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sábado, 2 de febrero de 2008

Soledad en Thomas Merton.



El viaje en el tiempo de Thomas Merton adoptó la forma de un peregrinaje en soledad, pero a lo largo de su andadura el camino fue conformando al propio viajero; como conviene recordar, desde un inicio exclusivamente vertical en soledad con Dios, Merton pasó por una relación horizontal mediante la solidaridad con los semejantes, hasta alcanzar la integración de ambas en la Cruz de un solo mundo.
Para Merton la “soledad” contenía básicamente tres significados próximos, pero diferenciados:
1- Indicaba las condiciones de soledad física convenientes y, al menos en un grado mínimo, necesarias para apartarse de ciertos consensos sociales establecidos y asumidos automáticamente por los hombres; esto es, sin perspectiva ni reflexión acerca del significado final de la condición humana. Esas condiciones físicas se pueden encontrar en una comunidad monástica, o, incluso en un clima de soledad más extremo, en el desierto eremita, aunque Merton se dirigía a menudo a un público seglar o no católico, sugiriéndole el recogimiento en un “monasterio del corazón”.
2- En segundo lugar, la auténtica soledad únicamente podía significar soledad interior: es cierto que la primera puede ser ocasión de la segunda, pero las dos no se encuentran siempre unidas, y más todavía, la soledad física sin la soledad interior puede ocultar sencillamente una huida de las responsabilidades humanas o una actitud de menosprecio hacia los semejantes, mientras que quizá pueda hallarse verdadera soledad interior sin apartarse completamente del entorno cotidiano.
3- En tercer lugar, y como objetivo de la segunda, en su acepción más radical, la soledad es realmente un encuentro con Dios y con la humanidad; desde esa consideración, la soledad es verdadero centro, eje y corazón de la persona y de su sociedad (Y toda sociedad que tiene a Dios como centro es una comunidad).

Para Merton, un hombre que no acepta su condición básica de soledad, es decir, que no se cuestiona su identidad última, es un hombre atrapado en las ficciones colectivas de la sociedad, alguien que responde mecánicamente a dictados ajenos, es decir, un individuo alienado. Solo en el ámbito del Amor se resuelve esa elección paradójica entre soledad y sociedad, dice Merton.
(Apuntes de la lectura del libro de Fernando Beltrán Llavador, "La memoria Encendida").

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Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.