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viernes, 26 de junio de 2009

Modos de entender la "perfección".


El profesor SANTIAGO ARZUBIALDE, que acaba de ser mi profesor de "CORIENTES DE ESPIRITUALIDAD", escribe acerca del concepto de "perfección" en la espiritualidad cristiana. La perfección es otra manera de entender la santidad, y a lo largo de la historia ha recibido diversas lecturas o comprensiones. Les hago un breve resumen sobre otro tema que creo puede resultar interesante para reflexionar en la propia experiencia espiritual:

1- Aristóteles define la perfección a partir de la plenitud del ser humano. Pefecto es "aquel ser al que nada le falta en su género", en su ser y en su obrar. La versión cristiana de este modo de comprender la perfección puso el acento en el último fin del hombre, que es la contemplación de Dios: ver a Dios cara a cara. El hombre durante toda su vida camina a la perfección, sobre todo en el ámbito oracional, en la medida en que progresa en la unión contemplativa con Dios, en la medida en que esa unión es más habitual y perfecta. Aquí la perfección se basa sobre todo en la perfección propia del hombre y en lo que será su plenitud futura en la otra vida.
2- Otro modo de entender la perfección parte de un progreso en el desarrollo ontológico del ser humano, que en sí y desde sí, va progresando en la seguridad de su ser, en sus facultades, en su capacidad de superación, y en el cumplimiento cada vez más exacto de las tareas que le corresponden en la trama social. Es una perfección por la actividad, por el obrar, y a nivel religioso encuentra su expresión en el cumplimiento de la ley, que manifiesta la voluntad de Dios, y las buenas obras.
3- Pero, la idea cristiana de perfección, sin negar los aspectos positivos que puedan hallarse en las dos lecturas anteriores, coincide con un punto de vista más sano, presente no sólo en la psicología y la antropología, sino en la tradición espiritual cristiana. LA PERFECCIÓN LE VIENE DADA AL HOMBRE "DESDE FUERA", ES DECIR, DE LA REVELACIÓN.

¿Qué significa esto? Cito el texto íntegramente:


"Coincide con una "excentración" por la cual el hombre sale de sí. El hombre es perfecto en la medida en que su ser personal dispone libremente de sí, sin condicionamientos de ningún género, en el ejercicio de su libertad; y, a su vez, por su condición social-solidaria, llega a la madurez en la medida en que sus relaciones humanas alcanzan su plenitud en el desinterés del amor incondicional a su prójimo. Es la "excentración" propia del amor, la actitud humana que se asemeja al proceder de Dios para con el hombre y le da a este acceso a una plenitud superior, que Dios le confiere con el don de la autocomunicación de sí mismo en el amor y en el consuelo. Esta libertad proveniente del amor de Dios, colma la frágil indigencia del ser humano con un don que el hombre jamás llega a "poseer": la perfección del mismo Dios, que se identifica a un tiempo con su voluntad salvífica y con su gloria. Y el hombre participa de ellas por la amistad y el consuelo con que Dios le regala".


Tomado de: ""Theología Spiritualis". El camino espiritual del seguimiento a Jesús. (Tomo I).

Autor: Santiago Arzubialde. Publicaciones de la Universidad Pontificia de Comillas. MADRID.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo no entiendo la perfección referida al hombre. Es más, tampoco considero que sea sano pretenderla. Ya es suficiente alcanzar el equilibrio o "normalidad". Siempre normalidad en la fragilidad, por supuesto.
Jesús A.

SAN dijo...

Interesante este tema y las formas de abordarlo. Me ha parecido precioso el párrafo literal que nos transcribes, la “excentración”. Es un buen dilatador para conciencias auto estrechadas, que provocan no pocas ansiedades, no justificadas racional ni objetivamente. Importante, porque creo que, en un momento u otro, todos sufrimos esa sintomatología.
Y al mismo tiempo, ese fragmento, nos reta a lanzarnos a esa aventura recíproca de permanente vacio y llenado que supone el amor. Un amor en libertad, fundamentado en Él y sostenido por unos brazos que no se cansan nunca de ser nuestro apoyo. Hacernos unos, unos con otros, unos junto a otros.
Como nos canta Silvio…
Y si no… no la emprendas, que será en vano
Solo el amor, alumbra lo que perdura.
Solo el amor convierte en milagro el barro
Solo el amor engendra la maravilla
Solo el amor consigue encender lo muerto.

Anónimo dijo...

Entiendo que en el amor al prójimo es en donde se da la auténtica revelación, que es la verdadera manifestación de Dios a la humanidad del hombre.
Emilio

Anónimo dijo...

Siempre pienso que la experiencia espiritual personal, es eso, personal. Otra cosa son las teorías, interpretaciones y consecuencias que cada individuo que se acerca al tema saque como conclusiones. Pero en materia de fe, todo son opiniones especulativas. En el tema de la santidad más que en ningún otro, porque tiene demasiadas connotaciones exteriores que la influencian. También es verdad que de cualquier opinión se pueden sacar puntos positivos.
San, a mi también me gusta mucho Silvio.
Roberto.

Manuel dijo...

En la espiritualidad cristiana lo personal (que no individual) está siempre relacionado con la Comunidad,con lo eclesial. Eso es lo que confirma la experiencia de cada uno, y le hace partícipe del tesoro común de Gracia que regala Dios. Todo en la vida humana, o por lo menos lo más hermoso, es impreciso, lo cual no supone que no se reflexione o se esciba sobre ello. El problema no es pensar y hablar sobre la santidad, sino imponer a otros o convertir lo particular en absoluto.

Inés García, aci dijo...

Merton da ideas claras sobre este tema que nos explica el p.Manuel sobre la santidad, o la perfección, la unión con Dios. En el capítulo ¿qué es la contemplación?de su libro LA SENDA DE LA CONTEMPLACIÓN, escribió:
Hay tantos cristianos que prácticamente no tienen idea del inmenso amor de Dios hacia ellos, y del poder de este amor para hacerlos buenos, para traerles felicidad...

En todo el capítulo invita a adentrarse en la contemplación de Dios como un regalo que El quiere dar en la medida de su voluntad, a los que se lo piden.

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.