados. De todos aprendemos, de todos los amores, los más nobles y los menos, los más heroicos y los más vulgares. Bien entendido que el camino del discipulado amoroso en el que nos iniciamos, es el camino de la frágil experiencia. Que sólo vamos a aprender a amar amando, desde el corazón mismo de la vida"
XavierQuinza.
"Pasión y radicalidad".
San Pablo, 2004.
(es una entrada de este blog del 1-12-08, lo copio porque es de otro jesuíta, un compañero de Jesús,que reflexiona sobre su experiencia de fe, y a la vez confirma el camino para seguir andando en comunidad)
Saludos,
inés
Ideas de carne y hueso las que comenta Manuel del jesuita Sudbrack. Espiritualidad a ras del suelo. Con pies y no con alas. Que es otro peligro de la espiritualidad que sea para seres que vuelan o levitan, en vez de para hombres con piernas y pies en la tierra, que es donde comienza por cierto el Reino.
El otro fragmento que comenta la hermana lo veo en una línea distinta. Hablar de consagraciones divide en categorías. Es mi humilde opinión. Consagrados y consagradas somos todos, en distintas formas y vivencias.
Luis
Claro que todo aquel que quiere vivir el seguimiento de Cristo ha de consagrarle su vida, pero cada uno lo hará desde un camino o una vocación particular. El texto que comparte Inés es válido, pues también utiliza palabras, conceptos e imágenes que pretenden dar una nueva mirada a la realidad de la vida religiosa. Es necesario sumar criterios, encontrar caminos comunes, redescubrir nuestra identidad en un mundo cambiante.
Alfredo.
Todos los comentarios me parecen válidos.
Añado nueva idea y la vinculo a la renovación del lenguaje. Se daría más coherencia al mensaje cristiano hacia fuera y para dentro, si elimináramos la categorización de los que le seguimos en el sentido piramidal, vertical. Se nos ha concienciado en la valoración de unas vocaciones por encima de otras. Esto no tiene ninguna fundamentación cristiana, es más, lo que crea es un clima de elegidos y subordinados. Sinceramente, crea clases, con todas sus consecuencias. Incluso puede llegar a ser opresivo para los propios "vocacionados especiales".
Marcos
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